“Hay que alejarse de la educación como proceso de domesticación”
Claudio Naranjo reivindica el conocimiento de uno mismo para curar los males del mundo
Claudio Naranjo, reconocido psiquiatra chileno, mantiene a sus 83 años un discurso firme y una mirada inquisitiva. Este año, para su sorpresa, le nominaron para el Premio Nobel de la Paz. No se lo dieron, algo que le sorprendió aún más. Un sabio contemporáneo, profesor de universidad en Chile e investigador en la Universidad de Berkeley (California), que ha dedicado su vida a conocer y entender los males de la personalidad. Habla de bondad, de conocerse a uno mismo, intuición, amor, como puntos claves para curar al mundo. Regresó a Madrid para presentar el libro La vida y sus enseñanzas, en el que su autor, Javier Esteban, desgrana las experiencias del largo camino andado.
Pregunta. ¿Lleva mucho tiempo conocerse a uno mismo?
Respuesta. A mí me ha costado toda una vida y ha sido larga por suerte. Pero he llegado a ser una persona feliz cuando yo era un individuo marcado por el descontento.
P. ¿Cómo ve la actual situación del mundo?
R. El mundo ha descuidado el factor humano, mientras que se presta atención al aspecto financiero, económico, ideológico... Por supuesto, la pobreza material es muy grave, pero no se habla de la pobreza interior que nos acompaña. Pobreza en amor, en conocimiento de uno mismo, espiritual, en todo lo que nos hace humanos.
P. Quizá tenga algún remedio.
R. Tenemos que crear una educación nueva, que incluya los conocimientos de psicoterapia y de la vida espiritual de las distintas escuelas. Hay que alejarse de la educación como un proceso de domesticación del individuo y que, en la actualidad, es sobre todo intelectual e ir hacia una vida enfocada en la virtud. No hablo de cánones moralistas que nacen de normas que prohíben porque el poder lo dice así. La virtud verdadera es una bondad que surge de nuestros actos, cuando estamos en orden, cuando estamos sanos. Falta lo emocional, la intuición, el amor, el instinto.
P. En España estamos viviendo un momento de partidos políticos nuevos que piden una mayor participación ciudadana.
R. Yo tuve conciencia de lo que pasó aquí, en la Puerta del Sol, y entiendo que todo ese movimiento era un darse cuenta colectivo. Si sirvió de algo es para hacer explícito que hay una gran parte de la población que apoya el cambio. Porque lo importante no son tanto las soluciones, sino tomar conciencia de lo que no sirve.
P. Para el cambio educativo se necesitan profesores con determinada formación. Usted ha creado la escuela Searchers After Truth (SAT).
R. La educación debería dedicarse a formar personas reales, tenemos un mundo muy pobre en ese sentido. Yo he desarrollado un método tras 40 años de experimentos. Son cuatro módulos de 10 días, uno al año, en convivencia. El procedimiento que empleamos trata de restituir los vínculos amorosos con mucho autoconocimiento, y ahí le doy un lugar muy especial a la recuperación de la espontaneidad y la libertad instintiva.
P. En el libro habla sobre la meditación. ¿Qué aporta?
R. Es como el antídoto a un mal que todos padecemos de perdernos la vida por las prisas, distraídos de nosotros mismos. Por una parte, permite la toma de conciencia de lo que está ocurriendo dentro de uno mismo. Estamos llenos de ideas irracionales y no conocemos la causa. No tenemos conciencia de existir. La gente que despierta recupera ese sentir vibrante. Por otra parte, la meditación permite detenerse, porque siempre estamos yendo a alguna parte. Es como una compulsión que nos da el mundo en el que nos hacemos esclavos de producir para la supervivencia, para mostrar que somos algo o para que nos quieran.
P. ¿Qué opina de la espiritualidad que emana de las religiones?
R. Las religiones son todas portadoras de un veneno de tener la razón, de estar en posesión de la sabiduría, de la última palabra. Hay un elemento de fanatismo, quizá sean una excepción el budismo o el taoísmo, religiones de anacoretas, para adentro. Pero las religiones sociales son una contaminación de la espiritualidad, nacieron del espíritu, pero se acabaron transformando en una realidad socio política.
P. El patriarcado es uno de sus grandes argumentos para cambiar el mundo.
R. Lo patriarcal se resume en la expresión pater familias, que evoca la ley romana, y fue una manera de codificar algo que llevaba años existiendo, que el padre era el dueño de la mujer y de los hijos. Es una ruptura con la democracia a nivel familiar, que ha precedido a todas las desigualdades sociales. El machismo que todavía prevalece es uno de los aspectos del patriarcado.
P. Fue pionero en la utilización de la ayahuasca, una droga alucinógena.
R. El primer congreso internacional sobre la ayahuasca lo abrí yo el año pasado. Fui un pionero en Chile en los años sesenta. A mí me parece que es una sustancia muy valiosa para la recuperación de la intuición y abre la posibilidad de tener un guía interno no intelectual. La mayor parte de las personas toma decisiones sopesando los pros y los contras, de forma razonable. Pero hay gente que se siente guiada y eso es un don. Con la ayuahuasca se puede recuperar ese don que debía ser parte de nuestra naturaleza.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.