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2004. La campanada griega

Grecia y su fútbol ultradefensivo protagonizaron la Eurocopa de 2004. Ni las críticas de los exquisitos por su juego ni el escaso nombre de sus estrellas, con Karagounis y Charisteas al frente, hicieron resentirse a un plantel que fue pasito a pasito y con apenas goles avanzando hasta plantarse en la final. Nada menos que ante el anfitrión. Nada más que ante Portugal, con mucho más juego, tradición y jugadores.La cabeza de Charisteas, autor del único gol a la salida de un saque de esquina, fue suficiente para pasar a la historia del fútbol y para algo más importante hacer felices a millones de griegos incrédulos ante sus nuevos héroes. El estadio Da Luz se quedó mudo. Por allí andaba un jovencísimo Cristiano Ronaldo, que acabó llorando desconsolado, pero aquel Portugal era el Portugal de Figo y Deco. ¿Y España? Peor que nunca la selección de Iñaki Sáez no pasó de la fase de grupos.

2008. España regresa a la cima 44 años después

Hacía 44 años que España no lograba un éxito semejante en la Eurocopa. La selección de Luis Aragonés fue netamente superior durante el torneo y remató su éxito derrotando a Alemania en la final. Fernando Torres fue el protagonista del partido y cerró un gran campeonato con el gol (1-0), en el minuto 33 del primer tiempo.El único tanto del encuentro daba relevo en la enciclopedia española al cabezazo de Marcelino ante Rusia en 1964. España se coronaba en la cima del fútbol europeo con una generación de futbolistas jóvenes y sin complejos que barría las maldiciones con un estilo propio de toque y posesión, ejecutado por un elenco de centrocampistas geniales. Así se ratificó dos años después, en el Mundial de Sudáfrica, también campeones.

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