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EN CORTO

Roberto Manrique: “Mi olor favorito está entre la pizza y la comida china”

El actor ecuatoriano se somete al carrusel de preguntas de este diario

Jorge Morla
Roberto Manrique, en Casa de América, en Madrid.
Roberto Manrique, en Casa de América, en Madrid.Beatriz Velasco

A Roberto Manrique (Guayaquil, 1979) le gusta hacerse fotos. Entre risas, reconoce a la fotógrafa que hace un par de años le retrató en el Palacio Real de Madrid durante la promoción de otra película, y que ahora le captura envuelto en un abrigo rojo en un salón de Casa de América, donde acaba de presentar Translúcido. En la película de Leonard Zelig, en gran parte improvisada y candidata de Ecuador en los premios Goya, interpreta a un emigrante ecuatoriano en Nueva York, enfermo terminal de cáncer, que se enfrenta a su muerte (y a su vida) en una última jornada de encuentros y desencuentros.

De pequeño quería ser…

Rey o Papa.

¿Cuál es el mejor consejo que le dio alguno de sus padres?

Cuando decidí ser actor, tras haber estudiado publicidad. Me dijeron: Yo te apoyo, con la condición de que busques la excelencia.

¿Con quién le gustaría quedar atrapada en un ascensor?

Con Meryls Streep.

¿Algún sitio que le inspira?

Las Galápagos.

¿Cuándo fue la última vez que lloró?

Pues hace dos fines de semana, en una ceremonia de ayahuasca.

¿Qué música le sirve para trabajar o le inspira?

Ninguna. Soy de silencios, digamos que me inspira el silencio.

¿Cuál ha sido el mejor regalo que ha recibido?

"Tras ser diagnosticado de cáncer, mi padre nos enseñó a morir"

Otras palabras de mi padre, que casualmente se relacionan con Translúcido. Cuando le diagnostican cáncer al pulmón le dan dos años de vida, y nos dice: ‘Ya les enseñé a vivir. Ahora les enseñaré a morir’. Y dura cinco años en vez de dos, y nos regala la lección de comprender la muerte como parte de la vida.

¿Qué significa ser actor?

Significa estar inmerso en la experiencia humana.

¿Qué película mataría por haber protagonizado?

 Buena pregunta. Diría que... El padrino.

¿En el papel de Vito o de Michel?

De Michael Corleone.

¿Qué haría en su último día?

Familia y naturaleza.

¿Lo más duro de rodar Translúcido?

Yo te diría que el proceso de confiar. Ha sido un proceso que da mucho vértigo. Desde lo actoral hasta la producción, ha exigido lanzarse con los brazos abiertos al abismo. El guión no tenía diálogos, son producto de la improvisación... que salga lo que salga. Confiar en el proceso, ese ha sido el mayor reto.

En una fiesta de disfraces, ¿de qué se disfrazaría?

De algo ridículo... de pitufo.

¿Dónde no querría vivir jamás?

En el lado oscuro de la Luna.

¿Tiene algún sueño recurrente?

 De niño, el fin del mundo. De adulto dejé de tenerlos.

 ¿Cuál es su olor preferido?

 mmm.... entre la pizza (risas)... y la comida china.

 ¿Qué personaje del cine se asemeja a usted?

 El papá de Big Fish.

¿Qué le hace suspirar?

Las muestras de cariño inesperadas.

¿Qué siente cuando ve su foto en los diarios?

He pasado por muchas etapas. Hubo una época en la que me googleaba... etapa superada (risas). No, no quiero mentir. En general tengo una carrera que me llena, cosas que de verdad me apasionan. Así que esas publicaciones responden a: Estoy haciendo lo que me gusta. Así que es gratificante.

Respecto a su trabajo, ¿de qué está más orgulloso?

"Crecí en un país con una autoestima muy por el piso. Hoy el ecuatoriano tiene se siente digno. Capaz"

De mi fundación. A partir del terremoto me involucré mucho y eso dió como resultado Desafío Ecuador, cuyo gran proyecto es la escuela El Matal, que es hermosa e inspiradora, un sueño. Tengo Translúcido, compite por un Goya, estamos tarbajando en la próxima película... pero honestamente, nada tan importante como esto.

¿Cuál es la noticia que siempre ha esperado leer?

Que oficialmente se acaban las fronteras.

¿Cómo ve el futuro de Ecuador?

El futuro de mi país... (resopla), mira, hay muchas cosas que están mal, muchas cosas que se demorarán años en corregirse, si es que se corrigen... pero hay una cosa que me da esperanza: Yo crecí en un país con una autoestima muy por el piso. El ecuatoriano no se consideraba ni digno, ni capaz, ni destacable. Eso está cambiando. Hoy podemos presumir, y creo que ese pequeño cambio, puede traernos un país que brille más.

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Sobre la firma

Jorge Morla
Redactor de EL PAÍS que desde 2014 ha pasado por Babelia, Cultura o Internacional. Es experto en cultura digital y divulgador en radios, charlas y exposiciones. Licenciado en Periodismo por la Complutense y Máster de EL PAÍS. En 2023 publica ‘El siglo de los videojuegos’, y en 2024 recibe el premio Conetic por su labor como divulgador tecnológico.

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