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Las vacunaciones irregulares empañan la campaña de inmunización

Los expertos abogan por precisar más la estrategia de vacunas para evitar interpretaciones erróneas. El ministro Illa insta a hacer “una planificación adecuada” para que no sobren inyecciones

Una enfermera vacuna a un hombre en la residencia Pare Vilaseca (Igualada, Barcelona) el 12 de enero.
Una enfermera vacuna a un hombre en la residencia Pare Vilaseca (Igualada, Barcelona) el 12 de enero.Albert Garcia (EL PAÍS)
Jessica Mouzo

Los saltos en la cola para vacunarse contra la covid-19 están empañando la campaña de inmunización en España. Sanitarios jubilados, alcaldes, un consejero, funcionarios, gerentes de hospitales, curas, parientes de trabajadores de residencias y familiares de sanitarios han pasado por delante de los grupos prioritarios establecidos por el Ministerio de Sanidad y ya se han vacunado. Unos por un malentendido, otros para “dar confianza”, también porque “sobraban dosis”. El ministro de Sanidad, Salvador Illa, ha instado a hacer “una planificación adecuada” para evitar que se desperdicien inyecciones y señaló, en cualquier caso, que la potestad de sancionar estas malas prácticas corresponde a las comunidades. Los expertos, por su parte, reclaman instrucciones “más precisas” en los protocolos para evitar disfunciones e interpretaciones erróneas.

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Explicaban el alcalde de El Verger, Ximo Coll, y su mujer, la alcaldesa de Els Poblets, Carolina Vives, que estaban tomando un aperitivo en un bar cuando les llamaron del centro de salud de El Verger: que sobraban siete dosis y si se querían ir a vacunar. No pertenecen a los grupos de la primera etapa de vacunación —ancianos y personal de residencias, sanitarios y grandes dependientes—, pero la pareja, ambos del PSOE, aceptó y recibió, junto a otros cinco agentes de la policía local, la primera inyección. “Hay un montón de ancianos y personas de riesgo que me llaman para que les ayude con algo (…). Por eso pensaron que me debía vacunar, para no expandir el virus por el pueblo”, se justificaba. La vacuna, en cualquier caso, protege al inmunizado de sufrir la enfermedad grave, pero no de contraer el virus y ser transmisor.

“Para que la dosis no se eche a perder” es una de las excusas más recurrentes: de cada vial se extraen entre cinco y seis dosis y, una vez manipuladas, hay que administrarlas en pocas horas o tirarlas. El alcalde de Riudoms (Tarragona), Sergi Pedret (Junts per Catalunya) alegó esta situación para justificar su vacunación irregular. Lo mismo que en la residencia Casablanca de Madrid, donde se vacunó a familiares de los trabajadores y sacerdotes que visitan el centro. Se hizo, aseguraron, “con el único ánimo de aprovechar el 100% de las dosis recibidas y proteger al máximo a los mayores” de la residencia.

A la excusa de las dosis sobrantes, el ministro Illa respondió este miércoles tajante: “Hay que planificar las vacunas con la citación adecuada para que no sobren viales”. No hay un protocolo específico de qué hacer en ese escenario, aunque los expertos consultados sugieren buscar población de riesgo próxima a la que inyectar esas dosis. “Hay que hacer protocolos más específicos para ir poniendo las cosas que van pasando. Si hay un sobrante sistemático, es que no se ha movilizado al personal adecuado. La base es planificar la población a vacunar y las dosis necesarias. No vamos a desperdiciar vacunas, pero no se las vamos a poner a los influyentes. Puedes movilizar personal del centro de salud más cercano para continuar con la vacunación”, sostiene Daniel López-Acuña, exdirector de Emergencias de la Organización Mundial de la Salud. Se trata de tirar de sentido común, tercia Fernando Moraga-Llop, vicepresidente de la Asociación Española de Vacunología: “Quizás no se puede protocolizar todo, pero hay que actuar con rapidez y aplicar criterios médicos de prioridad”.

El goteo de malas prácticas, sin embargo, no cesa y ya se cuentan por centenares las personas que se han saltado la fila. El alcalde de Rafelbunyol (Valencia), Fran López (PSOE), explicó que le propusieron vacunarse en el primer día de inmunización en la residencia de mayores del municipio y aceptó porque pensó que “ayudaba a dar una sensación de confianza, tranquilidad y seguridad a la ciudadanía”. En Cataluña, el Instituto Catalán de la Salud (ICS) ha abierto un expediente a tres sanitarios de un equipo de vacunación de Tarragona por inmunizar a familiares suyos. “Estas acciones ponen en duda la logística de la campaña de vacunación”, lamenta Moraga-Llop.

