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La guerra convierte a Sudán en el país con más desplazados internos del mundo

El conflicto que estalló en abril sumado a las violencias previas, sobre todo en la región de Darfur, elevan a más de siete millones el número total de personas que han tenido que dejar sus casas

Sudán
Varias personas esperan una distribución de comida organizada por voluntarios en Omdurman, en Sudán, el 3 de septiembre de 2023EL TAYEB SIDDIG (REUTERS)
Marc Español

Tan solo dos semanas después de que estallara la guerra en Sudán entre el Ejército regular y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido, el pasado 15 de abril, la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur) ya advertía de que los intensos combates estaban obligando a decenas de miles de personas a abandonar sus hogares en busca de seguridad. Pasado un mes y medio de hostilidades, el país ya había registrado más de 2,2 millones de desplazados internos, una cifra similar a la que se había documentado en Sudán en los 10 años anteriores debido a otros conflictos. A mediados de septiembre, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la cifra habría superado los cuatro millones, es decir, algo más del 9% de la población del país.

Es decir, un promedio de 26.500 personas al día desde que comenzó el conflicto. Casi el 70% de los nuevos desplazados internos han huido de Jartum, la capital de Sudán y una de las zonas más devastadas por la guerra, y también de la región de Darfur (30%), según la OIM.

A ellos se suman unos 3,8 millones de personas que ya habían tenido que dejar sus casas y migrar a otras regiones del país más seguras, antes de abril de 2023 y debido a la violencia que ha castigado a este país desde hace años. Así, Acnur calcula que Sudán es actualmente el país con mayor número de desplazados internos del mundo, con más de siete millones, por delante de otros Estados asolados por conflictos bélicos, como Ucrania y Siria. A ellos se suman, además, más de 1,2 millones de refugiados que han abandonado el país.

Casi el 70% de los nuevos desplazados internos han huido de Jartum, la capital de Sudán y una de las zonas más devastadas por la guerra, y también de la región de Darfur (30%), según la OIM.

Muchos de quienes han huido de sus casas lo han hecho con lo puesto, lo que provoca mucha presión sobre las comunidades de acogida, que en muchos casos ya disponían de recursos y servicios muy limitados antes de la guerra. Todo ello ha disparado las necesidades humanitarias en el país, y hoy se calcula que unos 25 millones de personas, más de mitad de toda la población, requiere de ayuda urgente. “La afluencia de nuevos desplazados internos en algunas partes de Sudán ha desbordado los servicios y recursos públicos en las zonas de llegada, sobre todo alojamiento, atención sanitaria, educación y otros servicios como el registro civil, agua, energía y saneamiento”, alerta Assadullah Nasrullah, responsable de comunicación de Acnur en el país.

La mayoría de los desplazados internos registrados en el país antes de 2023 se encontraban ya en zonas castigadas por la guerra que estalló en abril. Por ello, “algunas personas podrían haber sido desplazadas por segunda o tercera vez, lo que daría lugar a un recuento doble”, advierte Clémentine André, coordinadora para África y Oriente Medio del Observatorio de Desplazados Internos (IDMC).

A todo ello se le suman, además, los efectos de las fuertes lluvias y las inundaciones que han caído sobre algunas regiones de Sudán desde el mes de julio, y que han afectado a más de 70.000 personas, sobre todo en Estados del norte, el centro y el oeste del país. “Las mismas personas desplazadas por la guerra pueden haber sido desplazadas por las inundaciones. Muchas familias pueden haber experimentado múltiples desplazamientos en los últimos seis meses”, resume André.

Hasta abril, la región más afectada era con diferencia Darfur, donde el régimen del exdictador Omar al Bashir lanzó en 2003 una feroz ofensiva y una campaña de limpieza étnica ejecutadas por muchas de las milicias que hoy integran las Fuerzas de Apoyo Rápido, con el objetivo de aplacar un levantamiento armado contra su represión, sectarismo y expolio.

En 2008, la ONU había estimado que más de 300.000 personas habían muerto y que 2,5 millones habían tenido que desplazarse a raíz de la violencia, por la que Al Bashir fue acusado de crímenes de guerra, lesa humanidad y genocidio por el Tribunal Penal Internacional. La mayoría de estos desplazados permanecía en campamentos de la región.

Guerra, limpieza étnica e inundaciones

“En las zonas en las que se refugian los desplazados, los precios de los bienes de primera necesidad y de la vivienda se están disparando”, alerta Arif Noor, el director de la ONG Save The Children en Sudán. “Antes de la escalada de violencia, Sudán ya se enfrentaba a una grave crisis económica, que ahora se ve agravada a medida que la gente huye de sus hogares y pierde sus propiedades, medios de subsistencia y acceso a la tierra”, agrega.

