Edgar Negret, el escultor que quería ser santo
El colombiano nació y falleció tal día como hoy, 11 de octubre. Hoy cumpliría 96 años
El escultor colombiano Edgar Negret habría cumplido hoy 96 años si, precisamente, tal día como hoy de 2012, el cáncer no hubiera acabado con su vida en su residencia de Santana (Bogotá, Colombia). La enfermedad se llevó su cuerpo, pero su mente se había fugado ya tiempo antes víctima del Alzehimer, dejando por todo el mundo una obra ingente obra, en la que reflejó su permanente búsqueda religiosa y su fascinación por la tecnología. A él le dedica Google hoy uno de sus doodles en Colombia.
Edgar Negret nació en Popayán (Colombia) en 1920, décimo y último hijo del general e historiador Rafael Negret Vivas y de María Dueñas Rodríguez, una mujer aficionada a la pintura y profundamente religiosa. Desde pequeño siempre tuvo una aspiración, según confesó el mismo: "Ser santo". Por ello, años después confesaba: "No puedo escapar al interés por la religión cuando en mi ciudad natal existen por lo menos veinte iglesias que mantienen un ambiente casi colonial. Por otra parte, la tecnología me ha fascinado y me interesa mucho aclararla y encontrar las leyes que la rigen".
Edgar Negret estudió en la Escuela de Bella Artes de Cali, donde elaboró figuras erguidas o reclinadas relativamente convencionales, según su ficha biográfica de la Biblioteca Luis Ángel Arengo, del Banco de la República de Colombia. Su encuentro con el escultor vasco Jorge Oteiza, su íntimo amigo desde entonces, cambió su concepción escultórica. De ese encuentro datan sus cabezas de Gabriela Mistral o Walt Whitman.
El escultor continuó con su formación en el Clay Club Sculpture Center de Nueva York, donde aprendió el ensamblaje de materiales, de las láminas metálicas y alambre (El rostro de cristo, Arlequín, Vaso con flor...).
En 1951 se instaló en París, donde elaboró esculturas en yeso abstractas (San Sebastián). Edgar Negret vino a España por primera vez en 1953, para visitar a su amigo el escultor Jorge Oteiza, al que había conocido en su juventud en Popayán. Además de sus contactos con los creadores de aquel tiempo, el gran y definitivo descubrimiento de Negret fue Gaudí (Arquitectura submarina, Homenaje a Gaudí). En realidad, entre 1950 y 1955 vivió en la capital francesa, Barcelona, Madrid, Mallorca, Saint Germanin-en-Laye... desde donde se mudó a Nueva York. En esos ocho años norteamericanos ejecutó la serie Aparatos Mágicos, geométricos, de color y ejecutados en aluminio.
Ya en 1963, Edgar Negret se instaló en Bogotá (aunque pasó tres años por Cali), ciudad que convirtió en su casa hasta su muerte. Su regreso a Colombia se produjo por distintos factores, entre otros la oferta hecha por la universidad de Los Andes para dirigir un departamento de escultura en la Escuela de Bellas Artes.
Soltero, sin hijos, pero con varios sobrinos, Edgar Negret siguió transformando su obra, hasta llegar de nuevo a la naturaleza y a las manifestaciones artísticas y culturales precolombinas. Entre las esculturas públicas de Negret sin duda la más importante es Metamorfosis, del parque olímpico de Seúl, una especie de gigantesca flor tropical. En octubre de 1968 obtuvo el Gran Premio de Escultura David Bright en la XXXIV Bienal de Venecia (y otras decenas de galardones).
"Es muy difícil enmarcar mi obra en una tendencia. Los críticos no se han puesto de acuerdo. Ni siquiera se ha podido crear una escuela en torno a mi obra. Hubo un intento, pero los jóvenes que pretendían hacerlo se fueron cada uno por su lado", decía el mismo Edgar Negret de su obra.
Su nota de fallecimiento en Semana, la prestigiosa revista colombiana, explica: Pero a partir de los 90, Negret comienza a desaparecer literalmente: se reporta en 1993 que sufre del mal de Alzheimer y estaba radicado en Bogotá. Sin esposa ni hijos, Edgar Negret solo contaba con algunos sobrinos y un representante legal que al final de sus días denunció en los medios colombianos cómo sus obras eran copiadas, mal mantenidas o se deterioraban en la ciudad".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.