Los Goya de 'Malamadre'
'Celda 211', Almodóvar y la Academia triunfan en la noche del cine español
Celda 211, el drama carcelario de Daniel Monzón, se convirtió anoche en la película ganadora de los Goya 2010. Partía como favorita, junto a El secreto de sus ojos, del argentino Juan José Campanella, pero los premios confirmaron el apabullante éxito de un filme claustrofóbico y sofocante que demuestra la madurez de su director, Daniel Monzón, y de su actor principal, Luis Tosar, el hombre que da vida a Malamadre, ese personaje hipnótico y brutal en manos de un intérprete dispuesto a asumir los mayores riesgos de su oficio. Monzón y Tosar lograron sendos goyas al mejor director y al mejor actor respectivamente. Eran los dos capitanes de un equipo que sumó un total de 8 premios: actor revelación, actriz de reparto, actor, sonido, guión, montaje, director, película.
El secreto de sus ojos se tuvo que conformar con el Goya a la mejor película hispanoamericana y con el de mejor actriz revelación para la más que conocida actriz argentina Soledad Villamil. Ágora, de Alejandro Amenábar, lograba siete estatuillas, la mayoría técnicas.
Era la gala de la euforia. De la remontada de las cifras del cine español, la primera de Álex de la Iglesia como presidente de la Academia del Cine Español, de la cineasta Ángeles González-Sinde como ministra de Cultura y de Javier Bardem y Penélope Cruz (siempre esquivos a las apariciones públicas) como pareja.
Y fue la gala de Pedro Almodóvar. De su regreso. El público en pie ante el director, que entregó el premio a la mejor película. "Tenéis un presidente muy pesado", dijo Almodóvar en referencia a Álex de Iglesia. Una sorpresa que demostró el liderazgo del nuevo presidente.
Una gala que llegaba después de largos meses de árida polémica política sobre el futuro del cine español y sus películas pero que, como era de esperar -y de manos de un genio de los late shows, Andreu Buenafuente- sirvió para limar asperezas y entretenerse con los espejismos y las realidades de las rutilantes estrellas nacionales. Había que divertir y divertirse. Y lo lograron.
Álex de la Iglesia proclamó su discurso como presidente con esa rotundidad, energía, gracia e inteligencia que le permiten decir sin que nadie se despeine que el cine español tiene capacidad de lucha para "competir con el de Hollywood". Habló de trabajadores en paro, de familias, de egos, de miserias, de dinero y de talento y de sueños. "¡Fuerza y honor!". Sólo él podía despedirse de esa manera.
La noche arrancó por todo lo alto para Ágora, la superproducción de Alejandro Amenábar, que partía con 13 candidaturas. Casi sin un respiro sumaba los premios técnicos más importantes: efectos especiales, fotografía, dirección artística, maquillaje y peluquería, vestuario, dirección de producción, guión original.
En el apartado de actores rompió el fuego Raúl Arévalo, mejor actor de reparto por Gordos. Le siguió, en el mismo apartado, Marta Etura (Celda 211) que con su vibrante discurso (a sus padres, a sus maestros, a sus amigos...) hizo saltar las lágrimas al patio de butacas. Su "a mi amor" dedicado a su compañero sentimental, Luis Tosar, fue el momento San Valentín de la noche. Y Lola Dueñas, la mejor actriz por Yo, también, contagió con su inmensa sonrisa la alegría de la noche.
Los Goya 2010 supusieron un nuevo reconocimiento para Alberto Iglesias (imbatible se llevaba el octavo Goya de su carrera por la banda sonora de Los abrazos rotos, de Pedro Almodóvar) y el espaldarazo a carreras incipientes, como la de Alberto Ammann (actor revelación por Celda 211). El Goya a la mejor dirección Novel fue para la directora catalana Mar Coll por Tres días con la familia y el mejor documental fue Garbo. El hombre que salvó el mundo, la película-investigación-thriller sobre ese doble agente español cuya hazaña en la Segunda Guerra Mundial ha rescatado ahora el equipo de este ejemplar filme. El Goya de Honor a Antonio Mercero sirvió para despertar nostalgias y emociones dormidas y para escuchar la hermosa dedicatoria que le hicieron desde el escenario sus hijos. Un Goya de Honor al que le sobró verdad (bastaba el rostro de la bellísima Aitana Sánchez Gijón para entenderlo) y que se sumó al escalofriante ovación cerrada que se llevó el recuerdo a Iván Zulueta y José Luis López Vázquez, dos ausentes en un cine que ayer celebró toda la vida que le queda por delante.
Babelia
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