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¿Cómo salvar la biodiversidad que custodian los pueblos indígenas?

La FAO publica un estudio sobre los sistemas alimentarios atesorados por las comunidades originarias desde la Amazonía hasta el Ártico, el valor que representan para el mundo y los retos que enfrentan

Pueblos indígenas
Cerca de 4.000 lenguas de las 6.700 del planeta, son indígenas. Y están estrechamente relacionadas con los sistemas alimentarios.SERGIO BARTELSMAN (Fundacion Gaia Amazonas)
Noor Mahtani

Cuenta una de las leyendas de la comunidad indígena tikuna-cocama-yagua (localizados en la Amazonía colombiana) que, hace muchos años, alguien fue a pescar y los peces que atrapó se convirtieron en los humanos que luego poblaron el resto del mundo. A su vez, sigue el cuento, esos animales crecieron de unos gusanos que brotaban de los árboles de la aldea y que cayeron al agua. Así es como entiende la humanidad esta población de casi 10.000 personas: como una parte inseparable de la naturaleza.

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Ese sentimiento de pertenencia les ha llevado a cuidar la tremenda biodiversidad del territorio, con una experiencia inigualable en la pesca. Esta comunidad, que produce el 75% de todo lo que consume, lleva años adaptándose al ascenso de aguas que suceden entre noviembre y febrero. Cuando llega la época, el nivel de los ríos aumenta hasta 14 metros y la pesca se convierte en una pieza clave de la alimentación de estas familias, que consumen el triple de esta proteína que la media nacional. A partir de agosto, estos niveles vuelven a descender, y es entonces cuando los habitantes vuelven a priorizar los cultivos agrícolas. “Esta población tiene una capacidad increíble de adaptarse”, explica Liseth Escobar Aucu, de la Fundación Omacha, “son el ejemplo vivo de que el trabajo en colectivo y la resiliencia permiten encontrar soluciones a los problemas que se presentan”.

Porque problemas hay. Y muchos. La contaminación de sus ríos, la introducción de nuevas semillas y cultivos externos, así como la ambigua demarcación del territorio con otras comunidades, provoca que el legado de los tikuna-cocama-yagua sea cada vez más difícil de continuar. Precisamente para evitar que el conocimiento y la sabiduría ancestral se extinga, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), junto con la Alianza Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) publicaron este viernes un nuevo estudio que identifica cientos de diversas especies de plantas y animales en todo el mundo bajo la custodia de los pueblos originarios.

El libro, Los sistemas alimentarios de los pueblos indígenas: perspectivas sobre la sostenibilidad y la resiliencia desde la primera línea del cambio climático, es uno de los estudios más detallados y completos hasta ahora en los que convergen datos de ocho comunidades autóctonas desde el Ártico al Sahel y de la Amazonía a las islas del Pacífico.

Yon Fernández-de-Larrinoa, jefe de la Unidad de Pueblos Indígenas de la FAO, señaló que el liderazgo y la toma de decisiones de las comunidades es indispensable: “Ellos son los que custodian la biodiversidad, pero no siempre se les reconoce. Tenemos que colocarlos en el asiento del conductor y diseñar políticas que incluyan la sabiduría que conservan. Si no, estamos perdiendo una enorme oportunidad”. Dividido en ocho capítulos, que incluye desde la caza y la pesca hasta la supervivencia en el desierto y la agricultura migratoria, el informe se publica “en un momento clave”; a las puertas de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios, que tendrá lugar en septiembre de 2021 en Roma. “Nuestra sociedad comparte un prejuicio sobre estos pobladores, de que están muy anclados al pasado. Y es erróneo. Solo ellos están en continua adaptación”, añadió Fernández.

Las lenguas indígenas son especialmente ricas en citar plantas, animales, el medio ambiente y los ecosistemas. Cada vez que una lengua se muere, se apaga una forma de nombrar el mundo; y de entenderlo

La publicación identifica los principales factores internos y externos que afectan los sistemas alimentarios, sus perspectivas futuras y continuidad como administradores de ecosistemas intactos y territorios que atesoran el 80% de la biodiversidad que queda y sugieren al menos cinco medidas para que ese porcentaje no siga disminuyendo:

-El derecho a la tierra. El respeto y el reconocimiento a las poblaciones originarias varía de país a país. Y aunque conste en el papel, la realidad de estas y de los activistas medioambientales es a veces una amenaza continua. En los ocho pueblos estudiados por la FAO –los baka, en Camerún; los inari sámi, en Finlandia; los khasi, bhotia y anwal. en la India; los melanesios. en las Islas Salomón; la comunidad kel tamasheq, en Malí; los tikuna, cocama y yagua, en Colombia; y los maya ch’orti’, en Guatemala– apenas hay unas pocas políticas que apoyen el acceso a los recursos naturales.

-Promoción de las prácticas tradicionales. Para Anne Nuorgam, presidenta del Foro Permanente de las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas el traslado de una generación a otra de los saberes populares es vital para “garantizar la protección de la biodiversidad”: “Los pueblos indígenas adaptan su producción y consumo de alimentos a las estaciones y los ciclos naturales observados en los ecosistemas circundantes, no al revés como lo hacen la mayoría de las otras sociedades [...] Nuestros sistemas alimentarios son únicos, se necesitan imperativos para asegurar nuestra forma de vida”.

-Gobernanza inclusiva. Los gobiernos han de crear junto a estas poblaciones las medidas que rijan los espacios protegidos. Como insistió Qu Dongyu, director general de la FAO: “No podemos olvidar nuestra historia, ni nuestras civilizaciones pasadas. Aprendamos de ellos, que son quienes protegen la cultura y los sistemas agroalimentarios; hagámoslos partícipes”.

-Comercio justo. Los melanesios cosechan la nuez de ngali para venderlo en el mercado internacional, los ch’orti’ confeccionan sus artesanías con hoja de palmeras, los khasi venden las cestas de bambú y los sámi sus animales. Las ocho poblaciones estudiadas venden sus cosechas y productos para pagar el transporte, la educación y las medicinas. “Pero, los ingresos no suelen ser siempre adecuados”, dicta el estudio.

-Programas de educación de las lenguas locales e interculturalidad. Cerca de 4.000 lenguas de las 6.700 de todo el globo, son indígenas. Y, aunque pueda parecer que no tienen relación con los sistemas alimentarios, están estrechamente relacionados. Estos idiomas son especialmente ricos en citar plantas, animales; describen el medio ambiente y los ecosistemas. La migración de jóvenes les desvincula de su cultura y de su sabiduría ancestral. Cada vez que una lengua se muere, se apaga una forma de nombrar el mundo; y de entenderlo.

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