El misterio de Madrid: por qué con tantos casos tiene solo cuatro brotes
Los expertos se preguntan de dónde salen cada día entre 20 y 50 positivos si no se agrupan en focos. La falta de capacidad en el rastreo es parte de la respuesta
Madrid notifica cada día más positivos de coronavirus que la mayoría de las comunidades, pero en la lista de brotes está a la cola. Es una clasificación no oficial, ya que el Ministerio de Sanidad no la da a conocer; la confeccionan los medios conforme reciben información de los Gobiernos regionales. En Madrid no se comunicó el primero hasta el 3 de julio y, con uno nuevo que ha reportado este miércoles, son cuatro los registrados. Cuatro con la tercera mayor población del país (6,6 millones de habitantes), con las mejores comunicaciones con el resto de España y siendo la comunidad donde la epidemia impactó con más fuerza. Hay dos preguntas que se hacen los expertos consultados y que inquietan también a los propios técnicos de Sanidad: ¿de dónde salen cada día esos 30, 40, 50 positivos nuevos? ¿Por qué no se agrupan en focos?
Lo que podría parecer una buena noticia, la de que no hay brotes, es en realidad mala: la Comunidad no consigue completar un rastreo lo suficientemente profundo como para encontrar vínculos entre los positivos. Se produce un goteo constante de diagnósticos en hospitales en personas que van a operarse, de trabajadores de empresas que hacen cribados, sanitarios... Pero después no se encuentran contactos que configuren lo que oficialmente se califica como brote: tres o más casos con vínculos fuera del ámbito familiar o uno solo en residencias de ancianos.
Fuentes de atención primaria, hospitalaria y salud pública de Madrid aseguran que los rastreadores no dan abasto
La Consejería de Sanidad argumenta que los casos son de carácter familiar y leves. Esa sería la razón por la que hay tan pocos brotes, porque no responden a la definición. Pero esto no explica quién contagió a esa familia. Según varias fuentes consultadas, tanto de atención primaria como hospitalaria y de los servicios de salud pública de la propia Comunidad, eso se debe a que los rastreadores no dan abasto.
Llegan tarde y no disponen del suficiente tiempo para hacer su trabajo en profundidad. Es algo que sucede en mayor o menor medida en toda España: por cada positivo se rastrea una media de cuatro contactos, cuando, según Helena Legido-Quigley, experta en salud pública, en otros países ese promedio es de 14. Los números de Madrid demuestran que aquí el problema está agravado.
Existe, al menos, una segunda objeción al argumento de la Comunidad: ¿no ha habido ni un solo contagio en residencias de ancianos? Si de hecho lo hubiera, habría que considerarlo como brote. Sin embargo, y aunque la consejería reconoce que tiene nuevos diagnosticados en estos centros en los últimos 14 días, no informa de ellos como tales ni aporta más datos. “Nosotros reportamos al ministerio todo lo que hay que reportar”, afirma un portavoz.
De los 762 casos en los últimos 14 días en Madrid —según el ministerio; son 588 según la Comunidad, una discrepancia que no aclara ninguna de las dos Administraciones—, solo se ha conseguido agrupar 23 confirmados con pruebas PCR en cuatro brotes, en los que se vigila a 103 contactos estrechos. No hay ningún hospitalizado. El último foco, notificado el miércoles, afectó a cinco de las ocho personas que asistieron a una cena en un domicilio particular de Madrid capital el pasado 4 de julio, lo que ha provocado el seguimiento de 61 personas en Galicia, Castilla y León, País Vasco, Cataluña y Andalucía, lugares a los que regresaron cinco de los contactos, tres de ellos positivos.
De los 739 casos restantes, la información oficial facilitada por la Comunidad indica que proceden del “ámbito familiar principalmente”, y añade que no notifican más brotes “porque estos son con más de tres casos fuera” del entorno domiciliario.
Una capacidad de rastreo limitada
Varios médicos de atención primaria y hospitales de la Comunidad de Madrid creen que el problema no está ya tanto en la capacidad de diagnóstico como en la de rastreo. “La tardanza en el rastreo dificulta el establecimiento de la condición de brote al difuminar el recuerdo de la persona de los lugares donde ha estado y dificulta el seguimiento. En mi centro de salud hemos documentado que Salud Pública puede demorarse hasta una semana en contactar con el paciente para el estudio de contactos”, asegura Javier Padilla, médico de atención primaria.
En los hospitales, de forma mayoritaria, aseguran que tienen PCR y capacidad en laboratorio suficientes para controlar lo que les llega, que son más los casos de pacientes que acuden a los centros por otros motivos —como hacerse una revisión o una prueba antes de una operación— y que dan positivo en la PCR que los centros están obligados a realizar desde hace meses. La mayoría de estos, afirman, son asintomáticos. Ocurre lo mismo en los centros de salud. Todos viven en una “tensa calma”.
La tardanza en el rastreo dificulta el establecimiento de la condición de brote al difuminar el recuerdo de los lugares donde ha estado la persona y dificulta el seguimientoJavier Padilla, médico de atención primaria
“Yo creo que la situación es clara: no se está haciendo la labor de detección y seguimiento correspondiente ante la falta de personal para ello. Por lo tanto, no se identifican como brotes cuando, en realidad, los hay”, dice uno de esos profesionales. Todos redirigen el problema hacia el mismo lugar: Salud Pública. Madrid, con una plantilla mermada en este ámbito desde hace años, prometió un refuerzo de 400 profesionales cuando el ministerio obligó a apuntalar este departamento y el sistema de atención primaria para avanzar en la desescalada. Después rebajó esa promesa a 172. A mediados de julio, los 400 sanitarios inicialmente comprometidos son, en realidad, alrededor de 30 personas.
Quienes trabajan en esa área identifican esa falta de personal como uno de los dos principales problemas. “Ahora mismo Salud Pública está muy infradotada, no es tan dramático como en marzo o abril, porque además hay menos casos, pero no hay suficiente gente para dar abasto a la demanda diaria de casos que, a veces, llegan tarde”, apunta otro de esos profesionales, que prefieren no revelar su nombre. Además, dice, “el trabajo habitual que no tiene que ver con el coronavirus hay que seguir haciéndolo”.
El segundo de los obstáculos es técnico. “Hay mucho personal implicado en la información que tiene que circular, primaria, hospitales y Salud Pública, y los mecanismos, el sistema y el flujo de información no es el óptimo”, amplía ese especialista. Asegura que en esto la Comunidad “sí se ha puesto a trabajar para depurar el sistema y que sea más rápido y automático, con menos pasos entre unos y otros profesionales”.
Fernando Rodríguez-Artalejo, catedrático del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Autónoma de Madrid, cree que la Comunidad publica poca información y que esto hace difícil saber exactamente qué falla. “Sería bueno que se hiciera una descripción más clara del origen de los 20-50 casos diarios (residencias de ancianos, empresas, centros sanitarios....), nacionales versus importados, porcentaje de asintomáticos, tiempo desde síntomas a diagnóstico, porcentaje de positivos entre todos los testados, número total de pruebas realizadas, número de contactos rastreados y en cuarentena y porción de pacientes en los que se identifica la fuente de contagio. Para así entender mejor las cosas. Por ejemplo, si no hay muchos casos pero se están haciendo muchos test (a todos los que tienen clínica compatible y a algunos asintomáticos) se puede estar más tranquilo”, asegura.
Esta falta de información, como señala Pedro Gullón, de la Sociedad Española de Epidemiología, hace que los datos de Madrid sean “un misterio”. “No llega a bajar la transmisión, pero al menos no sube. Lo más normal sería que hubiera brotes”, concluye.
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