“Corregir lo que está saliendo mal en los acuerdos con las FARC es una forma de unir a los colombianos”
El sucesor de Juan Manuel Santos asegura que no habrá retrocesos en derechos y promete independencia de Uribe: "Claramente somos dos personas distintas"
Diez días después de ganar las elecciones el pasado 17 de junio, Iván Duque inició un viaje que supone en sí una declaración de intenciones. Primero visitó Washington, donde el nuevo presidente de Colombia se formó durante una década como consejero del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para estrechar lazos con la Administración de Donald Trump. De allí voló a Madrid. Fue recibido por Felipe VI, el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, y presentó a los empresarios un plan de reformas económicas centrado en el impulso de las industrias creativas.
Duque, nacido en Bogotá, recogerá el testigo de Juan Manuel Santos el próximo 7 de agosto, una semana después de cumplir 42 años. Promete corregir los acuerdos de paz con las FARC alcanzados por su antecesor “sin hacerlos trizas”, se propone unir a un país dividido tras más de medio siglo de conflicto armado y busca disipar las inquietudes de una parte de la sociedad que desconfía del expresidente Álvaro Uribe, su principal mentor. Esta entrevista se celebró el lunes pasado en el escenario del Teatro Alcázar de la capital a petición de su equipo.
Pregunta. En su primera comparecencia como presidente electo hiló un discurso centrado en la reconciliación y llamó a unir a Colombia. La sociedad está dividida, sobre todo en torno al proceso de paz con las FARC. Usted quiere hacer algunas correcciones a esos acuerdos. ¿No corre el riesgo, así, de acabar contentando solo a algunos sectores?
Respuesta. El error más grande que se cometió en los últimos años fue por un propósito electoral de dividir a Colombia entre amigos y enemigos de la paz, cuando todos somos amigos de la paz. El plebiscito del 2 de octubre de 2016 se ganó por parte de la campaña del no y tan pronto se ganó se invitó a un gran acuerdo nacional que nunca cristalizó. Hoy tengo una aproximación muy clara. No se trata de destruir los acuerdos, no se trata de hacerlos trizas. Se trata de mantener aquellas cosas que son importantes, como la desmovilización, el desarme y la reinserción de la base guerrillera, como el poder adelantar una aproximación de desarrollo rural integral en el país, como el poder mantener unas inversiones importantes en las zonas que han sido golpeadas por la violencia y garantizar la protección de quienes han hecho ese tránsito a la reconciliación. Pero hay que corregir aquellas cosas que están saliendo mal y que generan efectos negativos: la expansión vertiginosa de los cultivos ilícitos, el hecho de que hay armas y dinero escondidos, que son una forma de afrenta a las víctimas, y que se pueda garantizar que el partido FARC mantenga su representación en el Congreso, pero si alguno de sus miembros es condenado por crímenes de lesa humanidad debe salir del Congreso y ser reemplazado por otro. Esas reformas son sensatas, necesarias, y corrigen lo que está saliendo mal. Esa, creo yo, es una forma de unir a los colombianos, no quedándonos en el pasado, sino pensando hacia el futuro.
P. ¿Cree que estas tres o cuatro reformas pueden tensionar un poco el clima, pero no van a suponer que las FARC rompan?
R. Si hay una verdadera voluntad de paz de parte de las FARC, que de ahora en adelante el narcotráfico no sea un delito amnistiable es algo que tiene todo el sentido. Que la erradicación y la sustitución de cultivos de coca sean obligatorias es una potestad que sigue quedando en cabeza del Estado, pero tiene que ir acompañada del desarrollo alternativo. Eso no puede ser visto de ninguna manera como una provocación o una insensatez. Que las armas y el dinero escondido impliquen que haya sanciones ejemplarizantes me parece algo legítimo. Y lo que nosotros estamos diciendo es que si las condenas se ratifican tendrán que salir del Congreso, pero el partido FARC podrá reemplazar esa persona por otra que no tenga deudas con la justicia.
"La crisis de Venezuela necesita una acción multilateral. Un país no hace la diferencia"
P. Colombia afronta una emergencia migratoria sin precedentes. Más de un millón de venezolanos han cruzado la frontera en los últimos meses. ¿Qué puede hacer su Gobierno?
R. La crisis de Venezuela necesita una acción multilateral. Un país solo no hace la diferencia, pero en lo que corresponde a Colombia, se tiene que retirar de UNASUR, tiene que apoyar las denuncias del secretario general de la OEA, Luis, Almagro, ante la Corte Penal Internacional. Tenemos que desarrollar un fondo de asistencia humanitaria en la frontera y permitir que la asistencia también se traduzca en oportunidades con una regularización migratoria, pero hay que buscar entre varios países de América Latina un estatus de protección temporal con el que podamos absorber ese flujo migratorio y que no sea solamente Colombia el que lo haga. Hay que buscar solidaridad y comprensión para el pueblo venezolano.
