La caída de personal y financiación hace regresar al CSIC una década atrás
La institución, que ha perdido ya 2.200 efectivos, no hará contratos ni dará becas en dos años. El Plan de Acción 2014/17 prevé una caída de la producción científica
El CSIC pinta un futuro más que sombrío para sí mismo. El número de investigadores de la institución, en 2017, habrá retrocedido al nivel de 2007; no realizará ni un contrato pre o posdoctoral, ni de personal técnico, ni habrá becas hasta 2016; y se espera una disminución de la producción científica ya desde este año y en los siguientes debido a la disminución de ingresos y de la plantilla. El horizonte plasmado en el Plan de Actuación 2014-2017 de la institución refleja no solo la drástica reducción de la financiación recibida del Estado (un 32% menos desde 2009), sino también una perspectiva de durísima austeridad que sitúa al CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) en 2017, por parámetros clave como personal o financiación, a los niveles de 2007. Una década de retroceso.
La mayor institución científica española fue rescatada el año pasado con una inyección extraordinaria del Gobierno (95 millones) que alejó el fantasma de la quiebra, pero “el horizonte sigue difícil”, señala el presidente del CSIC, Emilio Lora Tamayo, en la introducción del Plan de Actuación 2014-2017, añadiendo, con un punto de optimismo, que “las posibilidades de salir adelante son más que reales”.
Con la plantilla de personal funcionario en reducción (la tasa de reposición del 10% no cubre ni de lejos las jubilaciones) el CSIC, dependiente del ministerio de Economía y Competitividad, Mineco) cuenta con tener unos 3.700 investigadores en 2017, igual en que 2007, frente a 4.363 en 2010. “Entre 2011 y 2012, se produjo un descenso de más de 1.200 efectivos en el CSIC y a finales de 2013, otro millar de personas perdió su vinculación con la institución”, afirma el documento del Plan, comentando: “Esta fuerte disminución, concentrada fundamentalmente en el personal contratado y becario, pone en riesgo el funcionamiento de muchos grupos de investigación, así como de unidades y servicios que resultan esenciales para el desarrollo de la actividad científica”. La plantilla global, a finales de 2012, era de 12.795 personas (50,7% del total mujeres, o 41,7% del personal científico).
Y la edad media del personal del CSIC, con 53 años, es peligrosamente alta para el ámbito científico, con el agravante de las pésimas perspectivas de ingreso de sangre joven. “Es evidente que este problema se acentuará con la actual tasa de reposición de plantillas”, dice el documento. Solo una convocatoria anual de unas cien plazas de científico titular mantenida en el tiempo permitiría atenuar el proceso de envejecimiento, según el diagnóstico de la propia institución.
“El Plan se pone en marcha en un momento en el que la situación delicada del año pasado ha sido resuelta, el escenario está estabilizado y, sin ser boyante, permite realizar nuestra tarea. 2014 permite prever un desarrollo estable, sostenible y positivo y, especialmente, plantea presupuestos que tienen en cuenta la evolución de los próximos años”, declaró Lora Tamayo a EL PAÍS. Y su valoración: “Es un presupuesto con objetivos realistas a la espera de mejora. Una característica particular es que identifica las competencias y capacidades de trabajo a nivel de grupo, y examina e identifica el potencial de inserción de líneas en Horizonte 2020 [de la UE] y el Plan Estatal. Es un Plan realista que depende de la salud económica del entorno en el que se desarrolla y, por ello, contempla una horquilla de objetivos en función de esta salud”.
Ocho áreas de trabajo y 125 institutos
* El CSIC tiene 125 institutos (71 propios y 54 mixtos con universidades y otras instituciones) repartidos por toda España (29 de ellos en Madrid) y un total de 1.583 grupos de investigación.
* Está estructurado en ocho áreas: humanidades y ciencias sociales; biología y biomedicina; recursos naturales; ciencias agrarias; ciencia y tecnologías físicas; de materiales; de alimentos; y químicas.
* Entre sus objetivos destacan: el progreso del conocimiento, el desarrollo de tecnologías derivadas de los avances científicos, la transferencia de resultados al sistema productivo y otros ámbitos de la sociedad, la gestión de grandes instalaciones científicas, el asesoramiento de Administraciones públicas y la formación de personal científico y técnico.
* Gestiona la base Antártica Juan Carlos I, los buques oceanográficos Sarmiento de Gamboa y Hespérides, las líneas españolas del Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotrón y en el instituto ILL, el observatorio-hispano alemán de Calar Alto y la estación biológica de Doñana.
Las cifras del Plan de Actuación 2014-2017, aprobado en diciembre del año pasado por el Consejo Rector del CSIC y no aireado (el último plan disponible en su web pública es el de 2010-13) plasman el gran desfase entre la perspectiva expansiva de la planificación anterior aprobada en 2009, con Cristina Garmendia como ministra de Ciencia e Innovación y los primeros recortes ya encima de la mesa, con lo que ha sido la realidad. El presupuesto de ingresos del CSIC iba a crecer el 1%, 5%, 7% y 10% entre 2010 y 2013, de manera que este último año se alcanzasen los 1.064 millones de euros. En realidad el presupuesto de 2013 fue de 599 millones, a los que se añadieron los 95 imprescindibles para mantener la institución en funcionamiento. “El plan 2010-2013 se diseñó en un contexto económico de inflexión entre la bonanza y la recesión, si bien esta última condición no se tuvo en cuenta en su formulación”, acusa el documento actual.
