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“Hay más virus circulando ahora que antes del estado de alarma”

La viróloga Margarita del Val asegura en una entrevista: "Está en nuestra mano que los brotes no se conviertan en segunda oleada”

Elena G. Sevillano
Margarita del Val, viróloga y responsable de la plataforma Salud Global del CSIC.
Margarita del Val, viróloga y responsable de la plataforma Salud Global del CSIC.César Hernández/CSIC

Los proyectos más mediáticos son las tres vacunas, pero hay otros 200 grupos de investigación trabajando contra el coronavirus en el CSIC: métodos de diagnóstico, tratamientos, detección temprana en aguas residuales… La viróloga e inmunóloga Margarita del Val (Madrid, 1959) coordina esa plataforma, llamada Salud Global, en la que se han volcado particulares y empresas con donaciones que superan ya el 50% del presupuesto total. Del Val valora especialmente la multidisciplinariedad, el hecho de que expertos en distintos campos se den ideas y se respondan dudas entre ellos, y una “colaboración internacional nunca vista antes”. Una pandemia es, por definición, impredecible y los modelos matemáticos están sujetos a la reacción de la sociedad, explica: “La capacidad de actuación que tiene una sociedad es potentísima. Si no hubiéramos querido confinarnos, la pandemia habría sido explosiva. Pero si seguimos así y nos mantenemos, podemos no tener nunca una segunda oleada. Depende de nosotros”, avisa.

In English
Spanish Covid-19 expert: ‘There is more virus circulating now than before the state of alarm’

Pregunta. Nuevos brotes en China han obligado a confinar barrios de Pekín. ¿Habrá segunda ola en España?

Respuesta. En Irán hay segunda ola en este momento, casi como la primera, que ya fue fuerte. El virus salió de China y uno de los primeros países a los que afectó fue Irán. Luego llegó a Italia y España y ya nos olvidamos del resto del mundo. Singapur ya ha pasado por tres oleadas pequeñas.

El riesgo existe. Está en nuestras manos que los brotes no se conviertan en segunda oleada. Y eso puede ocurrir en cualquier momento

P. Entonces puede haber una segunda ola con calor.

R. Sí. El ejemplo es Irán. En Pekín hay un brote y como son tan drásticos han decidido cerrar. En Bilbao, donde también hay brotes importantes conectados con hospitales, se podría haber decidido cerrar, pero no se ha hecho porque la estrategia es distinta. Pero el riesgo existe claramente. Está en nuestras manos que los brotes no se conviertan en segunda oleada. Y eso puede ocurrir en cualquier momento.

P. La última pandemia, la de gripe A, tuvo dos oleadas.

R. En Madrid hubo una primera oleada entre primeros de julio y primeros de agosto. Luego hubo una peor que empezó con el otoño. Es otra enfermedad, pero también es respiratoria, se transmite de forma parecida, tiene tiempos de incubación parecidos. Y hubo segunda ola. En julio había mucha población que no era inmune o con inmunidad muy leve, sobre todo los menores de 50. Había tantísima población susceptible que empezó una ola en un momento algo más desfavorable, el verano, al encontrar mucha gente a la que infectar. Ahora en España tenemos mucha más gente susceptible de la que había entonces. Con aquella gripe los mayores de 50 tenían algo de inmunidad celular. Ahora estamos en el 95% de la población española susceptible, que es más. Hay dónde prender, hay cómo transmitirse.

P. ¿Cuánto está circulando el virus actualmente?

R. Hay mucho virus circulando, más que antes del estado de alarma. Es difícil estimarlo pero hay más. A ver si el ministerio estabiliza los datos y pueden ser comparables con los de antes. Hay más brotes que antes. A toda la gente que va a operarse de lo que quedó pospuesto en estos tres meses, y que no ha fallecido por no ser operado o atendido -las muertes colaterales-, en cuanto entra al hospital se le hace una PCR. En estos análisis se está detectando que gente sin el más mínimo síntoma está dando positivo y es un número importante que puede contagiar.

P. ¿Qué impide que estemos en oleada?

R. Que la mayoría de gente va con mascarillas, muchos todavía no trabajan, se mantiene la distancia social, estamos siendo precavidos… Si no fuera por eso ya la tendríamos aquí.

P. En Irán abrieron las mezquitas, lo que puede explicar el rebrote. Los expertos insisten en evitar los espacios cerrados.

