“He escrito las vidas de mujeres para recuperar su reputación”
La estudiosa de Virginia Woolf no quiere "casarse" con los personajes que investiga
Hermione Lee marca el paso de toda conversación en la que se encuentra. Si es un coloquio con otros académicos, lanza preguntas más propias de un moderador que de un tertuliano. Al hablar en privado establece los límites del diálogo entre sonrisas y frases cortantes, sin perder nunca sus impecables modales ingleses. "Me interesa contar las vidas de algunas grandes escritoras, en parte para recuperar su reputación", explica Lee, actual directora del colegio Wolfston en la Universidad de Oxford. Esta crítica literaria, catedrática y biógrafa de Virginia Woolf, presentó en noviembre del año pasado la primera obra escrita sobre la vida de Penelope Fitzgerald, una escritora inglesa que comenzó a publicar libros, en 1975.
Un buen biógrafo tiene que ser ante todo "honesto y justo", sentencia Lee. ¿Debe sentir el autor simpatía por sus sujetos de estudio? "No se me haría esta pregunta si escribiera sobre Franco o Stalin", ríe. "Tengo implicaciones emocionales porque he estudiado autoras a las que admiro profundamente. Pero no se trata de casarte con tu personaje, porque esto es un trabajo". El biógrafo debe sentir algo de empatía, afirma, ya sea por el protagonista o por sus víctimas. "Sin embargo, Woolf y otras escritoras pueden resultar pretenciosas e intolerantes. Y tienes que ser honesta acerca de esas facetas, no puedes proteger a tu personaje".
En 1968, mientras sus amigos "hacían la revolución", ella estudiaba para sacar matrícula de honor
En este sentido, Virginia Woolf era una contradicción andante. "Sentía una gran fascinación por la aristocracia, pero también suscribía un tipo de socialismo y le interesaba mucho la gente normal, las vidas que no eran aclamadas ni recibían honores". La falsa biografía Orlando de Woolf es, según Lee, "una carta de amor secreta a su amante Vita Sackville-West", una rica hedonista de antiguo linaje aristócrata que vivió abiertamente su bisexualidad en la conservadora Inglaterra de principios del XX. "En cierto sentido es una celebración de la tradición y los privilegios ingleses", explica Lee. "Pero también es una parodia: retrata toda la ridiculez de ese tipo de vida".
Lee ha escrito, entre otras, las historias de la irlandesa Elizabeth Bowen y la estadounidense Willa Cather. Prefiere que no la encasillen como estudiosa solo de personajes femeninos –también tiene obras sobre Philip Roth y ahora empezará una de Tom Stoppard–, pero siente que debe hacer un esfuerzo adicional para recuperar las voces de las mujeres enterradas por la historia. Es el caso de Penelope Fitzgerald: "No se volvió famosa hasta los 80 años. No había sido un escritor joven y fuerte, que se hiciera publicidad a sí mismo".
Recorrido profesional
- Nació en Winchester, Inglaterra, en 1948.
- Obtuvo dos títulos de máster en Oxford, en 1968 y 1970. Comenzó su carrera como profesora ese año en Virginia (EE UU). "Pertenezco a la última generación de profesores que entró a trabajar sin hacer un doctorado", afirma.
- En la década de los setenta fue profesora en la Universidad de Liverpool, y entre 1977 y 1998 enseñó literatura en la Universidad de York.
- Ya como catedrática, en 1998 entró a trabajar a la Universidad de Oxford. Hoy preside el colegio Wolfston dentro de la institución.
- Es doctora honoris causa por las universidades de York y Liverpool.
Este último libro fue un encargo de la propia familia de Fitzgerald, que le dio acceso a documentos inéditos guardados en cajas. "Al escribir sobre alguien a veces hay que ser reservado, sobre todo si incluyes a personas que siguen vivas". Lee relata una anécdota sobre Fitzgerald en su biografía que molestó a la familia. Durante un viaje con una amiga, la escritora le robó unas medias. Los días anteriores habían desaparecido varias bufandas de otras compañeras de viaje. Cuando la amiga se enfrentó a Fitzgerald, esta le devolvió las medias de mala gana, y dejaron de evaporarse las bufandas. "La historia, más allá de resultar divertida, revela una ansiedad profunda de la autora sobre la falta de dinero", explicó Lee durante una ponencia el martes pasado. Fitzgerald había vivido los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial con poco dinero, tres hijos y un marido alcohólico que murió unos años después, lo cual le impidió escribir durante mucho tiempo. Pero, sostiene Lee, ser comprensivo no significa ceder a la censura.
En mayo de 1968 la catedrática estudiaba en Oxford. Mientras todos sus amigos "hacían la revolución", ella estaba demasiado ocupada consiguiendo una matrícula de honor. Hoy, con 66 años y multitud de títulos a sus espaldas, siente la misma pasión por la enseñanza y la investigación. Le frustra moverse sola por la Universidad Menéndez Pelayo de Santander, en cuyos cursos ha participado esta semana: "Mi francés es bastante bueno, pero no hablo nada de español". Lo cual no le impide salir corriendo en cuanto puede para no perderse una mesa redonda con colegas españoles, resuelta gracias a los intérpretes y los pinganillos.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.