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Más de la mitad de las exportaciones de Colombia está en manos de 16 empresas

Los efectos de una compleja estructura arancelaria, el atraso logístico y otras barreras burocráticas frenan el dinamismo del comercio exterior en el país suramericano

Un ingeniero de Carbones del Cerrejón supervisa los contenedores de carbón que son transportados para su exportación, en Albania, Colombia
Un ingeniero de Carbones del Cerrejón supervisa los contenedores de carbón que son transportados para su exportación, en Albania (Colombia).Mariana Greif Etchebehere (Bloomberg)
Camilo Sánchez

Colombia suma ya varias décadas sin enderezar el modesto panorama de sus exportaciones. Se trata de un sector concentrado en tan solo 16 empresas, encabezadas por Ecopetrol, la mayor compañía del país, y seguida por las multinacionales mineras Drummond y Carbones del Cerrejón. A pesar de que las causas han sido de sobra diagnosticadas, las promesas de cada Gobierno para desatascar la situación y ampliar la oferta exportadora se han quedado en el terreno de las intenciones. Basta con revisar diversas mediciones regionales para constatar un panorama poco optimista debido a la vorágine de barreras no arancelarias, el atraso en logística u otras sombras aduaneras.

El presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Ancoldex), Javier Díaz, dijo hace una semana durante la convención anual de Asobancaria que en Colombia “los riesgos derivados de los trámites y del narcotráfico” hacen, básicamente, imposible el comercio exterior. Una postura que tocó nervios sensibles en un país que trata de sacudirse de la inflación y ajustar los indicadores de una economía atribulada tras la pandemia. También fue Díaz quien detalló que, de un total de 10.000 empresas exportadoras registradas, tan solo un puñado acapara el 53% de la actividad comercial.

“En la base de la pirámide hay unas 9 mil empresas que a duras penas reúnen el 2% de la canasta exportadora”, explica Díaz en conversación con EL PAÍS. Bajo este marco de elevada concentración se desenvuelve un mercado que no acaba de explotar su capacidad real: “Si exportáramos el promedio per cápita de otros países de la región, deberíamos estar cerca de los 120,000 millones de dólares. Pero escasamente llegamos a 57,000 millones. La mitad de lo que un país, con el tamaño y población de Colombia, debería exportar”.

La responsable del Consejo Privado de Competitividad, Ana Fernanda Maiguashca, desmenuza más las estadísticas y reconoce que hay un rasgo del escenario actual que genera especial inquietud: “En principio te encuentras con una serie de empresas bastante plural, pero cuando revisas de cerca se trata de pequeñas y medianas empresas que en los últimos diez años han exportado solo una vez”. El peso de las exportaciones dentro del PIB en Colombia ronda el 16%, lideradas por los sectores petrolero y carbonero, industrias extractivas con productos a los que no se les agrega valor en el país. El problema, para los expertos, está relacionado en primer término con las barreras arancelarias.

“En Colombia las tarifas en promedio no son muy altas”, argumenta Maiguashca, “lo que sí sucede es que son muy dispersas y organizar el proceso para una estructura tan compleja no resulta fácil”. Otro asunto tiene que ver con la tramitología con visos coloniales y que la la también excodirectora del Banco de la República etiqueta como “barreras pararancelarias”. Pedir un permiso aquí y un registro allá y un sello en otra parte. “Esa realidad es parte de nuestra cultura institucional y para la mayoría de expertos constituye el gran obstáculo para el comercio internacional”, concluye. Y la tercera limitación está anclada en un atraso casi congénito de infraestructura. Javier Díaz recuerda que el aparato productivo se instaló “en el centro del país”, contrario a lo que sucedió en otros países como Chile o en Perú. “Conectar los puertos ha sido muy difícil y dependemos del sistema menos competitivo, que es el carretero. La navegación por el río Magdalena no funciona y al ferrocarril lo dejaron morir”.