El caso más flagrante, sin embargo, ha sido el del consejero de Salud de Murcia, Manuel Villegas: él y otros 400 trabajadores de la consejería y el Servicio Murciano de Salud (SMS) —entre ellos, su esposa— ya se han inmunizado. “Una vez vacunados los profesionales de primera línea y al ampliarse la capacidad de vacunación, se comenzó de forma paralela a vacunar al resto de trabajadores de la sanidad que lo solicitaran”, dijo. Pero no les tocaba. La estrategia de vacunación de Sanidad señala que en estos primeros meses es el turno de los residentes y personal sanitario y sociosanitario que trabaja en residencias de personas mayores y de atención a grandes dependientes, el personal de primera línea en el ámbito sanitario y sociosanitario, otro personal sanitario o sociosanitario que trabaje en centros sanitarios y personas consideradas como grandes dependientes (grado III). Villegas es médico, pero no está ejerciendo en ningún centro sanitario. Tras la polémica suscitada, el alto cargo murciano presentó este miércoles su renuncia.

El consejero de Salud de Murcia, Manuel Villegas, en el momento de anunciar su dimisión, este 20 de enero.Vídeo: JAVI CARRIÓN | EUROPA PRESS

En opinión de Amós García Rojas, presidente de la Sociedad Española de Vacunología, el protocolo no deja dudas: “Los colectivos que se tienen que vacunar ahora son los más vulnerables y los sanitarios. Si sobran de un vial abierto, tienes que tener gente preparada de esos colectivos para no desperdiciar vacunas, pero no puede ser que se le quiten dosis a personas vulnerables a las que les corresponden”. Con respecto a los consejeros de Sanidad, Rojas, que participó en la elaboración del protocolo, señala que deben vacunarse “cuando les toque”, y añade que, además del murciano, no conoce a ningún otro al que le hayan administrado una dosis. “En una consejería tiene sentido que se vacunen epidemiólogos o personas que trabajan en la vacunación, el personal que está lidiando con la pandemia”, concluye.

“Responsabilidad y ética”

Illa pidió este miércoles “responsabilidad y ética” en el proceso de vacunación y recordó que son los expertos del grupo de trabajo los que definen los grupos prioritarios. El próximo, por cierto, serán los ancianos mayores de 80 años. “Todos debemos predicar con el ejemplo, más los que tenemos responsabilidades públicas; creo que con eso ya lo he dicho todo”, zanjó el ministro. España ya ha administrado más de un millón de dosis y hay 15.642 personas con el ciclo de vacunación completado.

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Los expertos consultados señalan que, si bien hay casos obvios de vacunaciones irregulares, como la inmunización a sanitarios jubilados que se produjo el pasado fin de semana en el hospital Clínico San Carlos de Madrid, hay una zona de grises, donde la interpretación es difusa. Así, el director gerente del hospital de Basurto, Eduardo Maíz, y el de Santa Marina, José Luis Sabas, presentaron este miércoles su dimisión tras vacunarse cuando no les tocaba: si bien podrían caber en el grupo tres de la primera etapa —”personas no incluidas en la categoría de primera línea que trabajan en centros y establecimientos sanitarios y sociosanitarios” en actividades que exigen contacto estrecho con posibles infectados—, Euskadi es más estricto en su vacunación y, ahora mismo, solo está inmunizando en las residencias y a sanitarios de primera línea. “Hay que dejar margen de maniobra para la organización operativa, pero debe haber más pautas. Está bien que el Consejo Interterritorial haya aprobado los grupos diana pero, tras las residencias, habrá que acometer varios en paralelo. Hay que optimizar las estrategias con los criterios de priorización”, sostiene López-Acuña.

Otro caso confuso es, por ejemplo, el del cuñado del rey Felipe VI, Iñaki Urdangarín, en prisión por el caso Nóos de corrupción. Urdangarín ya se ha vacunado contra la covid debido a su labor de voluntariado que hace tres días a la semana ayudando en el Hogar Don Orione, de Pozuelo de Alarcón (Madrid), en la atención a personas con discapacidad. Se ha hecho por instrucciones de Salud Pública, señalan fuentes del centro: “Nos hemos vacunado todos, primero residentes y luego personal de atención directa, como unas 200 vacunas”.

También queda en un limbo la vacunación que ha iniciado el Ministerio de Defensa a los soldados que van a viajar a misiones internacionales. “Con arreglo a la Estrategia de Vacunación contra el COVID en España, el Ministerio de Sanidad ha facilitado al Centro Militar de Farmacia dosis de la vacuna para atender a la Sanidad militar y los supuestos excepcionales de las Fuerzas Armadas”, ha explicado una portavoz de Sanidad. Esos casos excepcionales son, según Defensa, las tripulaciones del buque de asalto anfibio Castilla y del cazaminas Tajo, con 200 y 60 marineros respectivamente, que saldrán en misión al extranjero en las próximas semanas.

Ahora que avanza el proceso de vacunación, los epidemiólogos animan a perfeccionar el protocolo con la experiencia adquirida para evitar situaciones como estas. “Creo que los casos que han ocurrido son excepciones, no es la regla. Quizás no se han dado instrucciones para que se califique bien al personal. Hacen falta directrices y una priorización clara. Y una supervisión para que nadie se salte las reglas del juego”, apunta Toni Trilla, jefe de Medicina Preventiva del Hospital Clínic de Barcelona.

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Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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