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El brote de ébola en Congo salta a una segunda provincia y alcanza los 41 muertos

La OMS advierte de que la presencia de decenas de grupos armados en la zona facilita la expansión de la enfermedad

José Naranjo
Personal médico vacuna a un ciudadano en Beni (República Democrática del Congo) el pasado viernes.
Personal médico vacuna a un ciudadano en Beni (República Democrática del Congo) el pasado viernes.Mark Naftalin (EFE)

La epidemia de ébola declarada el pasado 1 de agosto en Kivu del Norte, en el noreste de la República Democrática del Congo (RDC), ha saltado a una segunda provincia y comienza a preocupar seriamente a las autoridades, que han advertido de que el contexto de este brote, en un lugar donde hay decenas de grupos armados activos, es “propicio para su expansión”. Así lo ha afirmado este martes el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, tras realizar una visita a Kivu del Norte la pasada semana.

“Antes de viajar a la zona estaba preocupado, pero ahora lo estoy aún más”, aseguró el máximo responsable del organismo sanitario mundial durante una rueda de prensa en Ginebra. El salto del brote a la ciudad de Mambasa, en la provincia vecina de Ituri, fue notificado este lunes por el ministro de Sanidad congoleño, Oly Ilunga, quien confirmó que se trata de una persona que estuvo en contacto con afectados de Kivu del Norte. Las cifras han evolucionado con rapidez y ya hay 57 casos, de los cuales 30 están confirmados por pruebas de laboratorio, y un total de 41 fallecidos.

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“El virus es un peligro para todos nosotros” manifestó con contundencia el doctor Ghebreyesus, antes de que explicar que si bien se estaba interviniendo con relativa facilidad en torno a la ciudad de Beni, principal aglomeración urbana donde se produjeron los primeros contagios, el problema es que esta zona está “prácticamente rodeada de grupos armados”, según informó el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR). Ello provoca que haya “zonas rojas” donde el personal sanitario no puede acceder debido a la inseguridad y que, por tanto, se desconozca si el virus ha llegado hasta allí, donde podría extenderse totalmente fuera de control.

El segundo desafío que representa este brote tiene que ver con que Kivu del Norte es una provincia densamente poblada debido a la presencia en su territorio de alrededor de un millón de desplazados. Sin embargo, en opinión de Ghebreyesus, el elevado riesgo de expansión de la epidemia en la zona no representa, de momento, un peligro internacional por lo que ha decidido no convocar al grupo de expertos que tendría que evaluar si estamos ante una emergencia global. Las autoridades de Ruanda, Burundi, Sudán del Sur y sobre todo Uganda, todos ellos países próximos, han elevado sus sistemas de detección precoz de manera especial en las zonas fronterizas.

Por otra parte, las autoridades de la RDC comenzaron la semana pasada la vacunación de trabajadores sanitarios, de los que siete ya habían contraído la enfermedad, y de los contactos de casos confirmados en el pueblo de Mangina, epicentro del brote, y en Beni, situada a unos 30 kilómetros. Esta vacuna, aún en fase experimental y de la que hay 3.000 dosis en el país, fue probada con éxito en la epidemia de 2014-2016 en África occidental y aplicada, también con excelentes resultados, en el brote que se declaró en la RDC el pasado 8 de mayo y quedó oficialmente extinguido a finales de julio.

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En esta ocasión, los pacientes también están recibiendo un tratamiento experimental obtenido de los anticuerpos en la sangre de un superviviente de una epidemia anterior, por ahora administrado a cinco casos confirmados. El doctor Ghebreyesus informó de que otras cuatro terapias se iban a probar en este brote con el objetivo de frenar su expansión y reducir su mortalidad.

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Sobre la firma

José Naranjo
Colaborador de EL PAÍS en África occidental, reside en Senegal desde 2011. Ha cubierto la guerra de Malí, las epidemias de ébola en Guinea, Sierra Leona, Liberia y Congo, el terrorismo en el Sahel y las rutas migratorias africanas. Sus últimos libros son 'Los Invisibles de Kolda' (Península, 2009) y 'El río que desafía al desierto' (Azulia, 2019).

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