‘Av. Larco’, un musical sobre la violencia más reciente en Perú
La película de Jorge Carmona aborda la compleja situación de los años 80 y 90 en el país
Avenida Larco es la canción más conocida de la banda peruana de rock progresivo Frágil, un clásico en la historia musical del país andino. Este es el punto de partida de Av. Larco, la película que entreteje historias de amor adolescente y canciones creadas entre 1981 y finales de la década de los 90 con el trasfondo de crisis económica, apagones, escasez de agua, toques de queda y la violencia tanto de Sendero Luminoso como de las fuerzas del orden.
Dirigido por Jorge Carmona y producido por Tondero, una productora dedicada a cintas comerciales y taquilleras, el largometraje puede leerse en varias claves. Es un musical ágil, un relato entretenido, por momentos irónico, pero también retrata la polarización de la sociedad peruana frente a la violencia, el racismo y la homosexualidad durante el período más crudo de los 20 años de conflicto interno.
Es, a la vez, una apretada revisión de dos décadas de historia musical en la Lima urbana, de los adinerados (pitucos) y de los migrantes. El guion es de Javier Fuentes-León, quien dirigió Contracorriente y ganó en 2010 el premio del público en el festival Sundance, entre otros 50 galardones. Como en aquel primer largo, Av. Larco, la película también incluye escenas de amor entre homosexuales.
En el elenco participan algunos de los artistas jóvenes más populares de la televisión y el cine peruano, entre ellos Carolina Cano, Maria Grazia Gamarra, André Silva, y Juan Carlos Rey de Castro en el principal rol masculino: Andrés, un universitario cuya vocación es ser músico y que solo estudia en la universidad por presión del padre –un general de la policía blanco, racista y acomodado–.
Así como quienes actúan son referentes para el público juvenil, la película está llena de referencias para las generaciones que vivieron la época plasmada en el filme.
Andrés Dulude, el legendario frontman de la banda Frágil, tiene dos apariciones, en una como mendigo en la avenida Larco, la principal arteria del distrito de Miraflores, en Lima. Octavio Tavo Castillo, tecladista y flautista de la misma banda, es uno de los participantes en una marcha por la paz. José Arbulú, exvocalista del grupo de rock Cementerio Club, surgido a finales de los 80, encarna a un miembro del jurado en una de las eliminatorias de un concurso de rock.
Dura historia para contar
El eje del relato es la historia de un grupo de chicos pitucos que quieren llegar a la final del concurso más importante de rock en Lima. Ello los obliga a salir de su geografía usual –los barrios acomodados– a dos distritos pobres: El Agustino y el Rímac, importantes sedes de la movida musical de entonces.
En el tránsito nocturno por la ciudad, los miembros de la banda Astalculo se encuentran con las batidas o redadas policiales que buscaban a miembros del grupo terrorista Sendero Luminoso. Después de una de ellas, los músicos salen de una prisión, debido a que Andrés es hijo del general de policía Dulude, sin embargo, a su amigo músico Pedro, homosexual residente de El Agustino, los agentes lo mantienen encarcelado y lo golpean.
André Silva protagoniza dos de las tres escenas esenciales de la película, cuando Pedro, invitado a la casa de Andrés para ensayar con la banda Astalculo, se encuentra cara a cara con el general Dulude quien lo echa. "En esta casa entran solo los que están en mi lista. Sal de aquí, serrano", espeta el actor Javier Valdés. El chico de El Agustino se va luego de un forcejeo, recordándole que Lima es una ciudad de migrantes.
"Por culpa de gente como tú el país está hecho una mierda", alega el hijo del policía, quien acompaña a Pedro a la calle con el resto de la banda. Entonces el relato quiebra la verosimilitud para pasar a una escena de fantasía en los cerros de Lima Metropolitana, donde bailan y cantan juntos los danzantes de tijeras, los ukukus, los rockeros y artistas de las diversas tradiciones que son parte de Lima desde mediados del siglo XX.
"Es una escena fabulosa con la canción Nostalgia provinciana de Los Mojarras. Mas allá de los lugares comunes, aborda de manera bastante aceptable algunos temas polémicos y eso es cosa difícil para una película comercial", comentó la antropóloga visual Karen Bernedo, miembro del museo itinerante Arte por la Memoria, quien conoció de primera mano la movida subterránea limeña, recogida indirectamente en la película.
Para Bernedo, el grupo de rock que protagoniza el relato podría referirse a "las bandas integradas por universitarios de clase media alta que iban a los 'huecos' (antros) subte", apuntó a El PAÍS.
Babelia
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