R. Es importante que los brotes se hagan públicos para que entendamos bien qué situaciones son peligrosas. Ahora que se han analizado grandes brotes, se sabe que se han producido en centros sanitarios o de personas mayores, con mucho contacto y personas muy vulnerables, y en lugares cerrados: restaurantes, bares, lugares de trabajo, conciertos, coros (no solo se hacen ensayos en interior sino que además se respira muy fuertemente), gimnasios, ceremonias religiosas… Otra clave es pasar mucho tiempo cerca de una persona contagiada.

P. Ahora que sabemos más sobre la transmisión por vía aérea, ¿qué se recomienda a la población?

R. Llevar mascarilla. Al principio en Asia las recomendaban pero como nos decían que las lleváramos porque sí, sin datos, no nos lo creíamos. Hemos tratado con cierta superioridad lo que venía de allí y creo que ha sido una cura de humildad. Yo, como científica, hiperescéptica, al no haber datos, también dudaba. Para frenar las oleadas hacen falta varias medidas: cerrar colegios, confinamiento, mascarillas, limitar el uso de los parques. Una sola no funciona. Todavía no se sabe cuál es la más importante. Sabemos que el problema es el aire acumulado; no basta con la exposición a alguien que te pase al lado.

P. ¿Cómo debemos prepararnos para una segunda oleada?

R. En mi opinión, con una aplicación en el móvil. El problema con el rastreo de contactos es que a ti te pueden interrogar y puedes recordar mucha gente con la que has estado en contacto o incluso que a la hora que fuiste a la farmacia había más gente allí. Pero ¿con qué medios humanos localizas a esas personas que estuvieron a la vez que tú? Y ya ni hablamos del transporte público en las grandes ciudades. Damos datos a Facebook, que tiene 100.000 datos de cada persona, o cada vez que hacemos una búsqueda en Google. No sé por qué no nos quieren convencer de que se puede hacer una aplicación de este estilo con suficiente privacidad para los estrictos estándares europeos. Para mí es vital. Si estoy 20 minutos en el metro es fácil que contagie a un montón de gente y nunca se les podrá identificar. Eso será incontrolable. Debería existir una aplicación y extender el teletrabajo: horarios flexibles, días flexibles.

P. ¿Cómo nos afectaría que esa segunda ola coincidiera con la gripe estacional?

R. Fatal, porque se confunden los síntomas. Si coincide una nueva ola de coronavirus con la gripe, habrá que diagnosticar más, es decir, habrá que hacer test de coronavirus a todos los que tengan síntomas respiratorios. Que en otoño-invierno somos una buena proporción de la población, y repetidamente. Si es coronavirus, hay que aislar y si no lo es, no.

P. ¿Hay laboratorios suficientes para asumir esa carga?

R. No. Pero en el CSIC nos estamos poniendo a punto para hacerlo. Lo estamos haciendo desde marzo, desde el inicio del confinamiento, y no nos han llegado a mandar muestras.

P. Muchos laboratorios de investigación se ofrecieron para hacer PCR. ¿Se sienten ustedes frustrados por no poder ayudar con el diagnóstico en el pico de la pandemia?

R. Ofrecimos investigadores, reactivos alternativos a los que se usaban en los hospitales para no competir con ellos, con métodos perfectos de trazado de muestras… Se podía hacer en muchos sitios y no se ha hecho. Frustrados sí, y enfadados, también. Sobre todo viendo lo que ha pasado en las residencias de Madrid, donde en muchas no se hicieron test. Las que hicieron pruebas aislaron a los positivos, se evitaron contagios y se evitó mortalidad. La clave fue diagnosticar y lo hemos estado ofreciendo y no se ha aceptado. Un grupo en la Complutense, coordinado por José Manuel Bautista, ha estado haciendo test en residencias. Viendo lo bien que funcionaron ellos, tendrían que habernos dejado a muchos más. Sería el momento, aunque haya pocos casos, de que nos dejasen demostrar que podemos hacerlo bien para estar preparados el día 1 de la siguiente oleada.

P. ¿Por qué no se autoriza?

R. Razones científicas no tengo. Miedo a tomar decisiones inéditas, vértigo quizá, no lo sé. Y burocracia también. Había que reaccionar de emergencia y en muchos sitios no se tomaron decisiones que debían haberse tomado.

P. ¿A qué atribuye la tardanza de todas las organizaciones y todos los países en reaccionar ante el coronavirus?

R. No entender lo que es un contagio, una epidemia. He tenido que explicarlo muchas veces. O no saber matemáticas. Y ahora se están quitando de la educación de la ESO y el Bachillerato y me parece un desastre. Un caso se convierte en tres, tres en nueve, en 27, en 81, y ocurre en cuatro saltos, en 20 días. Eso la población no lo entendió.