Las exportaciones crecieron en el primer trimestre de este año un 4,9% frente al mismo periodo de 2022, según datos del Departamento Administrativo de Estadística (DANE). Una cifra aceptable si se tiene en cuenta que las importaciones se contrajeron el 7,4% en un contexto de inestabilidad mundial por cuenta de la invasión rusa a Ucrania o el pulso comercial entre Estados Unidos y China. José Manuel Restrepo, exministro de Comercio Exterior, reconoce ante la evidencia que Colombia es uno de los países de la región que tiene menos “aprovechamiento de los mercados internacionales”.

Pero el hoy rector de la Universidad EIA también asegura que hay que poner las cosas en su contexto: “Colombia ha hecho un gran esfuerzo por incrementar la participación de las exportaciones no mineras. Pero el esfuerzo debe centrarse en fortalecer estrategias que permitan que la micro y la pequeña empresa, que representa gran proporción del tejido empresarial en Colombia, aprovechen los mercados internacionales”.

Restrepo también recuerda que ese puñado de 16 grandes empresas hace un gran aporte al PIB, que también se encuentra altamente concentrado. Sergio Guzmán, al frente del centro de pensamiento Colombia Risk Analysis, agrega que esas compañías son las únicas con capacidad de cubrir los gastos de impuestos, tener una infraestructura cercana a los puertos o costear sus propios medios de transporte.

“La gasolina está subiendo de precio”, remata Guzmán, “llegar a los puertos cada vez es más caro y los fletes son más costosos”. Un asunto que se agrava con la fragmentación geográfica del país. Colombia ha estado mirando “hacia adentro muchos años”, opina Díaz. Una parte significativa del crecimiento se ha apoyado en un mercado de 50 millones de consumidores que, a pesar de no ser nada despreciable, cuenta con sus riesgos: “No tenemos una oferta de bienes exportables novedosa desde los años 70 con las flores. No hay ímpetu de diversificar. Ahora estamos tratando con las frutas exóticas o el aguacate. Pero grandes redes o proyectos de exportación no los hay”.

Maiguashca aporta otro dato: para 2021, el 6% de las grandes firmas exportadoras contribuyó con el 79,3% de las exportaciones totales. Se trata de una tendencia de concentración a nivel mundial, que en el caso colombiano se agudiza. Adicionalmente, prosigue la presidenta del órgano privado que hace seguimiento a la competitividad, “el mundo ha avanzado mucho con la llegada del comercio digital y nosotros no tenemos tanta oportunidad de mejora porque es difícil mantenerse a través del proceso exportador precisamente a raíz de todas estas trabas administrativas”.

¿De dónde surgen tantas talanqueras? Para Díaz habría que buscar la respuesta en las infructuosas políticas estatales para contener el narcotráfico. El responsable de Analdex explica que las autoridades han querido controlar hasta el más mínimo detalle de las empresas formales. En última instancia se trata de un mercado “sobrerregulado”, agobiado por inspecciones que tardan mucho tiempo: “Desaduanar un contenedor en nuestros tiempos toma varios días, mientras en Panamá dura minutos. Luego vienen las inspecciones y las multas que desincentivan a los empresarios a participar en el mercado exterior”.

Díaz, sin embargo, también plantea soluciones: “Hay que darle más fuerza al operador económico autorizado local y profundizar en el proceso de inspección digital más que en el físico”. Así mismo, recuerda que en Estados Unidos después de los atentados del 11 de septiembre las autoridades se convencieron de que no tenían por qué perseguir mercancías, sino más bien conocer a detalle quiénes son los operadores de comercio exterior. Subieron los requisitos para la certificación. Ese es el camino en opinión de Javier Díaz: “agilizaría el trabajo para que la DIAN, la policía antinarcóticos, el INVIMA y el ICA sean más efectivos”.

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Sobre la firma

Camilo Sánchez
Es periodista especializado en economía en la oficina de EL PAÍS en Bogotá.

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