_
_
_
_
_
GASTRONOMÍA

El récord imbatible del bebedor de cerveza

La famosa Bodega de la Ardosa celebró hace décadas un peculiar concurso de consumo de pintas

La Taberna de La Ardosa.
La Taberna de La Ardosa.Santi Burgos

La Bodega de la Ardosa (Colón, 13), una taberna fundada en 1892 y ubicada en pleno corazón de Malasaña, se llena cada fin de semana de personas dispuestas a disfrutar de sus cañas, sus vermús y sus tapas. Lo que quizá pocos sepan es que el local, que fue de los primeros de la capital en tener un grifo de cerveza Guinness, celebró entre 1986 y 1990 un peculiar concurso de consumo de pintas durante la fiesta irlandesa de San Patricio.

Más información
Cerveza sin espuma, ¿sacrilegio o acierto?
¿La caña del mediodía sube más que la de la cena?

En una esquina del establecimiento un cuadro señala los diez primeros puestos de la competición. El noveno lugar los ostenta Brendan Murphy, un irlandés bonachón que todavía frecuenta el castizo local, afamado por su tortilla de patata. Murphy recuerda que el día de la contienda llegó “un poco tocado” a La Ardosa. Se apuntó y se hincó diez pintas en dos horas y 15 minutos. Era marzo del 86. “No me supuso ningún esfuerzo; era una fiesta y paré cuando ya no podía más”, rememora este irlandés de 57 años, afincado en Malasaña desde esa época. El récord imbatible lo ostenta Sebastian Tilinsky, de la República Federal Alemana, que se bebió 14 pintas de Guinness en tres horas y 22 minutos en septiembre de 1989. Es decir, más de siete litros de cerveza. Bajo el listado de clasificados se distinguen las reglas del juego, que establecían que cada participante debía ir acompañado por “alguien responsable”; que se podía comer y orinar, “pero no vomitar”; que el tiempo máximo era de cuatro horas; que se abonaba solo hasta la décima pinta una vez bebida; y que había un “suculento premio sorpresa” para el primer récord.

Víctor Díaz-Frey, gerente del local, recuerda cómo surgió el concurso: “Se juntaba gente que se retaba con el ‘a ver quién bebe más’; especialmente irlandeses, alemanes e ingleses”. En la barra tomaron nota y organizaron el campeonato que se empezó a celebrar cada año. “El primer clasificado pesaba y medía muy poco; era la mitad que Brendan, que fue noveno”, se ríe. El concurso acabó en marzo de 1990. Díaz-Frey descarta que se pueda reiniciar: “Nos hemos sensibilizado con el abuso del alcohol y San Patricio es una fiesta que en Madrid está en declive”, explica. Murphy, acodado en la barra del bullicioso bar, lo evoca con nostalgia, aunque advierte sobre el riesgo de superar el récord: “Sería casi mortal”.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_