P. ¿Eso supondría que una parte de los venezolanos que están entrando a Colombia fuera recolocado en otros países?
R. Entre varios países debemos hacer una oferta muy clara para que pueda llegar la emigración a encontrar los permisos laborales y una solución para sus familias, pero ese estatus de protección temporal a mí me parece vital, yo no estoy hablando de cuotas, sino que estoy hablando de que ese estatus de protección temporal lo tengamos entre varios para absorber ese flujo migratorio.
P. ¿Está usted seguro de que las tres, cuatro reformas concretas que está planteando no van a suponer una ruptura?
R. Es que yo creo que no deberían suponerlo. Por el contrario, lo que pueden generar es realmente unir a Colombia en torno a estos elementos.
P. ¿Eliminará la sustitución voluntaria de cultivos de coca?
R. No. Creo que el principio tiene que ser la obligatoriedad. Es decir, la sustitución es obligatoria, pero si dentro del mandato de obligatoriedad alguien dice lo quiero hacer voluntariamente, pues entonces se trabaja con las comunidades.
P. ¿Y volverá a la aspersión con pesticidas?
R. Volver a la aspersión se necesita, pero tiene que ser con un químico autorizado y para mitigar efectos en terceros hay que buscar fumigación de precisión o bien con drones o cualquier otra técnica.
P. Hizo una campaña centrada en la regeneración y ahora es el presidente de Colombia más joven de los últimos 60 años. No obstante, sus adversarios le acusan de haberlo logrado gracias a un aparato político clásico vinculado al expresidente Uribe.
R. Para mí la campaña electoral ya terminó. Yo no estoy gobernando pensando en adversarios. Yo estoy gobernando pensando en el bienestar de todos los colombianos. Hoy soy el presidente de todos los colombianos. Quiero gobernar para todos los colombianos, y quiero plantear a Colombia una agenda de futuro que nos una, donde todos quepamos, donde la seguridad y la justicia nos permitan el libre ejercicio de las libertades, donde el emprendimiento permita que haya desarrollo empresarial en el país y empleos de calidad, donde la equidad sea el resultado de nuestra agenda, y donde tengamos los elementos transversales de la innovación, la cultura y la sostenibilidad ambiental. Hoy para mí esos son los temas centrales.
P. Usted quiere renovar Colombia, ha llegado con ese mandato, ha llegado con esa promesa, con la esperanza de que haya una renovación. Aunque el suyo es un partido tradicional…
R. El partido nuestro es de los más jóvenes que tiene Colombia. Tiene el mayor número de congresistas menores de 50 años, tiene una de las más altas representaciones de la mujer en el Congreso. Y el partido nuestro reconoce lo que yo planteé en la campaña: no repartiré el Gabinete en función de calculadoras políticas y de representación de fuerzas políticas. Espero la próxima semana poderle dar a Colombia el primer Gabinete paritario, mitad hombres mitad mujeres, que me parece que es un gran mensaje, no por el simple hecho de ser mujer, sino porque sé que tienen la formación, el liderazgo y la experiencia para hacerlo bien. Y vamos a tener, en la medida de lo posible, un gabinete donde la mitad, o poco menos de la mitad, sean personas de 50 años o menos.
P. El expresidente Uribe, que lidera la bancada del Centro Democrático y fue el senador más votado en las últimas legislativas, es una figura muy popular que le acompañó en la campaña. ¿En qué coincide más con él y en qué discrepa?
R. Yo nunca hago inventarios de en qué estoy de acuerdo y en qué no. Y con muchas personas que me rodean, con mi esposa, tengo cualquier cantidad de temas en los que estoy de acuerdo y cualquier cantidad de temas en los que no estoy de acuerdo. Con mis hermanos, con mi madre... Con todas las personas que me rodean, imagínese en un partido político si no fuera así... Yo creo que el mundo no se basa en pensamientos únicos. Tenemos diferencias de estilo, diferencias de comunicación, diferencias políticas, diferencias de aproximar ciertas discusiones. No le podría decir el inventario, pero claramente somos dos personas distintas. Que nos respetamos, que entendemos cuál es el rol de cada uno, que hemos trabajado en equipo, y yo seré el presidente de los colombianos y él será un senador muy importante en el Senado de Colombia.
P. Junto con la seguridad, la corrupción es una de las preocupaciones de los colombianos. ¿Cómo actuará para hacerle frente?
