‘Soy Nevenka’: correcta adaptación de una historia terrible
La película de Icíar Bollaín la veo y la escucho sin tedio, pero con escasa pasión. No me cuenta nada que no sepa. Tampoco me sorprende la correcta interpretación de Mireia Oriol
Seguí en los medios (incluidos los que militaban en la muy productiva telebasura) la sórdida y trágica historia en la que se vio envuelta y acorralada una mujer con aspecto inicialmente luminoso llamada Nevenka Fernández. Cuando su atrevido, kamikaze y necesario desafío concluyó, con una victoria en los tribunales sobre el alcalde, el cacique, el acosador, la representación de esa cosa tan repugnante, abusadora e implacable, deseada por tantos villanos aparentemente honorables y llamada poder, esta señora parecía salida del infierno, con una devastación mental, física y anímica que parecía haber dado un interminable paseo por el infierno. Veo fotografías actuales de esta señora, que se exilió después de que la justicia le otorgara la razón, y percibes en su mirada y en su expresión que hay huellas depresivas tan profundas que van a permanecer siempre, aunque hayas recompuesto tu maltrecha existencia y disfrutes de las cosas buenas que ella puede llegar a ofrecerte.
Vi recientemente en Netflix una atractiva miniserie documental sobre esta siniestra historia. Y leí de un tirón el excelente libro de Millás sobre la bella y la bestia, Hay algo que no es como me dicen. El título es tan inquietante como aclaratorio el relato. O sea, poseo información de altura sobre lo que le ocurrió entre aquella concejal del Ayuntamiento de Ponferrada, buena estudiante, de familia acomodada, destinada a un dulce porvenir, que tuvo un lío breve con el jefe del negocio, pero que decidió que aquello no daba para más sentimentalmente, se largó de esa relación insatisfactoria y pensó ingenuamente que el lobo no se la iba a zampar, que su eficaz trabajo en la alcaldía no cambiaría, que el acoso sexual desaparecería, que seguía teniendo la vida por delante. Y jodieron su existencia a todos los niveles: profesionalmente, familiarmente, socialmente, psicológicamente.
No había dudas en su mundo, en la autoridad, entre el pueblo llano, de que esa mujer de nombre tan extraño y transparentemente guapa era la mala de la película, la trepa, la falsaria, la inconsciente, la drogadicta, la sectaria, la simuladora. Y después de mil torturas mentales, denunció por dignidad (también por ovarios a pesar de su aparente fragilidad) lo que estaba padeciendo, lo denunció y lo expuso ante la justicia, y esta le otorgó la razón. Y los monstruitos ancestrales supieron que habían perdido la impunidad. Y, por supuesto, también existen las mentirosas y las ventajistas, o sea, las denuncias falsas hacia varones inocentes. Pero aquella dama abrió el camino para que hombres salvajes conocieran el temblor y el posible castigo.
Y me extiendo tanto sobre la cruel y perturbadora historia de esa mujer porque la versión de ella en la película Soy Nevenka me sabe a poco. Icíar Bollaín, capaz de trasmitirme emoción, implicarme, despertarme las sensaciones que asocio al cine que me importa en películas como Te doy mis ojos y Maixabel, aquí realiza una adaptación que solo me parece correcta, a la que asisto sin que me provoque frío ni calor. No hay nada en ella detestable, pero tampoco que me altere para bien. La veo y la escucho sin tedio, pero con escasa pasión. No me cuenta nada que no sepa. Tampoco me sorprende la correcta interpretación de Mireia Oriol, actriz a la que desconocía. Nevenka Fernández posee para mí algo turbador, también cierto misterio y aquí no me lo transmiten. Pero sí me transmite mal rollo la muy acertada interpretación de Urko Olazabal dando vida y capacidad de simulación, también provocando grima, al componer a ese personaje alternativamente zalamero, campechano, gimoteante, irascible, amenazante, perverso, vengativo, un paleto modélico convencido de que el poder lo compra todo y de que este es invulnerable.
Soy Nevenka
Dirección: Icíar Bollaín.
Intérpretes: Mireia Oriol, Urko Olazabal, Ricardo Gómez, Carlos Serrano.
Género: drama. España, 2024.
Duración: 110 minutos.
Estreno: 27 de septiembre.
Babelia
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