“Nunca en mi vida me emborraché, y es casi una vergüenza”
La escritora argentina Claudia Piñeiro responde al carrusel de preguntas de este diario
La escritora Claudia Piñeiro (Burzaco, Argentina, 1960), conocida como la dama del suspense, cuenta con una docena de novelas y otra de premios a sus espaldas. Su última novela, Una suerte pequeña (2015), es un thriller familiar. De formación contable, asegura que nunca se emborrachó.
¿Cuál fue el último libro que le hizo reír a carcajadas?
La vida en sordina, de David Lodge.
¿Qué perfil tendría su lector perfecto?
Un lector imperfecto.
¿Cuántos libros tiene normalmente en su mesita de noche?
Como 10.
¿Qué libro le cambió la vida?
Creo que la vida no te la cambia ningún libro, pero hay uno que me enseñó lo que era un escritor y que una historia bien contada era algo extraordinario y fue Relato de un náufrago, de García Márquez.
¿Qué música escucha para escribir?
Antes escuchaba mucha música, sobre todo jazz, y últimamente tengo que escribir en silencio porque me distraigo, me pongo a bailar. Se ve que con los años uno tiene la atención más relajada.
¿Qué tentempié toma mientras escribe?
Mucho café. Café, café, café…
¿A qué personaje literario cree usted que se parece?
No creo que me parezca, pero hay un personaje de [Marcel] Proust, en En busca del tiempo perdido, que es Swann, y entiendo su desesperación porque Odette lo amara. Siento que podría ser mi amigo.
¿Con quién le gustaría sentarse en una fiesta?
Tiene que ser con alguien divertido y que me charle. Por ejemplo, no me sentaría con uno de mis autores favoritos, Coetzee, porque dicen que no habla con nadie. Con Martin Kohan sí me sentaría.
¿Qué significa para usted ser escritora?
Los escritores estamos condenados a serlo. Sos escritor porque no te queda más remedio. Es nuestra maldición.
¿Qué libro le regalaría a un niño para introducirlo en la literatura?
Depende de la edad, pero regalo mucho los libros de Roald Dahl y de Saki, que es otro autor inglés. Los dos son bastante crudos. Pero los niños ya saben lo que es la maldad, ellos mismos la sienten, no le veo el sentido a crearles un mundo edulcorado.
¿Qué libro le habría gustado haber escrito?
Desgracia, de [John M.] Coetzee.
¿Cuál es su lugar favorito en el mundo?
Hay un lugar en Argentina que se llama Purmamarca, en Jujuy, y la sensación que me produce cada vez que voy, aunque no creo en las vidas pasadas, es que ese es mi lugar y no sé por qué.
¿Qué cambiaría de usted?
Las obsesiones.
¿Cuándo fue la última vez que lloró?
Hace cinco minutos, quizás (ríe). No, en los últimos días no lloré, porque estuve con Rosa [Montero], me río mucho con ella.
¿Cuál fue el mejor consejo que le dieron sus padres?
Mi padre siempre me educó para que el hecho de ser mujer no me invalidara para hacer cosas.
¿Cuándo fue más feliz?
Siempre tengo la sensación de que seré un poco más feliz en lo que viene.
¿Qué le deja sin dormir?
Que mis hijos no lleguen a la noche.
En su nevera siempre hay…
Gaseosa dietética, yogures y fruta.
¿Qué le diría a su presidente?
Le diría que en la política el márketing es muy efectivo, que está muy bien que lo use para ciertos objetivos de corto plazo, pero que al largo plazo hay que sumarle la ideología y otros conceptos de más largo aliento.
Si pudiera tener un superpoder, ¿cuál sería?
La vida eterna.
Su primera borrachera…
Nunca en la vida me emborraché, y es casi una vergüenza. Debería decir que sí e inventarme alguna historia.
Babelia
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