Las noches blancas
La inteligencia artificial, cruzada con la estupidez natural, es materia explosiva. Hemos caído en la trampa y nadie sabe cómo volver atrás ni cómo seguir avanzando


¡Oh, bendito sueño! A menudo, cuando más desdichado me sentía, me sumía en el descanso, y los sueños me sosegaban hasta el arrobamiento (Mary Shelley)
1. El pasado 11 de marzo, tuve el placer de conversar con Rosa Montero, moderadas por Daniel Peña, en la Fundación Ramón Areces de Madrid. Personalmente, animada por el intercambio de impresiones que mantuvimos en torno al tema Libros que cambian nuestras vidas, me reafirmé en la idea de que los escritores nos dividimos en dos grupos: los escritores ancla y los escritores antena. Los primeros son aquellos que se nutren de las profundidades de la vida y de la cultura, crean basándose en los ciclos largos de la historia y son condescendientes con el presente porque conocen la ondulación del tiempo como categoría modeladora. Son, por ejemplo, Marguerite Yourcenar y W. G. Sebald. Los escritores antena son aquellos que viven siguiendo la vibración del momento, se sienten vinculados a los hechos de la vida política y social cotidiana, olfatean el aire, presienten las tormentas, aciertan y se engañan en público, crean sus fábulas derivándolas de la transfiguración del presente, inventan y emiten juicios basándose en los ciclos breves de la historia. Las dos escritoras que moderó Daniel Peña pertenecen, sin lugar a dudas, a esta segunda categoría.
2. No es de extrañar, por lo tanto, que el diálogo terminara con el tema estrella del momento, los caminos cada vez más determinantes de la inteligencia artificial. Tomó la palabra Rosa Montero, que acaba de publicar su cuarta novela, el cierre de la serie en torno a la detective Bruna Husky, Animales difíciles, cuyo tema es precisamente ese: qué quedará de la humanidad cuando los cíborgs pueblen la Tierra. En la novela, la visión de Rosa Montero termina siendo optimista, y la protagonista tecnohumana, ahora una “androide débil”, termina incluso haciendo el amor con el inspector Paul Lizard, y en ese vínculo donde se siente la vibración de la relación común entre simples hijos de Adán y Eva nos deja entrever que, aunque perdidos en la conciencia de la inmensidad del cosmos y de la cultura transhumana, seguirán sucediendo cosas, más allá de 2111, semejantes a las que ocurren en nuestras vidas corrientes. Sin embargo, en la explicación en vivo que dio Rosa Montero sobre el tema, fueron surgiendo monstruos posibles, y en cierta manera, con su bagaje de lecturas de ciencia ficción, su mensaje terminó siendo de miedo y advertencia. De advertencia de que, si la humanidad carece de medida ética y deontológica, podría cumplirse el mensaje que Nick Bostrom presta a Rosa Montero, como epígrafe de su libro sobre Bruna Husky: “Crear algo más inteligente que tú es un error evolutivo básico”.
3. Pero la literatura no es un poder totalmente desarmado; contiene una sabiduría de naturaleza indefinida que desborda los límites de lo demostrable y avanza con propuestas que no pueden encontrarse por otros medios. En momentos de crisis aguda, cuando los escritores parecen pájaros escondidos durante una tormenta, nos estremecen como las sacudidas del mundo y formulan a ciegas fábulas de advertencia. A veces son las imágenes las que salvan por sí mismas. Por eso, en un anticipo de un futuro próximo, en el que las máquinas pensantes lleguen a sustituirnos, dotándose a sí mismas del impulso del creador autónomo, es interesante volver al poema seminal de Emily Dickinson sobre la dimensión del cerebro humano, imposible de cartografiar: “El cerebro es más ancho que el cielo; / ponlos juntos / y uno contendrá al otro / con facilidad, y a ti, además”.
Conviene conservar nuestra autoestima como especie. Con todo, ante las inquietantes señales que esboza la autora de Animales difíciles, no podemos dejar de pensar que, por desgracia, el desarrollo de la inteligencia artificial se ve incrementado por considerables dosis de estupidez natural. La inteligencia artificial, el más probable de los futuribles, cruzada con la estupidez natural, arcaica, como en la cueva del troglodita, es materia explosiva. Esta es la trampa en la que hemos caído y nadie sabe cómo volver atrás ni cómo seguir avanzando.
4. El problema radica en la asociación negativa entre la política retrógrada que asalta nuestras comunidades y los avances tecnológicos que nos ofrecen cada día maravillas que hasta hace poco solo parecían pertenecer al orden del delirio. Y ello permitirá todo tipo de manipulación de la realidad humana, ya sea corpórea o de pensamiento, y la subversión de lo que hasta hace poco alineábamos con el orden de la moral y la axiología, y que se encuentra ahora patas arriba.
Giuliano da Empoli ha demostrado de manera sistemática y racional en su libro Los ingenieros del caos lo que nosotros deducíamos de nuestro conocimiento empírico: me refiero al abrazo entre el poder político sintetizado en los tres emperadores, Donald Trump, Xi Jinping y Vladímir Putin, y sus estratosféricos ingenieros, tan crueles y alejados de los dolores de la humanidad como ellos, este abrazo que hace que nuestras noches de insomnio parezcan monstruosas e interminables. Mientras nos pasamos las madrugadas con los ojos clavados en la oscuridad, podemos tener la certeza de que cada uno de ellos sopesa qué parte de la gacela les reserva la caza del día siguiente. Y la gacela es simplemente la Tierra entera. Se la están repartiendo ante nuestros ojos, negociándosela como si fuera suya. Solo de esta manera podemos comprender el juego brutal al que asistimos sobre el territorio y el pueblo de Ucrania y el genocidio desenfrenado que tiene lugar ante nuestros ojos en la región de Gaza. Esto que vemos día tras día solo parece tener lateralmente algo que ver con el avance exponencial de la inteligencia artificial, pero no es así. Musk es simplemente un símbolo chabacano de ese abrazo funesto. Los otros dos, mucho más inteligentes, mantienen a sus tecnocreadores trabajando en la oscuridad.
5. Frente a lo que podría convertirse en realidad, Animales difíciles es una ágil ficción de aventuras semihumanas, con la amenaza bien dibujada, pero cautelosamente clemente en la esperanza que anuncia. La puerta de salvación que entrega al lector nos deja dormir tranquilos. Al contrario de lo que leemos en las páginas de ciertos periódicos que describen los proyectos de una nueva eugenesia concebidos por Silicon Valley, un semillero de proyectos para el Despacho Oval, que gobierna el mundo. Para mucho antes de 2111 están planeando a toda prisa que los niños sean programados según la voluntad de sus padres: hermosos, altos, atléticos, inteligentes y, naturalmente, serviles. Serán de carne y hueso, blancos, sonrosados. Querida Rosa Montero, ¿dónde hemos oído esto antes?
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