10 fotosDefensores de los bosques (X)Una vida protegiendo a las criaturas acuáticas del AmazonasDesde pequeña, Lilia Hawa se sintió atraída por la fauna del río, que ha marcado tanto el sentido de su espiritualidad como su vida profesionalPablo AlbarengaColombia - 03 sept 2020 - 01:30CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceLilia Isolina Java Tapayuri posa para un retrato junto a su esposo Aldo, sus hijas Ainara y Michel y su madre Tapayuri, frente a su casa en la comunidad colombiana de San Francisco, a pocas millas al noroeste de Puerto Nariño, sobre el río Loretoyacu, afluente del Amazonas. La vivienda se encuentra vacía debido a que la familia reside en la Fundación donde Lilia trabaja. Para esta líder comunitaria de la etnia cocama, en el resguardo Tikuna-Cocama-Yagua, el delfín rosado es sagrado. Y ocupa una parte central en su trayecto vital y profesional que la ha llevado a ocupar hoy un papel importante en la conservación de la fauna fluvial de este rincón de la selva amazónica.Bosque inundado cerca de la comunidad de San Francisco. En la estación de lluvias, que coincide con el invierno amazónico, los ríos suben su cota creando bosques inundados, donde los delfines rosados cazan a sus presas. Desde tiempos remotos, este mamífero acuático ocupa un lugar sagrado en las cosmologías indígenas, como también lo hace en muchos rincones de la inmensa cuenca amazónica.El equipo de control de la balsa del lago Tarapoto realiza una inspección de rutina para controlar a las embarcaciones de pesca locales. Lilia dedica su vida a la defensa cotidiana de un ecosistema sometido a múltiples y continuas pruebas de estrés. Por fortuna, las amenazas de la pesca ilegal, que hace años fuera muy agresiva por la presencia de barcos frigoríficos, se han conseguido controlar.Lilia pesa parte del pescado de una embarcación durante una inspección de control, en la balsa de control, ubicada en la entrada del lago Tarapoto. Decenas de especies protegidas están siendo monitorizadas, y Lilia dirige con valentía y autoridad indiscutida las operaciones de la balsa, desde donde se realiza el recuento de la población de distintas especies de peces y mamíferos acuáticos como nutrias, manatíes, y delfines.Uno de los vigilantes de la balsa del lago Tarapoto asa unos pescados para la cena. Atardecer sobre el lago Tarapoto. Lilia posa para un retrato en el río Amazonas. Su camino, como el de tantas otras mujeres indígenas, ha sido el de la lucha permanente y la determinación. En medio del patriarcalismo dominante, el control masculino acostumbra a ser absoluto. Esto exige a las mujeres una audacia añadida si quieren colarse por una rendija y empezar a trabajar de tú a tú con los hombres.Lilia y su esposo cuidan de un manatí que encontraron varado en la orilla del río Amazonas, mientras intentan ubicar a su madre. Lilia consiguió colarse en un mundo dominado por hombres gracias a su relación emocional y espiritual con los delfines rosados. Su fascinación, de niña, hizo que en algún momento, animada por su padre, se prestara a colaborar en el cuidado de algunos ejemplares.Lilia y Karina, de la fundación Natütama, alimentan a un manatí que encontraron varado en la orilla del río Amazonas, mientras intentan ubicar a su madre. La escena revela hasta qué punto la relación con la naturaleza y con los seres vivos, no tan distintos de los humanos, es una cuestión de empatía y sensibilidad, dos cualidades demasiado desconocidas hasta hace poco por el universo masculino.Lilia y Karina esperan a que integrantes de un refugio animal vengan a buscar a un manatí que encontraron varado en la orilla del río Amazonas, para transportarlo a sus instalaciones en la ciudad de Leticia. A pesar de todas las inseguridades de este territorio lejano, Lilia está determinada a defender la selva y el rico mundo acuático que la habita