Decenas de miles de mujeres desbordan el centro de Ciudad de México por el Día Internacional de la Mujer
Una multitud verde y morada toma las calles de la capital y de otras ciudades del país, en rechazo a la violencia machista y con mensajes hacia el oficialismo: “Esperemos que Sheinbaum nos apoye, como mujer”

México se ha movilizado de nuevo por el Día Internacional de la Mujer, con marchas multitudinarias, sobre todo en la capital. Como en los últimos años, cientos de miles de personas, la mayoría mujeres, han recorrido las calles de las principales ciudades del país, en defensa de la igualdad y en protesta, sobre todo, por la violencia, que solo el año pasado dejó 839 feminicidios, según la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. Muchas de las pancartas que se han visto en las calles apuntaban precisamente a los estragos de la violencia machista.
La de este sábado ha sido la primera marcha con Claudia Sheinbaum en la presidencia. Los roces característicos de años anteriores, con Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional, han perdido intensidad en este. Sheinbaum ha enarbolado uno de los mensajes con los que llegó al Gobierno, “Llegamos todas”, una llamada inclusiva, pese a las críticas de algunos colectivos, ninguno tan hiriente como el de los familiares de personas desaparecidas, tragedia que, de momento, el Gobierno no logra detener.

Así ha empezado el día, precisamente, en el Zócalo, donde madres, hermanas, y demás familiares de desaparecidos han colocado afiches con las fotos de sus seres queridos. La imagen era poderosa, decenas de carteles en el suelo, frente a la enorme valla de protección que han erigido las autoridades alrededor de Palacio Nacional, rodeadas de figuras moradas, desplegadas durante la madrugada en la plancha de concreto de la plaza. Eran, de nuevo, dos visiones enfrentadas de país: la optimista, que emana del Gobierno, y la pesimista, que fluye del dolor de miles de familias de todo el territorio.
Desde primera hora de la tarde, decenas de miles de mujeres han acudido a los puntos de reunión en Ciudad de México, el Ángel de la Independencia, en el Paseo de la Reforma, el Monumento a la Revolución, camino del Zócalo. La creatividad se ha dejado ver enseguida. Un grupo de mujeres portaban una botarga del diputado federal Cuauhtémoc Blanco, del partido oficialista Morena, al grito de “ese no es diputado, es violador”. La media hermana del exfutbolista, Nidia Fabiola Blanco, le ha acusado de intento de violación y presentó una denuncia al respecto. La Fiscalía de Morelos ha pedido el desafuero del legislador, petición la Cámara de Diputados aún no tramita.
“La semilla de decir: no”
Ana Luisa, de 35 años, ha llevado a la marcha a sus dos hijas, de 11 y 14 años, que visten, como ella, con pañuelos morados y ropas blancas. “Yo las traigo para que observen, lean, se contagien un poco de esto”, dice Ana. “Quiero que mis hijas vean, para que el día de mañana ellas crezcan y no permitan el machismo ni la misoginia. Sé que es difícil, por el sistema, pero al menos que se les quede la semilla sembrada de decir: no”, agrega. La presencia de madres con sus hijas e hijos ha sido marcada en la manifestación. Se ha oído un coro que las resaltaba: “¡Las mamás marchando también están luchando!”. Una madre ha alzado un cartel: “Grito hoy para que mi hija sepa que su voz puede cambiar al mundo”. Una mujer llevaba de la mano a una niña que vestí unas alas de mariposa, sobre las que escribieron: “No voy a crecer con miedo”.
El ánimo ha sido festivo —las consignas, las batucadas, músicas cantando— que se entrecruzaba con la exigencia y la denuncia. Se han oído los gritos a coro: “Hay que abortar, hay que abortar, este sistema patriarcal”; “No que no, sí que sí, ya volvimos a salir”; “No, señora, no sea indiferente, se mata a las mujeres en la cara de la gente”; “¡Vivan las morras que luchan!”. Había también muchísimos carteles con consignas, con los nombres y fotos de mujeres desaparecidas o víctimas de feminicidios, con los nombres y fotos de los agresores. Una de las asistentes ha denunciado con un mensaje: “Perdí mi trabajo porque no quise ser linda con mi jefe”.
Y en las paredes, con grafitis o con carteles: “Nací para ser libre”; “México feminicida”; “No se habla de cuerpos ajenos”; “Era un país tan pobre que grita más fuerte ¡gol!, que una injusticia”; “Si los abusos fueran fuego, México estaría en llamas”; “Nos quisieron quemar y nos volvimos fuego”; “Las niñas no se tocan”. También han aparecido los nombres de hombres denunciados por deudas alimentarias, acoso, abuso sexual. El intenso morado en las ropas de las asistentes, el humo de los gases que algunas han activado y las copas de las jacarandas ha desbordado las calles.
“Claudia, no llegamos todas”
Una enorme pinta en las vallas metálicas colocadas en torno a los monumentos históricos ha refutado de alguna forma el eslogan feminista de la presidenta: “Claudia, no llegamos todas”. Karla, de 21 años, maestra de una guardería, ha acudido por primera vez a una manifestación feminista, con un reclamo para Sheinbaum: “Espero que nos apoye, que se ponga en nuestros zapatos, que sea mujer realmente, que no lo haga como presidenta, sino como mujer”, ha afirmado. En un cartel que ha desplegado, se leía: “La maestra luchando también está enseñando”. ¿Cuál es la enseñanza para sus alumnas? “Que nunca se dejen y que luchen, que no dejen que nadie las toque, quiero que sepan que son libres, que no tengan miedo de estar por las calles ni de ser mujeres”, ha dicho.
Karen Carvallo, de 31 años, dedicada a la postproducción de cine, ha señalado que la llegada de Sheinbaum a la presidencia es una declaración política y cultural. “Más que cargarle a ella la responsabilidad de, ‘ahora tú tienes que defendernos a todas y por todas’, creo que es un statement social que una mujer esté ahí, más allá de sus decisiones individuales, es un parteaguas a nivel cultural, de la imaginación de a dónde puede llegar una mujer, a mí me gusta aferrarme a eso”, ha dicho. “Las decisiones de Sheinbaum como política ya dependerán de ella como personaje político”, ha continuado, “pero a nivel social, que haya una representación femenina, y que muchos hombres incluso crean en ella por los motivos que sean, creo que a nivel cultural ya rompe barreras”, ha añadido.
Silvia Vargas, de 69 años, ha asistido a la movilización con un cartel en el que reclama justicia por el feminicidio de su hija, María Fernanda, ocurrido en Ecatepec, en el precario Estado de México, hace 11 años. La Fiscalía mexiquense ha tratado el caso de María Fernanda como un suicidio, aun cuando las primeras pruebas, cuenta Silvia, mostraban lesiones en su cuerpo y una fractura en el cuello. “Todos estos años han sido de revictimización por parte de las autoridades”, acusa.
Desde el feminicidio de su hija, cada año acude a la marcha del 8M. “Yo no voy a dejar de venir, siempre que puedo hago mi mejor esfuerzo y grito por otras mujeres, yo no quiero que nadie pase por lo que yo paso, porque es terrible, te mueres en vida, esto es peor que el cáncer”, se lamenta. Una mujer se le acerca a Silvia y le pide dejarle abrazarla. Antes, otra chica le regaló una flor. “Parece poco, pero para eso fortalece, para mí es muy valioso”, dice Silvia. “Yo sé que estas marchas no me van a regresar a mi hija viva, pero lucho por las jóvenes que hoy marchan y por las que ya nos mataron, que las mujeres puedan vivir libres de violencia, que alcancen ese sueño”, añade.
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