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editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El cine español se examina de historia

La gran cosecha de los premios Goya privilegia las películas pegadas al pasado reciente y a la actualidad

Varios operarios colocan este viernes la alfombra roja de entrada al Palacio de Congresos de Granada, que albergará el sábado la gala de los Goya.
Varios operarios colocan este viernes la alfombra roja de entrada al Palacio de Congresos de Granada, que albergará el sábado la gala de los Goya.MIGUEL ÁNGEL MOLINA (EFE)
El País

Los premios son, por definición, injustos. No tanto por los ganadores, sino por todos los que se quedan fuera. En la edición de los Goya que se celebra hoy en Granada, este axioma resulta especialmente cierto porque estos galardones demuestran, de nuevo, la diversidad y la calidad del cine español, gane quien gane. Al igual que en 2024, muchas de las películas candidatas han logrado buenos resultados de taquilla, pese a competir en un panorama dominado por los gigantes estadounidenses.

Este año, las principales candidatas se acercan a la historia reciente o tratan problemas cercanos a los ciudadanos. El 47 —la favorita, con 14 nominaciones— aúna los dos aspectos: por un lado, es un fresco de las luchas sociales durante el franquismo y la Transición; por otro, da voz a quienes demandan una vivienda digna en una ciudad de la que se sienten expulsados. La infiltrada, con 13 candidaturas, se sumerge en los años de plomo de ETA, y es, además, la película española dirigida por una mujer que más taquilla ha hecho. Soy Nevenka o Marco también se enfrentan a historias reales que encuentran amplios ecos en el presente: el acoso sexual y la memoria histórica.

En esta edición se ha producido una renovación entre los directores que han llegado a la recta final, frente a realizadores veteranos que, pese a haber estrenado, se han quedado fuera de algunas categorías. Tres de los candidatos, Dani de la Orden, con Casa en llamas; Javier Macipe, con La estrella azul, y Pol Rodríguez, codirector de Segundo premio, nunca habían sido finalistas. El 47 y Casa en llamas, además, reflejan la pluralidad lingüística de España. La primera se ha convertido en la película en catalán más vista en salas en más de 40 años. Además, muchos de los filmes han sido éxitos inesperados en taquilla gracias al empuje de los espectadores.

Otra protagonista de la temporada cinematográfica ha sido la española Karla Sofía Gascón, primera mujer trans candidata al Oscar a la mejor actriz por Emilia Pérez, que opta al Goya a la mejor película europea. Una serie de indefendibles mensajes en redes sociales han hecho descarrilar su candidatura. Nada justifica ni la forma ni el fondo de sus mensajes del pasado ni el tono que imprimió a algunas de sus disculpas, pero eso no debería determinar el juicio artístico sobre su interpretación ni sobre el filme.

Polémicas aparte, los datos reflejan una industria dinámica que, sin embargo, se enfrenta a problemas recurrentes: la competencia feroz de las grandes majors de Hollywood, la escasez de cines —o su ausencia en algunas ciudades— o los cambios en los hábitos de consumo. Con todo, una industria se defiende por su capacidad para renovarse y para forjar grandes historias. Las películas presentes hoy en los Goya —las finalistas, pero también las que se han quedado fuera— demuestran la solidez y creatividad del cine español.

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