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Montón dimite por las irregularidades de su máster pese al apoyo de Sánchez

La ministra de Sanidad abandona el puesto para que la polémica de las irregularidades de sus estudios "no influya" en la labor del Gobierno

Carmen Montón, este martes durante la comparecencia en la que anunció su dimisión como ministra de Sanidad.Foto: atlas | Vídeo: Jaime Villanueva / atlas

Pedro Sánchez intentó hasta el final, en contra del clamor de su partido, proteger a Carmen Montón. Pero la ya exministra de Sanidad no aguantó el último golpe, por la tarde, cuando La Sexta reveló que había plagiado buena parte de su trabajo de fin de máster. Montón ha dimitido en medio del alivio del PSOE y la incomprensión que se extendió durante todo el día en el partido por la decisión del presidente de respaldar a la ministra pese a que ya se sabía que sus notas habían sido alteradas. Es el segundo ministro de Sánchez que cae en poco más de 100 días. María Luisa Carcedo, hasta ahora alta comisionada para la lucha contra la pobreza infantil, ocupará la cartera de Sanidad, Consumo y Bienestar Social.

A la tercera fue la vencida. Primero, tras la noticia del eldiario.es sobre las irregularidades de su máster, ella aguantó. Después, cuando el mismo medio reveló que se habían alterado las notas, algo aún más grave, ella también decidió resistir. Y contaba para ello con el apoyo del presidente. Pero el remate del plagio de su trabajo —un texto que ella se había negado a entregar a la prensa, precisamente para que no lo pudiera analizar— ha llevado a Montón a rendirse.

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La ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, Carmen Montón, ha negado hoy irregularidades en la obtención de su máster sobre estudios de género: 'No he cometido ninguna irregularidad', ha aseverado.Montón ha señalado, en la rueda de prensa que ha convocado para dar explicaciones sobre las supuestas irregularidades que publica eldiario.es, que cursó dicho máster 'de acuerdo con todas la instrucciones que se me dieron' y ha rechazado haber 'solicitado ninguna convalidación de ninguna asignatura'.
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“He sido transparente y honesta. No he cometido ninguna irregularidad. Lo he defendido con toda convicción y la conciencia muy tranquila”, insistió la ya exministra en su despedida, este martes por la noche, después de alabar a Pedro Sánchez y asegurar que dimitía para no perjudicar al presidente. Montón hizo una breve comparecencia sin preguntas en la que reivindicó su gestión en estos 100 días. “Hemos recuperado la asistencia sanitaria universal. Hemos sentado bases para la aprobación de una ley de protección integral contra la violencia en la infancia. Es un buen balance para los primeros 100 días”.

Crisis para el Gobierno

La dimisión ha provocado una crisis de Gobierno y ha abierto un nuevo flanco débil en un Ejecutivo que cuenta con el apoyo parlamentario directo más pequeño de la reciente historia democrática. “Estoy orgullosa y agradecida porque el presidente haya contado conmigo en el Gobierno. He sentido su calidad humana, su apoyo y afecto. Los españoles tienen un magnífico presidente y, para que esta situación no influya, le he comunicado mi dimisión”, insistió Montón este martes por la noche.

El resultado supone un quebradero de cabeza para Sánchez muy superior al que provocó Màxim Huerta, que dimitió por antiguos problemas con Hacienda a la semana de ser nombrado. Montón era una ministra importante y la imagen de dos miembros del Gobierno dimitidos en poco más de 100 días es especialmente dura para un Ejecutivo que solo cuenta con 84 diputados. De rebote, eso sí, la crisis tiene un efecto secundario positivo para el PSOE: pone en una situación difícil a Pablo Casado, líder del PP, que tiene problemas similares con su máster —y un proceso legal en marcha— y también se ha negado a mostrar su trabajo de fin de carrera, que ahora se convierte en más sospechoso todavía. Aunque esa es, en todo caso, una segunda derivada: la renuncia de Montón abre una crisis de Gobierno inesperada para un Ejecutivo que afronta en los próximos días votaciones clave que pondrán a prueba —de nuevo— su resistencia parlamentaria.

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Para cuando llegó la dimisión, varios dirigentes del PSOE y algunos ministros estaban muy inquietos por la decisión de Sánchez. Ya no solo la apoyaba de forma discreta, como hizo el lunes, sino que decidió mojarse expresamente en el Senado y comprometer así su imagen. El presidente se cuidó de no hablar en ningún momento del máster, solo de la gestión de Montón al frente de Sanidad. Pero a esas horas daba igual: nadie entendía por qué se arriesgaba así cuando todos veían claro que el final era inevitable.

