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Cómo identificar el sexo de los pollos en el huevo para evitar su muerte

Los machos de las gallinas ponedoras son sacrificados al nacer por no tener ninguna utilidad económica

Esther Sánchez
Explotación avícola en Ávila.
Explotación avícola en Ávila. Luis Sevillano

El destino de los pollitos machos que proceden de gallinas destinadas exclusivamente a la producción de huevos (ponedoras) está marcado: la mayoría se sacrifica después de nacer, porque no sirven ni para poner huevos ni para producir carne debido a que es una raza de lento crecimiento. No son viables económicamente. De esta forma, millones de pollos acaban muriendo. No ocurre lo mismo en la industria que se dedica a criar pollos y gallinas para carne, en ese caso se mantienen con vida ambos sexos.

Para evitar el sacrificio de los machos, asociado al maltrato animal, en Alemania se ha patentado el procedimiento Seleggt —desarrollado por los supermercados Rewe y una empresa tecnología— que permite determinar el sexo de un pollo en el huevo, nueve días después de ser fecundado. Si es macho o no está fertilizado, el huevo se utiliza para elaborar alimentación de alta calidad —sin esperar a que nazca como ocurre ahora— y si es hembra continuará su incubación de 21 días. Los supermercados berlineses del grupo Rewe han sido los primeros en ofrecer a sus clientes el nuevo producto, denominado respeggt.

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Solo en Alemania se estima que se matan al año 45 millones de pollos machos. Para eliminar esta práctica, el ministerio de Alimentación y Agricultura ha destinado unos cinco millones de euros a la investigación de procedimientos de selección, informó la ministra del ramo, Julia Klöckner, en la presentación del nuevo sistema el pasado mes de noviembre. La intención es extender el método a todos los establecimientos de Rewe en Alemania, y a partir de 2020, tener disponible el proceso para los primeros criaderos.

El procedimiento permite seleccionar el sexo del pollo utilizando investigaciones de la Universidad de Leipzig. El proceso es “mínimamente invasivo” y se lleva a cabo con un láser que realiza una incisión de 0,3 milímetros en la cáscara del huevo para extraer una pequeña cantidad de líquido de la membrana. El interior del huevo sigue intacto y sano, sostiene la empresa. La sustancia se coloca en un marcador que detecta un determinado tipo de hormona presente en los óvulos femeninos y depende del color que aparezca se determina si el embrión es de un sexo u otro. El sistema tiene una fiabilidad del 98% dice la compañía.

El sacrificio de los pollos machos de gallinas ponedoras está envuelto en polémica. Silvia Baquero, portavoz del partido animalista Pacma, explica que no se puede continuar con un sistema que los mata bien “triturándolos o por aplastamiento tirándolos en sacos”. “Hay personas, los sexadores, que discriminan si son hembras o machos según pasa por una cinta y esa forma de actuar está permitida legalmente”, critica. El director de Igualdad Animal, Javier Moreno, considera el sistema como “un avance”. “Nos parece un ejemplo de cuando la tecnología puede estar al servicio de la vida de los animales”, añade. El activista espera que se pueda implantar en el resto de los países.

Mar Fernández, directora de la Asociación Española de Productores de Huevos, Aseprhu, explica que las empresas con plantas de incubación de gallinas ponedoras destinan a los pollos descartados, una vez muertos, a la alimentación de otros animales como reptiles o rapaces. Primero se matan, normalmente, se los gasea con monóxido de carbono, “una muerte que no genera ningún dolor”, especifica.

La preocupación se extiende al sector, porque indica Fernández, “hay que ofrecer a la sociedad lo que pide en cada momento y ahora no parece aceptable descartar a la mitad de los animales”. Por ese motivo, llevan años investigando. “Ahora una de las líneas de investigación, la de identificar el sexo de los pollos antes de nacer, ha tenido éxito, pero tardará en implementarse a gran escala”, sostiene. De momento, "tienen una patente y necesitan hacer un desarrollo a gran escala", concreta. Fernández añade que están trabajando en otra línea para conseguir una estirpe que se pueda utilizar tanto para poner huevos como para producir carne, "pero sabiendo que será más caro".

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Sobre la firma

Esther Sánchez
Forma parte del equipo de Clima y Medio Ambiente y con anterioridad del suplemento Tierra. Está especializada en biodiversidad con especial preocupación por los conflictos que afectan a la naturaleza y al desarrollo sostenible. Es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y ha ejercido gran parte de su carrera profesional en EL PAÍS.

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