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La covid-19 se ceba con la Barcelona pobre

Un estudio revela que la incidencia de casos es casi tres veces mayor en los distritos con menos renta de la capital catalana

Jessica Mouzo
Un técnico del Ayuntamiento de Barcelona desinfecta contenedores en Nou Barris, el pasado abril.
Un técnico del Ayuntamiento de Barcelona desinfecta contenedores en Nou Barris, el pasado abril.Albert Garcia Gallego

La covid-19 se ceba con los entornos desfavorecidos. Esa es la conclusión que se desprende de un estudio realizado por científicos del Hospital del Mar y el Instituto Universitario de Investigación en Atención Primaria Jordi Gol (IDIAPGol) sobre la incidencia del virus en Barcelona: en los distritos con renta más baja, como Nou Barris, el azote de la covid-19 es más fuerte. Allí, por ejemplo, se registró una incidencia casi tres veces superior a la de los barrios ricos, como el distrito de Sarrià-Sant Gervasi. Los expertos consultados coinciden en que la vivienda, el trabajo y el tipo de relaciones sociales están detrás de esa brecha.

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Los investigadores del Hospital del Mar y el IDIAPGol analizaron los datos de los peores días de la pandemia, desde el primer caso (el 26 de febrero) hasta el 19 de abril. En ese tiempo, la incidencia acumulada de la covid-19 en la capital catalana fue de 49,24 casos por 10.000 habitantes, pero el envite del virus no fue igual en toda la ciudad. “Encontramos una correlación significativa: los barrios con más nivel de renta tenían menos incidencia”, explica Maria Grau, investigadora principal y miembro del grupo de investigación epidemiológica y genética cardiovascular del Instituto Mar de Investigaciones Médicas (IMIM). Así, si bien Sarria-Sant Gervasi es el distrito con mayor renta (40.022 euros per cápita), fue el que tuvo la incidencia más baja en la primera oleada: 28,06 casos por 10.000 habitantes. El distrito de Nou Barris, el más pobre de Barcelona, sufrió una incidencia 2,5 veces mayor que la de la Barcelona rica: 69,58 infectados por 10.000 habitantes.

Con 12.000 euros de renta media, según el estudio de los investigadores del Hospital del Mar, el distrito de Nou Barris cobija algunos de los vecindarios más pobres de Barcelona. En este entorno de grandes bloques de viviendas y mucha vida en la calle, el porcentaje de vecinos migrantes se sitúa entre el 20% y el 50% de la población de los barrios y alrededor del 40% de los habitantes de ese distrito tienen solo estudios primarios o menos. Si el indicador de renta familiar disponible sitúa la media de Barcelona (21.896 euros al año) en 100, en Ciutat Meridiana, uno de los vecindarios de Nou Barris, este indicador es 38,6. Este barrio o La Trinitat Nova duplican la tasa de paro de Barcelona (7%).

A apenas 12 kilómetros, bordeando la falda de la montaña de Collserola, se alza la otra Barcelona, la ciudad rica. Viviendas unifamiliares con jardín, chalets adosados y edificios modernistas reconvertidos en mansiones, escuelas de negocios o colegios de pago dibujan el paisaje de varios barrios del distrito de Sarrià-Sant Gervasi. Más del 80% de sus vecinos tienen estudios medios o superiores y la tasa de paro es la mitad que la media de Barcelona.

“No es lo mismo vivir en 200 metros cuadrados que en 40. No es lo mismo coger el transporte público para trabajar que ir en coche propio. No es lo mismo poder teletrabajar que tener que salir todos los días”, explica José Miguel Baena-Díez, investigador del IDIAPGol. Los expertos coinciden en que, aunque el virus sea imprevisible y no distinga entre ricos y pobres, el entorno y los condicionantes socioeconómicos confieren un mayor o menor riesgo de exposición al virus. “Es el círculo vicioso de la pobreza y se hace un efecto bola de nieve. La existencia de más patologías previas en la gente más pobre aumenta su predisposición a infecciones más graves de covid-19”, apostilla Grau. Su investigación se ha publicado en la revista Journal of Public Health.

No es la primera vez que los expertos ponen el foco en cómo las desigualdades sociales influyen en las infecciones por coronavirus. La Agencia de Salud Pública de Barcelona ya recogió en un informe del pasado mayo que “las áreas más desfavorecidas, con rentas menores a 18.085 euros, tienen incidencias más altas que las más favorecidas”. “Son los hombres de edad más avanzada los que presentan una gradación más clara de desigualdad socioeconómica”, rezaba el estudio. Los firmantes del artículo señalaban también las condiciones de vida y de trabajo como los elementos capitales para entender estas desigualdades. “Según el Observatorio Metropolitano de Barcelona, el rango de superficie media de las viviendas de Barcelona es de entre 45 y 125 metros cuadrados, confluyendo los factores: pisos más pequeños y con más ocupación en algunos de los barrios más pobres”, apuntaban los expertos de la ASPB. También volver forzados al trabajo por temor a perder su puesto, no poder seguir las medidas de prevención en su ejercicio profesional o compartir habitación para sortear la precariedad de los empleos y sueldos favorecen condiciones sanitarias poco apropiadas que favorecen la infección.

