Una película sobre fútbol que no va de fútbol
Juan José Campanella dará el pistoletazo de salida del festival de San Sebastián esta noche con el filme de animación 'Futbolín'
“Esta película es tan de fútbol como Casablanca es de guerra”. Campanella, un tipo nada futbolero, se ha trasladado a un campo de hierba para dirigir el filme de animación, Futbolín, que esta noche inaugura el Festival de Cine de San Sebastián, en una gala en la que el realizador argentino espera ver muchos niños. Porque a ellos está dirigida esta película del director de El secreto de sus ojos y Luna de Avellaneda. “El fútbol en la película es únicamente un gran contenedor para narrar las pasiones de la vida. No es un filme sobre fútbol ni está inspirada en ninguna estrella de este deporte, aunque algunos mal pensados pueden creerlo”, ha defendido esta mañana en la ciudad donostiarra, tras el pase de público, que ha sido acogido con aplausos.
Todavía sin estrenar en ningún país, excepto en Argentina, ya se habla de una segunda parte. Campanella no lo ha negado, pero ha querido ser prudente. “Ha habido casos en los que las secuelas han sido mejores que las primeras partes, pero yo creo que estas secuelas tienen que tener su tiempo de maduración. Hay que tratar de evitar las que se realizan por el solo hecho de que la primera parte haya ido bien, aunque en nuestro caso solo sabemos lo que ha pasado en Argentina [único país de momento en el que el filme se ha estrenado y en el que ya ha conseguido casi dos millones de espectadores]. No hay que dejarse llevar por el apuro y pensar bien las cosas”. Futbolín, una coproducción hispano-argentina, basada en el cuento El ala izquierda, de Roberto Fontanarrosa, se estrenará en España. El filme se centra en las aventuras de un chico tímido pero virtuoso con el futbolín que tendrá que enfrentarse a un gran desafío y a un terrible rival sobre una cancha.
Una de cal y otra de arena. Tras el fiasco y la decepción vivida aquí hace tres años cuando la anterior película de Campanella, El secreto de sus ojos, se fuera de vacío del palmarés oficial, a pesar de haber sido acogida por público y crítica con gran entusiasmo –el filme consiguió posteriormente el Oscar a la mejor película de habla no inglesa-, hoy el realizador argentino vive un día grande. Por primera vez, el Festival de Cine de San Sebastián inaugura su sección oficial con un título de animación. “Nos sorprendió muy agradablemente, ya que es todo un riesgo, pero también es un espaldarazo para la industria de la animación tanto en Argentina como España. Estamos en condiciones de competir a nivel mundial en este campo porque tenemos talento humano y técnica y con ello demostramos que la animación no solo se puede hacer en Hollywood”, ha asegurado Campanella, que también se ha mostrado prudente a la hora de contestar sobre su fracaso aquí con El secreto de sus ojos. “No lo vivo como un desagravio, no. Por supuesto que fue una decepción, porque no me divierte jugar por jugar, pero cuando uno juega tiene que respetar las reglas. A mí me pasa algo raro con los premios, trato de sustituir la tristeza que me produce no ganarlos, pero también la alegría al ganarlos. Duran muy poco tanto la tristeza como la alegría. Lo importante es el público, que es a quien está destinado mi cine”.
Acompañado por los productores Manuel Polanco, Jorge Estrada y Mercedes Gamero, Campanella ha confesado su placer al enfrentarse a una película de animación pero también sus dificultades. Rodada en 3D, el realizador se inspiró más en el cine real que en anteriores títulos de animación. Así, ha tenido muy en cuenta rostros de actores de verdad, de los que ha estudiado con detenimiento sus movimientos para luego trasladarlos a los muñecos. “Hemos buscado el realismo en las actuaciones y por ello, en ocasiones, parece que te olvidas de que estás ante una película de animación”, ha añadido Campanella, que nunca se ha visto tomando tantas decisiones como en esta cinta. “En el cine en vivo, creo que yo podría hacer, mal que bien, los trabajos de mis compañeros como la fotografía o el sonido. En la animación no, porque dependo mucho de la opinión de los artistas técnicos. Lo he tenido que decidir todo. Los ojos de Ricardo Darín son los suyos y vienen con él, pero la discusión para decidir el color de los del capitán del equipo de fútbol en Futbolín duró horas y horas, semanas y semanas. Al final no nos decidíamos a si ponerle azul verdoso o verde azulado”.
Babelia
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