Desde el máximo de 2008, las transferencias del ministerio al CSIC han caído un 36% hasta 2013. Pero también la captación de recursos propios (contratos con las empresas, proyectos competitivos, patentes, etcétera) se han reducido un 49% en tres años, “motivado, en gran parte, por la caída de la dotación presupuestaria del Plan Estatal [Mineco] y la baja de la actividad económica de empresas y administraciones que contrataban habitualmente proyectos y servicios con el CSIC”. En 2014 ha aumentado la transferencia del ministerio al CSIC en 50 millones, llegando a los 453 millones de euros, lo que supone un incremento del 12% sobre el ejercicio anterior. Es una remontada notable sobre los 433 millones de 2010, pero sin llegar a los niveles de 2009 (541 millones).
La capacidad científica del CSIC, medida por la publicación de artículos sobre los descubrimientos que realizan sus investigadores ha mejorado notablemente en los últimos años, con un incremento anual del número de artículo del 8,7% (un 6% de incremento de la cantidad de las publicaciones de alto impacto, consideradas contribuciones más importantes), pese a los recortes presupuestarios y la reducción de plantilla. “Este aparente contrasentido puede explicarse por la lógica de la actividad científica, ya que existe un desfase entre la inversión, la generación de resultados y su publicación”, argumenta el nuevo plan. “Sin embargo, esta tendencia no podrá mantenerse en el tiempo, siendo previsible que, a lo largo del período 2014-2017, estos indicadores se resientan”.
Aún con todas las incertidumbres que un pronóstico de este tipo conlleva, los planificadores del CSIC cuentan con que en los próximos años el número de artículos internacionales originados en el CSIC pueda ser inferior al del promedio 2010-12, manteniéndose más o menos estable el total de los de gran impacto, Caerá el número de tesis doctorales de 954 por año (promedio entre 2010 y 2012) a entre 700 y 800 en el futuro próximo. Y las patentes pasarán de 63 de media por año a entre 45 y 60 de aquí a 2017. Los recursos obtenidos por contratos y proyectos competitivos pasarán de 269 millones al año a 150-169 millones en 2014 y con un promedio de 175 a 199 millones entre 2014 y 2017. De nuevo un elenco de parámetros clave que retrotraen a la institución una década.
El Plan de Actuación teñido de oscuro que han elaborado Lora Tamayo y los responsables del CSIC, se reconoce realista, “sin pretender vincularse excesivamente a necesidades o recursos que no están garantizados, si bien reconociendo las dificultades actuales y las que se prevén en el futuro a corto plazo”. Aún así, recoge entre sus objetivos estratégicos, el fortalecimiento de la estructura de la institución y la organización interna, así como “mantener y mejorar el nivel de producción científica y calidad de la investigación” e “incrementar la apuesta por el compromiso público-privado para contribuir con el liderazgo industrial”.
El mayor organismo de investigación
De todo el personal dedicado a la investigación en España, el CSIC cuenta con el 6%, que genera el 20% de la producción científica del país. Las universidades, en conjunto, superan con mucho dicha producción, pero también cuentan con muchas más personas que realizan actividades de I+D compaginándolas con la docencia. A modo de comparación, la cifra total (3.034) de personas dedicadas a investigación en el CSIC en 2012, es inferior a la de la Universidad Autónoma de Barcelona (3.262) y está muy por debajo de los 6.868 de la Complutense, según datos del Plan de Acción 2014-2017.
En el plano internacional, el CSIC se mide con la Sociedad Max Planck Alemán y con el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) francés, resultando que tanto por su tamaño como por la financiación, la institución Española va por detrás: 3.415 millones para los alemanes, en 2012, y 1.530 para los franceses, frente a 731 millones de presupuesto del CSIC en ese año en que los recortes no eran todavía tan acusados como han llegado a ser. En producción científica, el CSIC generó 49.873 publicaciones (entre 2007 y 2011) en comparación con 215.261 del Max Planck y 54.202 del CNRS. Eso sí, el primero cuenta con 18 premios Nobel y 11 medallas Field de Matemáticas, el segundo suma 17 Nobel y el CSIC, ninguno.
El impulso presupuestario que recibió la I+D en España en los años anteriores a la crisis se ha traducido en más ciencia y de más calidad. Las cifras cantan. Pero, además de la pésima situación financiera actual, el CSIC arrastra problemas estructurales que cortan las alas a sus científicos. La condición de funcionariado para los investigadores de la institución ha sido reiteradamente criticada por expertos en política científica y por investigadores que han optado por marcharse de España huyendo de un sistema encorsetado y burocratizado. La centralización del CSIC y la falta de autonomía de los institutos y de los investigadores que dificulta, por ejemplo, la contratación de forma abierta y competitiva, los aleja de las prácticas de centros modernos como el CNIO, los del programa CERCA catalán, los Ikerbasque (País Vasco) o los Imdea de la Comunidad de Madrid.
El propio presidente Emilio Lora Tamayo señala en el prólogo del Plan de Actuación que el entorno competitivo nacional e internacional en el que se desenvuelve el CSIC destacan instituciones y centros “dotados de estructuras y sistemas de gestión más modernos y flexibles”. En resumen, capacidades mermadas para competir en un mundo científico cada vez más ambicioso y que no se detiene a esperar a nadie.
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