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Moisés Expósito-Alonso, sobre la extinción silenciosa: “El Antropoceno ya ha provocado una pérdida de biodiversidad irremplazable”

El investigador español de Stanford explica que más de un 10% de la diversidad de todas las especies ya ha desaparecido y que hay que proteger sus hábitats para alcanzar los objetivos de la ONU para la biodiversidad

Moisés Expósito-Alonso
Moisés Expósito-AlonsoCarnegie Science/Universidad Stanford

Moisés Expósito-Alonso (Alicante, 32 años), ecólogo y biólogo evolutivo, dirige uno de los laboratorios sobre plantas en el centro de la Institución Carnegie en la Universidad de Stanford (Estados Unidos). El trabajo del español está dirigido a buscar la resistencia en los vegetales al cambio climático, centrándose en su diversidad genética como forma de adaptarse a situaciones extremas.

En su laboratorio de Palo Alto (California, EEUU), dispone de 30.000 plantas de Arabidopsis thaliana, poco más que una mala hierba, emparentada con las coles o la planta de la mostaza, pero que en investigación es vital ya que se dispone de su genoma completo secuenciado. La candidata ideal de modelo de referencia para ser sometida a todo tipo de presiones climáticas, desde sequías extremas a lluvias torrenciales, con el fin de conocer los escenarios futuros que dibuja el Antropoceno para las diferentes especies de la Tierra. “Utilizamos las plantas como el ratón o la mosca de la fruta en los laboratorios, básicamente”, explica Expósito-Alonso sonriente, porque “así somos capaces de medir cada cambio genético y calcular todos los parámetros”.

Su último trabajo, publicado recientemente en la revista científica Science, dibuja un panorama lóbrego para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas (ONU) de aquí a 2030 en materia de conservación de la Biodiversidad. Los cálculos de su equipo apuntan a que más de un 10% de la diversidad genética de todas las especies ya se ha perdido, por lo que las iniciativas de conservación deberían replantearse.

Con ese objetivo, Expósito-Alonso, que atiende a EL PAÍS por videoconferencia, asiste a la cumbre de Montreal sobre biodiversidad (la COP15 de la ONU), que se celebra estas dos semanas en Canadá, donde discutirá su trabajo sobre diversidad genética este sábado 10 de diciembre.

Pregunta. ¿Estamos a tiempo de cumplir los objetivos de Naciones Unidas respecto a conservación de especies, que apuntan a preservar un 90% de toda la biodiversidad del mundo?

Respuesta. Varios centenares de especies de animales y plantas ya se han extinguido desde la era industrializada por la actividad humana, cuyo impacto ha reducido a la mitad de los ecosistemas de la Tierra, afectando a millones de animales. De ahí nuestro trabajo, como una forma de evaluar cuál es la situación actual y qué debemos hacer, para marcar objetivos realistas de conservación.

P. Estamos de lleno en el Antropoceno.

R. No creo que haya problemas conceptuales con la definición, cuando más del 44% de todo el área terrestre del planeta ha sido modificada por la humanidad. Una época que comenzó hace más de 10.000 años con las primeras poblaciones humanas, la creación de asentamientos y popularización de la agricultura, y que ha continuado con nuestro crecimiento demográfico exponencial y los múltiples impactos ambientales en la Tierra.

Una muestra de 'Arabidopsis thaliana' en un hábitat natural, cortesía de la Universidad de Stanford en Palo Alto, California (EEUU)
Una muestra de 'Arabidopsis thaliana' en un hábitat natural, cortesía de la Universidad de Stanford en Palo Alto, California (EEUU)MOILAB

P. ¿La pérdida de área del hábitat de un animal, provocada por la deforestación o por construir una carretera encima, afecta directamente a su capacidad de reproducirse?

R. Claro, puede impedir geográficamente que las poblaciones de una misma especie interactúen entre sí. El que una especie pierda su hábitat tiene serias implicaciones para la riqueza genética de un animal o planta, y su capacidad para hacer frente a los próximos desafíos del cambio climático.

La selección natural suena a mutaciones y superpoderes; pero en realidad son pequeñas variaciones naturales en los genes que afectan a la capacidad de sobrevivir y reproducirse, pura adaptación

P. Pero sobre todo importan los nichos ecológicos, ¿es la variedad genética una de las claves del éxito de los animales para sobrevivir?

