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“Abro por reactivar el país, pero sé que no es rentable”

El pequeño comercio se prepara para abrir bajo cita previa con listas de espera e incertidumbre por falta de protocolos

Salvador Polonio, propietario de la peluquería Salva Style, este miércoles, en la calle Pureza de Sevilla.
Salvador Polonio, propietario de la peluquería Salva Style, este miércoles, en la calle Pureza de Sevilla.PACO PUENTES (EL PAÍS)
Noor Mahtani

Este miércoles no ha parado de sonar el teléfono de Jadir Azougagh. Regenta junto a su hermano una barbería cerca del metro de Príncipe Pío, en el centro de Madrid, y sus clientes llevan más de un mes y medio sin poder cortarse el pelo. “Estaban desesperados”, exclama. El lunes se hará efectiva la fase cero de la desescalada. A partir de entonces, clínicas dentales y de fisioterapia, restaurantes con servicio a domicilio, peluquerías y barberías como la de Azougagh podrán volver a abrir aunque con un aforo máximo del 30% y solo mediante cita previa. Pocas horas después del anuncio del Gobierno, el joven de 34 años tenía ya 10 clientes en la lista de reservas del lunes. “Trabajar es salud”, añade.

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Juanjo Melián lleva toda la mañana desinfectando su peluquería en la capital de Gran Canaria. “Paredes, suelos, muebles, aparatos... Todo”, dice por teléfono sin parar de faenar. A pesar de ser cinco empleados, el lunes ya no trabajarán a la vez. Se irán turnando para atender a los clientes que ya han llenado la agenda de los próximos 10 días. Reina la incertidumbre en un sector que estuvo muy cerca de ser reconocido como trabajo esencial. “¿Podremos cortar la barba? ¿Cómo recibimos al cliente?”, se pregunta el barbero. Melián lo tiene algo más claro porque dice seguir un protocolo de L’Oréal, su principal proveedor. El Gobierno, hasta ahora, no ha detallado en profundidad las pautas a seguir en estos centros de estética. Alejandro Fernández-Luengo, portavoz de la Alianza de Empresarios de Peluquería de España, critica la confusión generada al respecto: “Nos parece un despropósito que, sin haber comunicado qué medidas de seguridad hacen falta, se dé ya una fecha de apertura”. Como presidente también de Marco Aldany, principal cadena de peluquerías en España, asegura contar con medidas propias de seguridad y con una lista de espera online “abarrotada”.

En la hostelería también son muchas las dudas. Sobre todo para los negocios como el de Teresa Rodríguez. De 27 empleados pasarán el lunes a contar solo con un cocinero. Su marido y ella regentan dos restaurantes en Coslada (Madrid) y planean abrir solo uno. De momento para servir comidas a domicilio. Es el que tiene la terraza más amplia, la podrán abrir a partir del 10 de mayo, al 30% de su capacidad: “Aunque con cinco mesas... poco vamos a ganar”, añade. Antes tenían 16 y daban 100 menús diarios. “Abro porque tenemos que ir reactivando el país, pero sé que no es rentable”, comenta. “Por ahora, la única información que tenemos sobre cómo hacerlo es la que dio el presidente”. Rodríguez padece asma y teme que “servir hamburguesas” haga que se contagie.

“No creo que vuelva la demanda de dentistas”

La clínica dental de Said Farah estos días ha estado prácticamente vacía. Este negocio familiar situado en Coslada (Madrid) ha abierto sus puertas a los pacientes de urgencia tan solo un día a la semana desde el estado de alarma. “Solo venía gente con flemones”, lamenta. A pesar de que el lunes podría abrir con normalidad el centro, ve muy difícil que la gente vuelva a demandar sus servicios: “Solo volverá la gente que tenía tratamientos a medias”, advierte el único de los siete trabajadores que ha atendido el local estos días. Óscar Castro Reino, presidente del Consejo de Dentistas de España, ni siquiera tiene tan claro eso. Prefiere esperar a la publicación oficial en el BOE. “Son tantas las veces que se ha rectificado, que ni siquiera sé si podremos empezar el lunes. No lo tenemos claro”, critica.

Una mujer pasa con la compra frente a un bar cerrado en San Sebastián.
Una mujer pasa con la compra frente a un bar cerrado en San Sebastián.Javier Hernández

Se abran de manera generalizada o continúen solo los servicios urgentes, Castro asegura que las clínicas están recibiendo directrices específicas para la pandemia, en las que se incluyen la prohibición de ir a la consulta acompañado, la retirada de las revistas en las salas de espera y la continua desinfección. El acceso al material sigue siendo un problema. Farah lamenta los precios de las mascarillas de alta protección. Hace unos días, compró 15 en una empresa china a 55 euros. “Es un gasto inasumible con tan pocos clientes”, sentencia.

Sin más orden que el “sentido común”

Víctor Torres predice un repunte muy gradual en su actividad. Es el director asistencial de una clínica de fisioterapia y osteopatía en el barrio madrileño de Chamberí y su centro ha proporcionado un servicio esencial para casos urgentes. Espera abrir tres días a la semana a partir del lunes “porque ya le llaman algunos pacientes más” y lamenta “no tener más detalles que cualquier otro ciudadano”: “Nos hemos sentido muy desamparados. Incluso antes. No teníamos un criterio claro sobre qué es un paciente urgente”. Hasta ahora, han seguido las escuetas medidas del Colegio Profesional de Fisioterapeutas —citas espaciadas en el tiempo, guantes y mascarillas— “y el sentido común”.

Los colegios de fisioterapias y los grupos de WhatsApp de colegas del sector han sido las principales fuentes de información de José Luis Costa, de 35 años. Es dueño de un centro de fisioterapia y entrenamiento en Cádiz que prevé abrir el lunes con “todo aún en el aire”, pues no le consta ningún protocolo oficial. El empresario ha contratado una empresa de limpieza especializada para desinfectar las cuatro salas del local y está en proceso de adquirir mascarillas, guantes y líquido hidroalcohólico. “También nos han hablado de unas máquinas que realizan desinfecciones urgentes”, cuenta. “Pero estamos barajando las opciones entre lo más seguro y los precios, sin perder de vista la seguridad de todos. Hay que valorar todavía muchas cosas”.

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