Sánchez escuchó desde el lunes muchas voces que le pedían que dejara caer a la ministra de Sanidad por la polémica de su curso de posgrado, pero decidió respaldarla públicamente — “ha hecho un trabajo extraordinario y lo va a seguir haciendo”— y ordenó al PSOE que frenara la presión.

Sin embargo, lejos de lograrlo, fue creciendo y explotó cuando se supo que, además de todas las irregularidades que estaban encima de la mesa, el trabajo de fin de carrera, al que ella se aferraba como prueba de su esfuerzo, había sido plagiado en buena parte, lo que demuestra que hizo muy poco para obtener un título que otros estudiantes debieron trabajarse con mucha más rigidez.

Poco antes de este final que muchos auguraban para los próximos días y que finalmente se precipitó, una pregunta sin respuesta clara, más allá de las hipótesis, se hicieron durante toda la jornada del martes el PSOE y el Gobierno. ¿Por qué se empeñaba Sánchez, un hombre con fama de frío y que suele tomar decisiones radicales de forma rápida, en mantener a la ministra de Sanidad después de que se confirmara que las notas de su máster fueron manipuladas? Nadie lo acababa de entender bien. Las especulaciones iban desde el compromiso personal con ella —Montón se negó a dimitir de la ejecutiva del partido en 2016, cuando se organizó una operación para destituir a Sánchez, y se enfrentó por ello a Ximo Puig, líder de su federación—, a la complicación política de ver dos dimisiones de ministros en los primeros 100 días o la estrategia de no querer meter ahora toda la presión sobre Casado, al que Sánchez está cuidando como un líder de la oposición que puede beneficiar al PSOE indirectamente por su batalla con Ciudadanos.

El presidente dejó pasar el lunes con un apoyo tímido, trasladado por sus portavoces pero sin mojarse. Sánchez habló varias veces con la ministra, con quien le une ese vínculo de lealtad. Le trasladó su respaldo y le mandó ánimos, pero no la apoyó en público. Llegó el martes y las cosas empeoraron con la confirmación de que las notas fueron manipuladas a posteriori. El PSOE era un auténtico clamor a favor de la dimisión.

Los ministros eran más discretos y, en muchos casos, solidarios con su compañera, de la que todos valoran la gestión, aunque varios temían que las cosas acabarían mal. Incluso Pablo Iglesias, líder de Podemos y socio principal de Sánchez, dijo que le producía “mucho pesar” la situación porque Montón “es una defensora de la sanidad pública muy competente”. Pero al igual que Iglesias, que en público dijo que si no explicaba todos los agujeros que ha dejado su historia debía dimitir, muchos dirigentes del PSOE y del Gobierno concluían en privado que a Montón no le quedaba mucha más salida que la dimisión.

"Va a seguir"

Sin embargo, cuando el silencio oficial empezaba a desatar los rumores, Sánchez ordenó a dos personas de su máxima confianza, primero Adriana Lastra, portavoz parlamentaria, y después José Luis Ábalos, secretario de Organización del partido y ministro de Fomento, que salieran a mostrar públicamente un claro respaldo a la ministra. Ambos cumplieron disciplinadamente. Pero como no era suficiente, porque las especulaciones y la presión seguían, el propio Sánchez habló a media tarde, tras la sesión de control del Senado.

“Lo único que puedo decir como presidente es que la ministra está haciendo un trabajo extraordinario y lo va a seguir haciendo. He sido bastante claro”, trasladó el presidente del Gobierno a los periodistas en los pasillos de la Cámara alta, en una brevísima declaración.

No fue así: apenas cuatro horas después, Montón dimitió forzada por las revelaciones de plagio. “En 100 días has recuperado la sanidad universal en nuestro país, has trabajado sin descanso para devolver y ampliar derechos. Gracias, Carmen Montón, por tu compromiso con la igualdad y la justicia social. Tu decisión, valiente, te honra”, escribió Sánchez en Twitter, tras la salida de su ministra.

Solo un miembro de la ejecutiva del PSOE, Odón Elorza, se pronunció la noche del martes. Y lo hizo de forma crítica con Montón: “El ejercicio de dimitir tiene un gran valor ético cuando es voluntario y se hace a tiempo. Cuando es forzado por otros te deja muy mal cuerpo y resta confianza al Gobierno y al partido”, dijo el exalcalde de San Sebastián.

Podemos pidió finalmente la dimisión cuando corrió como la pólvora el plagio de la tesis, y apuntó directamente a Pablo Casado por la misma razón: el líder del PP no ha permitido ver sus trabajos del máster. “¿Qué oculta el presidente del PP?”, se preguntó el secretario de Organización de la formación morada, Pablo Echenique. Esa es una de las incógnitas por resolver del penúltimo sainete que ha sacudido la política española.

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