R. Con la corrupción hay que actuar con determinación.
"No voy a gobernar para perseguir a nadie"
P. ¿Cabe la posibilidad de que los colombianos asistan a una persecución de Juan Manuel Santos o su Gobierno?
R. Yo tengo total rechazo de la idea revanchista o vindicativa de la política. No voy a gobernar para perseguir a nadie. Hoy lo que a mí más me motiva es terminar nuestro proceso de transición, describir el país que estamos recibiendo y concentrarnos para enfrentar los problemas que tiene Colombia.
P. ¿Contempla integrar a algunos miembros del Gobierno de Santos en su Gabinete?
R. Hay gente buena en el Gobierno del presidente Santos, valiosa, gente que viene de una larga tradición tecnocrática que no está en el Gobierno por representaciones políticas ni por ser recomendados de nadie. Personas que han hecho sus carreras y que se han ganado un gran reconocimiento ciudadano. Desde luego, a todas las personas que tengan un buen desempeño y las que tengan una buena trayectoria y que han hecho una carrera técnica y profesional muy seria siempre los contemplaré como una opción para que le sirvan a Colombia.
P. En el caso, especialmente, de que la justicia haya dado una responsabilidad a cualquier miembro de su Gabinete…
R. Frente a la corrupción hay que actuar de manera implacable. Nuestro país tiene que endurecer penas y acabar con prerrogativas como la reducción de penas o la casa por cárcel. Yo creo que nosotros estamos en la urgente necesidad de acabar fenómenos como los abusos de la contratación directa y al mismo tiempo acabar con lo que llamamos “la mermelada”, por la que se cambian votos por nombramientos o por contratos. Vamos a actuar para desmontar esas estructuras. Yo estoy tratando de seleccionar a la mejor gente posible para ser miembros del Gabinete, personas con solvencia ética, con una buena formación, personas que tengo la idea de que están anteponiendo siempre los intereses colectivos a los intereses personales. Pero si hay alguna persona del Gobierno nuestro que incurra en conductas reprochables, conductas corruptas, seré el primero en reclamárselo, porque yo no estoy buscando formar un Gobierno ni de amigotes, ni de socios, ni de personas que vengan al Estado a buscar provecho personal.
P. Hay un lugar en Colombia, el puerto de Tumaco, que es de alguna manera un símbolo de los males del país: narcotráfico, disidencias de las FARC, bandas criminales, mafias, asesinatos de líderes sociales. ¿Qué piensa hacer?
R. Devolverle a la ciudadanía la confianza. Tengo no solamente el mandato popular, sino el deseo firme de ir a Tumaco y enfrentar esos fenómenos de criminalidad. A Guacho [líder de un frente disidente de las FARC] hay que capturarlo o darlo de baja con la fuerza pública. Hay que llegar con una aproximación de sustitución de cultivos y erradicación obligatoria, pero con desarrollo alternativo, oportunidades de empleo, oportunidades de negocio, mejorar las infraestructuras, reactivar el puerto pesquero y generar empleo formal. El Estado tiene que estar presente, porque Tumaco ha sido aprovechado políticamente como una especie de colchón de propulsión del narcotráfico conectado con los carteles mexicanos. Desde el primer día vamos a estar allá trabajando con la comunidad.
P. ¿Y qué hará frente al goteo de asesinatos de los líderes comunitarios?
R. Hay que darles protección. Yo estoy indignado por eso y no me vengo a indignar ahora. Desde hace más de un año y medio me pronuncié en contra de esos asesinatos en la campaña Ya Basta y expresé en su momento mi rechazo total a ese tipo de situaciones, de cualquier líder social y de cualquier líder político y de cualquier partido. Yo no quiero un país donde la población esté amedrentada por la forma en la que piensa, cómo se comporta o cómo maneja su intimidad. Yo quiero estar desde el primer día garantizando que las autoridades van a estar protegiendo, investigando con velocidad y sancionando a los autores. Asumo ese reto porque yo no quiero ver un solo líder social asesinado en Colombia. No podemos dejar que los violentos acallen nuestras expresiones sociales.
P. ¿Qué va a pasar con la mesa de diálogo de La Habana con el Ejército de Liberación Nacional (ELN)?
R. Yo creo que es difícil lo que hemos vivido históricamente, porque al ELN le gusta hablar de paz y seguir cometiendo actos de violencia. Si el ELN tiene una voluntad de paz, de desmovilización, desarme y reinserción, estoy ahí. Pero para que eso sea creíble necesitamos suspender todas las actividades criminales. Puede haber una reducción sustancial de penas pensando en la transicionalidad, pero no en la ausencia de penas. Si hay voluntad en eso estoy listo, pero si lo que pretenden es hablar de paz en algún lugar del mundo y seguir cometiendo actos de terrorismo en Colombia, eso no lo podemos auspiciar y se tendrá que levantar la mesa. Pero tengo toda la disponibilidad si hay un interés genuino.