“No me sorprenden estas desigualdades y el gradiente socioeconómico. Las pandemias tienen naturaleza comunitaria, no hospitalaria. Cuando tienes que salir a trabajar, tienes más riesgo. Si tu salud de base es peor, como sucede con las personas con más problemas socioeconómicos, el impacto de la covid-19 será mayor”, valora David Elvira, economista experto en gestión sanitaria y exdirector del Servicio Catalán de la Salud. En su investigación, los científicos del Hospital del Mar y el IDIAPGol mencionan estudios donde se observa que la gravedad de la covid-19 se amplifica con la existencia de epidemias de dolencias crónicas, como la diabetes o la obesidad, que “también tienen un patrón social y están asociadas a los determinantes sociales de la salud”. Por ejemplo, explican los expertos, en una gran cohorte en Luisiana (Estados Unidos), el 76,9% de los pacientes hospitalizados con covid-19 y el 70,6% de los que fallecieron eran negros, mientras que solo el 31% de este grupo étnico recibe atención médica de rutina. Los pacientes negros en esa cohorte tenían una mayor prevalencia de obesidad, diabetes, hipertensión y enfermedad renal crónica al inicio del estudio que los pacientes blancos.

Reforzar la educación sanitaria

La evolución de los brotes de covid-19 inciden en estas desigualdades. Por ejemplo, el foco en la comarca leridana del Segrià, que comenzó entre temporeros precarios que vivían en la calle o hacinados en infraviviendas donde no se podía garantizar un aislamiento seguro. En L’Hospitalet de Llobregat, los brotes también se dieron en La Torrassa, uno de los barrios más humildes y con más densidad de población de la ciudad. Los brotes en Sabadell y Ripollet siguen el mismo patrón: vecindarios obreros, con bloques de pequeñas viviendas y alta ocupación y vecinos que hacen mucha vida social conjunta. “Un estudio serológico en Suecia demostró que en los barrios más pobres, el 30% había pasado la enfermedad; mientras que en los ricos solo era el 4%”, ejemplifica Grau.

Los expertos apuestan por reforzar la educación sanitaria en las zonas con más riesgo. “Hay que aumentar el esfuerzo de alfabetización en salud de estas personas y también hay que hacer más esfuerzo económico para disminuir esta precariedad”, insiste Grau. José María Molero, del grupo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc) aboga por ampliar los recursos para facilitar el aislamiento de los casos positivos. “Una cosa fundamental en la covid-19 es el aislamiento y hay que potenciar residencias y hoteles medicalizados donde separar de forma adecuada a los infectados de su entorno familiar”, apunta el médico, que reclama también garantizar el acceso de todos los ciudadanos a las medidas de protección que suponen un coste, como la mascarilla.

Con todo, advierte Elvira: “Como gestores sanitarios podemos compensar las desigualdades en salud, pero no arreglarlas. Podemos hacer una política paliativa, pero el problema de base es que hay que acabar con las desigualdades sociales”.

La excepción de Ciutat Vella

Ciutat Vella es uno de los distritos de Barcelona con la renta más baja de la ciudad (18.458 euros) pero, en contra del patrón establecido por los investigadores, la incidencia de la covid-19 tampoco ha sido muy elevada (32,66 casos por 10.000 habitantes). Los expertos lo achacan a la elevada presencia del turismo en esta zona. “Los resultados reflejan la realidad de esta zona de alto turismo: bajos ingresos medios en una población relativamente joven (más del 30% tiene entre 25 y 39 años) y una alta presencia de población extranjera residente (más del 25%). Esto también dificulta la vigilancia de la covid-19, ya que los entornos de atención primaria del sistema de salud pública están orientados a los residentes, mientras que los visitantes serían atendidos en urgencias y clínicas privadas”, reza el estudio.

 

El distrito de Sant Andreu, el segundo más pobre de Barcelona con una renta de 16.335 euros, también rompe la correlación y registra una tasa de 51 casos por 10.000 habitantes. Esto se explica, arguyen los investigadores, “por el alto porcentaje (25%) de residentes menores de 25 años, que son menos vulnerables a la covid-19”

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Jessica Mouzo
Jessica Mouzo es redactora de sanidad en EL PAÍS. Es licenciada en Periodismo por la Universidade de Santiago de Compostela y Máster de Periodismo BCN-NY de la Universitat de Barcelona.

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