P. ¿Hubo también algo de miedo a sobreactuar?

R. La OMS fue muy vapuleada, injustamente en mi opinión, en la pandemia de 2009. Porque se puso en una situación peor de lo que fue. A toro pasado todos somos listísimos. Había que actuar así, acumulando antivirales y vacunas. Si ahora hubiésemos acumulado habríamos prevenido la debacle económica. La OMS estuvo muy pendiente de no sobreactuar y todos hemos seguido la misma actitud. Vamos a no meter miedo que el miedo es peor. Yo no me atrevía a decirlo porque me iban a acusar de alarmista. Se decía que no era más que una gripe. Y eso ha hecho mucho daño. Tampoco lo habríamos aceptado. La primera semana de estado de alarma mucha gente no lo cumplía.

P. ¿Nos estamos relajando ahora con la desescalada?

R. Ahora lo entiendo más. La gente lo necesita.

Estos van a ser los años de la pandemia y nos tenemos que hacer a la idea. ¿Que luego en vez de años es un año? Pues mejor

P. Pero con una prevalencia del 5% hay cosas a las que sabemos que tenemos que renunciar a medio plazo, ¿no?

R. Estos van a ser los años de la pandemia y nos tenemos que hacer a la idea. ¿Que luego en vez de años es un año? Pues mejor. Uno de los errores del principio fue pensar que el estado de alarma iban a ser dos semanas. Si te preparas para eso y luego son tres meses, lo llevas fatal. Esto va para mucho tiempo. Solo somos un 5% de seropositivos. Vamos a hacernos a la idea y no nos agobiemos con recuperar la normalidad. Mejor será poderlo celebrar después.

P. ¿Cree que la ciencia debería aprovechar el momento para pedir más financiación?

R. Nos acaban de resolver la convocatoria anual del plan estatal. Se concede una vez al año, es la financiación estructural de la ciencia en España. Ha habido recorte y menos dinero que la convocatoria anterior. Sé que la situación económica es muy dura pero la investigación es inversión. Tenemos ideas buenísimas y la formación de los científicos no tiene nada que envidiar a los de fuera, pero con siete veces menos dinero que colegas del mismo nivel no puedes hacer nada. Y hemos reaccionado como leones, poniéndonos todos con el coronavirus. La investigación se considera un gasto, un lujo, una subvención. ¿Qué se corta lo primero cuando hay problemas? Los lujos. No podemos ser un lujo, tenemos que ser una necesidad básica. Otros países empezaron a invertir más tras la crisis de 2009. Nosotros aún no nos hemos recuperado. La investigación es precaria en España.

P. ¿Qué posibilidades tiene España de conseguir una vacuna?

R. Si hay una ocasión en la historia en la que vamos a tener más de una vacuna es esta. Hay más infecciones que vacunas: sida, hepatitis C, salmonelosis, malaria, tuberculosis… Con esta infección es de esperar que seamos capaces de hacer varias, hasta una decena a lo mejor. Normalmente se va a por la vacuna óptima y quien tiene una peor abandona. Cuando hay una única vacuna en el mundo España no tiene posibilidades. Si va haber varias y van a ser necesarias, no podemos apostar todo a un único número, y España claro que tiene opciones. La investigación en vacunas es muy buena aquí. En el CSIC tenemos tres. Son tan distintas entre sí que todas merecen la pena porque cada una tiene una ventaja. Una es muy fácil de producir en fábrica con un procedimiento que ya ha sido probado en una vacuna para la leishmaniasis de los perros; otra está basada en una modificación de la vacuna de la viruela, y la tercera es la de Luis Enjuanes (que ya ha creado vacunas contra el SARS y contra el MERS), que es la más elegante, la más completa, pero la más difícil de producir.

P. Nuestro punto débil es la capacidad industrial para producir millones de dosis. ¿Cree que estamos a tiempo de generar esa capacidad?

R. Sí, en todos los sitios están construyendo ahora las fábricas.

P. ¿Qué llegará antes, un buen tratamiento contra la covid o alguna de las vacunas?

R. Creo que un buen tratamiento, pero no lo sé. Las vacunas están yendo tan rápidas... Hemos empezado reposicionando fármacos para otras patologías y no está resultando tan eficaz como se prometía. Mientras tanto, llevamos meses buscando antivirales específicos, conociendo el virus y buscando sus talones de Aquiles. Esos están entrando en ensayos clínicos. No sé qué tendremos antes, pero a largo plazo quedará la vacuna. Y el manejo de los enfermos ya es mucho mejor. Dar plazos es muy difícil.

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Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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