P. ¿Tendrán voz en su Gobierno las ideas que el exprocurador Alejandro Ordóñez, que le acompañó en la candidatura, o su sector defienden sobre el matrimonio entre personas del mismo sexo o el aborto?
R. La política requiere tolerancia y entender que hay matices y que hay diferencias, a veces grandes y abismales. A mí me han acompañado en política muchas personas. Me ha acompañado Angelino Garzón, que fue vicepresidente del presidente Juan Manuel Santos y es un hombre de izquierda, un hombre que ha estado en la dirigencia sindical. Me han acompañado personas que en el pasado militaron en grupos de izquierda fuertes, personas de centro y en el caso de la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez, que es de origen conservador, una candidata independiente... Yo tengo una forma de ver el mundo y tengo una forma de plantear mis ideas, pero tengo la capacidad de dialogar y de integrar personas de distintos matices. Ahora, hay personas con las que tengo diferencias ideológicas grandes que me han acompañado también. Diferencias ideológicas que se zanjaron también en las urnas. Yo competí con el doctor Ordóñez, yo competí con Marta Lucía Ramírez y tuvimos un veredicto importantísimo en las urnas, donde lo que la gente respaldó fueron mis ideas y mis propuestas. Soy una persona respetuosa con la intimidad. Puedo decir con total claridad que a nadie, absolutamente a nadie, le voy a quitar un derecho al cual haya llegado.
P. En términos macroeconómicos, Colombia tiene un panorama mejorable, aunque no malo. No obstante, la desigualdad, lo recogió hace unas semanas la OCDE, sigue siendo una de las más elevadas de América. ¿Qué plan tiene para reducirla?
R. Lo primero que se necesita es una economía que crezca a tasas importantes de manera sostenida. ¿Cuánto le tomará a Colombia, que tiene un ingreso per cápita menor de 8.000 dólares, llegar al ingreso per cápita promedio de España, que supera los 25.000 dólares? 123 años creciendo al 1% o 20 años creciendo al 7%. Lo que nosotros tenemos que hacer es poner a la economía en ese objetivo. Pero no podemos llegar a ese ritmo si no tenemos un país donde haya más micro, pequeñas y grandes empresas y para que ellas existan necesitamos una política fiscal donde el Estado sea eficiente, no gaste de manera desbordada, tenga un tamaño adecuado, use mejor la tecnología, elimine duplicidades y que eso nos permita bajar tarifas, que haya más inversión y que eso se traduzca también en un beneficio salarial. Eso es lo que nos ayudará a derrotar la desigualdad y la inequidad. No hay una mejor política social que un empleo formal y permanente. Me la voy a jugar por ser el presidente de la justicia social.
P. ¿Cómo fueron las conversaciones que acaba de tener en Washington? ¿Qué sensación le han transmitido?
R. Buenas conversaciones de apoyo. La reunión con el secretario Mike Pompeo fue extraordinaria, la conversación con el vicepresidente Mike Pence no pudo ser mejor, la conversación con el zar antidroga, la conversación con Gina Haspel, la directora de la CIA, y con algunos miembros del Congreso. Yo creo que lo que siento es un gran respaldo hacia Colombia.
P. Una última pregunta, un poco más complicada que las anteriores porque es sobre algo que no ha sucedido. En general, los presidentes que llegan al poder en América Latina, de derechas, de izquierdas, de centro, tienen una voluntad de cambio sobre sus países y sobre sus sociedades que choca con unas dificultades estructurales que muchas veces son comunes: la debilidad, falta de capilaridad del Estado, las tasas de recaudación fiscal, problemas generales que impiden una acción efectiva del poder. ¿Cuáles anticipa que pueden ser las principales dificultades que usted se va a encontrar a la hora de efectuar los cambios que usted quiere?
R. Va a haber dificultades, dificultades fiscales, seguramente vamos a tener dificultades políticas algunas en el Congreso, es natural. Pero por eso nosotros tenemos que hacer una agenda fiscal que nos permita resolver esos problemas de dificultades de recursos y trazar una línea sostenible. Tendremos que ganarnos todos los días la mayoría en la calle, la mayoría en el respaldo ciudadano para que eso también se transfiera al Congreso y que eso nos mantenga vivo el capital político para la agenda de reformas.
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