“La actual crisis de desplazamientos está teniendo un efecto devastador para la población, especialmente para los niños, cada vez más expuestos a riesgos como el trabajo infantil, el matrimonio precoz, la explotación sexual y el reclutamiento por grupos armados”, nota Noor, que lamenta que la crisis, además, “está privando a los pequeños del acceso a la educación”.

Nasrullah, de Acnur, señala que la presión también provoca un aumento del hambre. “La creciente crisis económica ha agravado la inseguridad alimentaria tanto entre los desplazados internos como entre sus comunidades de acogida”, apunta.

En paralelo a los efectos directos de los combates entre el Ejército y las Fuerzas de Apoyo Rápido, otra de las principales causas del alto número de nuevos desplazados internos que se está registrando en Sudán es la violencia de carácter étnico, incluidas campañas concretas de limpieza, que se han documentado en Darfur desde mediados de abril. Allí, tanto Ejército como policía se han retirado de muchas localidades para replegarse y asegurar instalaciones estratégicas, incluidas bases militares. Pero este movimiento ha dejado grandes vacíos de poder que luego han aprovechado los paramilitares y milicias árabes afines para sembrar el terror entre personas, principalmente de tribus no árabes.

La actual crisis de desplazamientos está teniendo un efecto devastador para la población, especialmente para los niños, cada vez más expuestos a riesgos.
Arif Noor, Save The Children

“La situación humanitaria y sanitaria en Darfur se ha vuelto catastrófica”, declara Adam Rojal, portavoz de una coordinadora de desplazados y refugiados en la región. “Hay miles de personas que se han refugiado en zonas controladas por el Movimiento de Liberación de Sudán de Abdul Wahid Al-Nur [en las montañas Marrah del centro de Darfur] y en campamentos, y necesitan ayuda y servicios básicos de emergencia”, explica.

Las condiciones de vida son en especial precarias en algunos de los campamentos que acogen a personas desplazadas, sobre todo para los niños, particularmente vulnerables. Entre mayo y septiembre, más de 1.200 niños menores de cinco años murieron en campamentos del Estado de Nilo Blanco, al sur de Sudán, por lo que Acnur calificó de una combinación fatídica de desnutrición y un brote de sarampión.

Una madre abraza a su hija, mientras recibe asistencia médica en Um Sangour, en Sudán. Imagen suministrada por ACNUR y distribuida por Reuters
Una madre abraza a su hija, mientras recibe asistencia médica en Um Sangour, en Sudán. Imagen suministrada por ACNUR y distribuida por Reuters UNHCR (via REUTERS)

Ayuda humanitaria insuficiente

El año pasado, la mayoría de desplazamientos internos en Sudán se debió a tensiones y violencia intercomunitaria en los Estados de Nilo Azul, en el sur, y Darfur Occidental. En ambos casos, la violencia tuvo su origen sobre todo en disputas por el cada vez más limitado acceso a la tierra y otros recursos.

“La gran diferencia con respecto a los desplazados internos desde abril es que probablemente estos han tenido que salir del lugar donde viven varias veces, y que la perspectiva de volver a casa o de encontrar soluciones duraderas en general es probablemente muy remota”, señala André.

También las inundaciones por fuertes lluvias, que suelen ocurrir entre junio y septiembre y a menudo desbordan ríos como el Nilo, han sido en las últimas décadas causa recurrente de desplazamientos internos. Entre 2017 y 2021, estos episodios afectaron de media a 388.000 personas al año, según la plataforma de análisis humanitario ACAPS.

A pesar de este contexto, las agencias de ayuda humanitaria se están encontrando muchas dificultades para mantener su actividad en Sudán a raíz no solo de la guerra, sino también por obstáculos burocráticos y administrativos, saqueos o ataques al personal humanitario y controles forzados sobre los suministros.

A todas estas trabas se le suma la falta de financiación por parte de la comunidad internacional para cubrir las crecientes necesidades de la población sudanesa. Hasta la fecha, la ONU solo ha podido garantizar alrededor del 31% del total de fondos que ha solicitado para atender a las necesidades más urgentes del país.

Pese a todas estas dificultades, ACNUR asegura que ha podido llegar a más de 400.000 desplazados internos en lo que va de 2023, la gran mayoría de ellos desde que estalló la guerra en abril, y que les ha podido proporcionar ayuda en forma de artículos de socorro básicos, refugio de emergencia, asistencia en efectivo, o apoyo psicosocial y legal.

Desde Darfur, Rojal alerta, sin embargo, que la ayuda que está llegando no es suficiente: “Los ciudadanos han alcanzado el colmo del sufrimiento y necesitan imperiosamente que se activen mecanismos de protección y se abran vías para hacer llegar ayuda humanitaria, alimentos y medicinas, después de que hayan transcurrido más de cinco meses de guerra”.

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