Seguir recogiendo fruta pese a estar infectados
El Govern cierra una empresa hortofrutícola en Lleida por tener a 19 empleados trabajando con el virus
Aitona vive por y para la fruta. En la calle principal de este pueblo de Lleida, de 2.600 habitantes, se ven casi tantos tractores como coches. El cartel de entrada invita a disfrutar del fruiturismo, aunque los trabajadores (marroquíes, subsaharianos, rumanos) que pasean arrastrando los pies, con el rostro cansado y sosteniendo una bolsa de plástico parecen más bien sufrir con el fruitrabajo, sobre todo cuando se practica bajo temperaturas de miedo. “Esto es Vietnam, hay mucha humedad y un calor extremo. Se ganan el pan”, señala Ramón, dueño de un bar.
La vida de Aitona se ha visto alterada esta semana con la decisión de la Generalitat de suspender, de forma temporal, la actividad de una de las tres empresas hortofrutícolas que operan en el pueblo. La inspección de trabajo detectó que 19 personas que habían dado positivo en el test de covid-19 continuaban trabajando pese a que la empresa conocía los resultados de la PCR. Fuentes de Arfon Fruit —es la más pequeña de las tres y emplea a unas 190 personas— negaron este martes las acusaciones con el argumento de que la inspección final, del 31 de julio, se hizo por la mañana mientras que las bajas laborales por coronavirus no se notificaron hasta la tarde.
Cajas vacías
Santiago está jubilado, pero aún lleva de vez en cuando fruta de su terreno a las cámaras frigoríficas de Arfon Fruit, cuyo logotipo es el perfil de un león furioso. Cuando llegó este martes por la tarde, aún bajo un calor sofocante, se encontró las puertas cerradas. “En algún sitio habrá que dejar la fruta”, murmuró mientras se alejaba con su coche entre cajas vacías de fruta apiladas bajo el sol. Otras furgonetas llegaron para descargar, y también tuvieron que dar media vuelta. Por el camino paseaban, pero a pie, los trabajadores del campo. Algunos viven en pequeños módulos prefabricados; otros, en pisos económicos en el centro del pueblo. Pronto, muchos se habrán ido.
A Aitona le quedan apenas dos semanas de campaña de recogida de la fruta de hueso (nectarinas, paraguayos) y el cierre de la empresa ha llevado a la alcaldesa, Rosa Pujol, a intervenir. “Hemos mediado entre el departamento y la empresa para que pueda retomar la actividad lo antes posible garantizando la salud de los trabajadores”, explicó este martes a este diario.
El foco de coronavirus desatado en la comarca del Segrià, vinculado a la actividad de las empresas hortofrutícolas, llevó al Departamento de Salud a ejercer un control más severo. El 23 de julio, los servicios de vigilancia epidemiológica se presentaron en la nave de Arfon Fruits para realizar pruebas PCR a todos los trabajadores. Los responsables de la empresa se negaron en un primer momento; al final, permitieron que solo las pasaran quienes quisieran hacerlo, según el Departamento de Salud, que subrayó este martes que se trata de un comportamiento repetido en el tiempo.
Tan solo 90 trabajadores se prestaron voluntarios. El 42% dio positivo en las pruebas y se tramitó su baja laboral. Cuando la inspección regresó a final de mes, comprobó que 19 de ellos seguían trabajando pese a ser portadores de coronavirus.
“No es cierto que nos negásemos a nada. Los trabajadores no querían hacerse las pruebas, quizás por un miedo infundado a dejar de cobrar”, rebatieron las mismas fuentes. Si un temporero coge la baja, la mutua y la empresa deben asumir el pago de su salario. Pero pocos se fían. “Y hacen bien. Una baja es, en muchos casos, un despido automático”, denuncia Xavier Pérez, secretario general de UGT FICA en Lleida. Pérez señala que el caso de esta empresa puede ser “la punta del iceberg”. Algunos trabajadores del sector en Lleida están denunciando que los dueños “les suministran ibuprofeno para que les baje la fiebre y así puedan seguir en su puesto”.
Cuando Aitona presume de fruiturismo, no lo hace en vano. Al inicio de la primavera, los melocotoneros en flor convierten los campos en un espectáculo; un “mar rosa” que atrae cada vez a más visitantes. Pero la campaña de recogida de la fruta atrae a otro tipo de visitantes: los temporeros. La alcaldesa pide hacer compatible la salud pública con la economía local: “No hay transmisión comunitaria, eso es importante”. Dice que los casos detectados en la empresa son en su gran mayoría asintomáticos y pide una fórmula para que puedan seguir trabajando. Pujol confía en que la empresa pueda abrir en los próximos días. Mientras tanto, las cajas de paraguayas y las nectarinas tendrán que esperar en otro lugar.
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