R. Hasta hace poco, este importante componente no se tenía en cuenta a la hora de establecer objetivos de conservación de la biodiversidad, pero sin una reserva diversa de mutaciones genéticas naturales a la que recurrir las especies verán limitada su capacidad de sobrevivir a las alteraciones de su área de distribución geográfica. Uno de los problemas es que definir la variabilidad genómica de una especie es complicado. Una medida es el conteo de mutaciones por especie, cuántas letras son diferentes en su ADN: en cada A-C-T-G (Polimorfismo de nucleótido único). Utilizando la genética y ecuaciones de dinámica de poblaciones hemos calculado el área del hábitat perdida de muchas especies, y eso puede haber supuesto que ya un 14% de media de la biodiversidad genética mundial haya desaparecido y sea irreparable. Hasta donde sabemos ahora mismo, esta es la primera herramienta para evaluar los objetivos de las Naciones Unidas, y que ha puesto específicamente un porcentaje a la diversidad genética perdida.

P. ¿Considera que no se ha transmitido su importancia?

R. Lo que me preocupa más ahora mismo del Antropoceno es la extinción de la variación genética natural, dado que su ritmo de recuperación es mucho más lento que el de su pérdida. Nos importa un único animal, un tigre o un panda, mientras que el resto de las especies están sufriendo millones y millones de impactos. Podríamos mantener ahora mismo el 100% de las especies del planeta en un museo o zoo, pero esto no las salvaría. Si todos son iguales, clones o hermanos, esperar a que a través de mutaciones naturales consigan recuperar su riqueza genética equivaldría a millones de años. Cuanto mayor sea el conjunto de mutaciones de las que pueda servirse una especie, mayores serán las posibilidades de dar con esa mezcla afortunada que la ayudará a prosperar a pesar de las presiones creadas por el cambio climático. A más diversidad, más posibilidades de sobrevivir.

P. Un problema que se ha visto con la agricultura, en la relación entre la destrucción de ciertos hábitats y cómo los virus saltan a los humanos, ¿verdad?

R. Exacto, es lo que se ve en monocultivos agrícolas. Cuando en un ecosistema no tienes variación natural, como llamamos a las mutaciones, lo que pasa es que ciertas enfermedades consiguen hackear el sistema inmunológico y colonizarte. Un caso clarísimo que pasa en los cultivos sin variedad. Cuando no hay varias formas de reconocer a un patógeno, es mucho más fácil que se transfiera, por pura dinámica epidemiológica.

Utilizando la genética y ecuaciones de dinámica de poblaciones hemos calculado el área del hábitat perdida de muchas especies: un 14% de media de la biodiversidad genética mundial ha desaparecido, quizá de forma irreparable

P. ¿Cree que se sigue entendiendo mal la evolución, como que a nivel general se piensa como algo esotérico?

R. La selección natural suena como que hay un agente que la dirige, pero eso es un problema lingüístico humano. En realidad, creo, que es porque se nos da mal entender la estadística. En la cultura popular, las mutaciones transmiten superpoderes que desafían las leyes de la física. Pero en realidad, es la teoría de la evolución, las mutaciones representan pequeñas variaciones naturales aleatorias en el código genético que podrían afectar positiva o negativamente a la capacidad de un organismo individual para sobrevivir y reproducirse, transmitiendo los rasgos positivos a las generaciones futuras. Pura adaptación.

Exposito-Alonso-Moises
Más de 30.000 plantas sirven para conocer la resistencia vegetal a situaciones climáticas extremas, en la Universidad de Stanford (EEUU)MOILAB

P. ¿En su plantación para investigar planean escenarios hipotéticos a futuro con diferentes variaciones genéticas?

R. Esto lo generamos mezclando semillas de muchos lugares del mundo, y las exponemos a un clima californiano, similar al del sur de España. Además de saber el genoma entero de las 30.000 plantas, en nuestros jardines controlamos las precipitaciones, cada gota de lluvia, la temperatura y las características de la tierra.

P. Utilizan la herramienta de diseño genómico CRISPR, ¿llegarán a teledirigir la evolución?

R. Es la pregunta del millón, ¿podemos predecirla? Y luego nos planteamos: ¿cuántas mutaciones necesitaríamos para poder adaptarnos a todos los posibles escenarios? La incertidumbre es no saber qué mutación va a ser la ganadora, estamos hablando de millones.

P. ¿Conseguirán encontrar los genes capaces de adaptarse al cambio climático?

R. Si eso es posible, lo contaré en un par de años [sonríe].

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