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EDITORIAL
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Mensaje para Modi

El resultado de las elecciones en la India supone un importante aviso para el primer ministro, quien debería corregir algunas de sus políticas más nacionalistas

El primer ministro indio, Narendra Modi, llegaba el martes a la sede del BJP en Nueva Delhi para pronunciar un discurso de victoria.
El primer ministro indio, Narendra Modi, llegaba el martes a la sede del BJP en Nueva Delhi para pronunciar un discurso de victoria.Adnan Abidi (REUTERS)
El País

Unos 642 millones de ciudadanos indios, alrededor del 66% de los que tenían derecho a hacerlo, acudieron a las urnas en las elecciones legislativas recién celebradas en el país más poblado del planeta, la quinta potencia económica mundial. El resultado fue una victoria inesperadamente amarga para el primer ministro, Narendra Modi. En contra de la mayoría de las previsiones, que apuntaban a un sólido triunfo, su partido, el BJP, no consiguió repetir la mayoría absoluta que cosechó en 2014 y 2019. Modi podrá ejercer un tercer mandato —es el primer líder en lograrlo desde Jawaharlal Nehru— solo gracias al apoyo de formaciones aliadas. Junto a ellas, dispondrá de 292 escaños en la Cámara baja, donde el umbral de la mayoría absoluta está en 272. En la campaña, Modi exudaba confianza y apuntaba al objetivo de llegar a 400 —lo que le habría permitido reformar la Constitución—, en un síntoma de incomprensión del real estado de ánimo de la ciudadanía. El BJP, que en 2019 obtuvo 303 escaños, esta vez tiene que conformarse con 240. El resultado abre una nueva fase política, diferente de la que Modi y el BJP soñaban, que limita su poder y proyecta de nuevo a la India a la política de coaliciones. Esto le restará agilidad ejecutiva y legislativa, pero es una excelente noticia para la democracia india.

El escrutinio representa un poderoso mensaje para el primer ministro, que debería tomar nota y corregir algunas de sus líneas de actuación. Es preciso reconocer que los dos primeros mandatos de Modi han propiciado una fase de crecimiento económico de la India, con un considerable desarrollo de infraestructuras y una gestión gubernamental con rasgos de mayor eficacia que en etapas anteriores. También debe notarse un mayor protagonismo internacional, justo y bienvenido a la vista del extraordinario peso demográfico y cultural de la India. Sin embargo, los mandatos de Modi han estado marcados por una más que inquietante deriva nacionalista hindú que ha marginado a otros grupos de población —principalmente, los musulmanes, más de 200 millones—. Además, el ímpetu nacionalista ha ido de la mano de prácticas que han provocado un grave deterioro de la calidad democrática, registrado así por los principales centros internacionales de estudio en la materia. Estas prácticas han incluido episodios de acoso a la prensa y a los opositores, así como un poco sano culto a la personalidad del líder. En medida relevante, el retroceso de Modi y el BJP pueden interpretarse como una movilización en contra de esas políticas.

Otro factor es, sin duda, el descontento popular en materia socioeconómica. Las buenas cifras macro, el avance de las infraestructuras o el protagonismo geopolítico del país no son sinónimo de satisfacción en el día a día de la población. La pobreza persiste y la desigualdad es una lacra importante.

Modi debería tomar nota del mensaje de la ciudadanía y corregir su acción de Gobierno en todas esas áreas. La mezcla entre nacionalismo e hiperliderazgo suele ser nociva para el Estado de derecho. El mundo necesita una India prospera y plenamente democrática.

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