Italia se encamina hacia nuevas elecciones al no superar el bloqueo político
El presidente del país, Sergio Mattarella, propone un Gobierno neutral en Italia hasta diciembre pero el Movimiento 5 Estrellas y La Liga quieren comicios en julio
Las puertas se han ido cerrando durante dos meses y, finalmente, Italia no tendrá otra salida que volver a pasar por las urnas. El presidente de la República, Sergio Mattarella, ha constatado en un clima de enorme tensión la imposibilidad de formar un Gobierno político y ha abogado por montar un Ejecutivo provisional que permita al país llegar hasta diciembre, aprobar la ley de presupuestos y resolver el entuerto con una nueva votación. Pero Movimiento 5 Estrellas (M5S) y la Liga —que sumarían mayoría absoluta— no están dispuestas a aprobarlo en el Parlamento y exigen que las elecciones se adelanten al mes de julio, una fecha inédita en Italia.
La música dejó de sonar el lunes y los partidos liquidaron una farsa que ha durado dos meses y ha puesto en evidencia el clima de descomposición que vive el país. El presidente de la República recibió en el Palacio del Quirinal a una delegación de cada formación y, en un ambiente de extrema tensión, tuvo que escuchar extrañas acusaciones veladas de parte del centroderecha y la imposición de una fecha para repetir las elecciones cocinada de antemano. Mattarella, la última frontera institucional de Italia, certificó enseguida el fracaso de las tres rondas de consultas que ha pilotado en las últimas semanas y, a las 18.35, compareció visiblemente contrariado, para proponer un plan hasta que se celebren unas nuevas elecciones.
Mattarella quiere un Gobierno “de garantía”, liderado por una figura de consenso que permita al país llegar, como mucho, hasta diciembre. En ese tiempo podría redactarse y aprobarse una ley electoral más eficaz —la actual es la principal responsable del bloqueo— y unos presupuestos que estabilicen el país y tranquilicen a los mercados. Su propuesta, que incluirá los integrantes del Ejecutivo y a su primer ministro, deberá aprobarse en el Parlamento y terminará su mandato en diciembre. Pero si durante ese tiempo los partidos se pusieran de acuerdo para crear otra mayoría de Gobierno, se disolvería y se daría paso a ese Ejecutivo. El encargo se producirá entre el martes y el miércoles.
Pero esa opción disgusta a M5S y la Liga, que lo consideran una repetición del Gobierno técnico que lideró Mario Monti en 2011 y una estratagema para meter con calzador al Partido Democrático (PD) en un Ejecutivo. Así se lo hizo notar Matteo Salvini en un tono insólitamente agresivo a Mattarella en la reunión que mantuvieron por la mañana. Luigi Di Maio, líder de los grillinos, por la tarde, también descartó la propuesta: “No tengo fe en un gobierno neutral, es sinónimo de un gobierno de tecnócratas. Votaremos en julio”.
El presidente de la República y su propuesta son rehenes de la pinza formada por Liga y M5S. El Ejecutivo “neutral” se votará en el Parlamento y en el Senado, donde ambas formaciones tienen mayoría. De modo que si no pasase, tal y como ya han advertido los dos partidos, habría que disolver las Cámaras y repetir las elecciones a finales de julio, fecha que de momento imponen. “Sería la primera vez en la historia de la República que una legislatura concluye sin ni siquiera haber comenzado”, lamentó Mattarella.
Los dos partidos antiestablishment tienen la sartén por el mango e impondrán su voluntad. Pero tendrán que retratarse en el Parlamento. Además, fuentes del Quirinal explican a EL PAÍS que la primera fecha para la repetición electoral sería la última semana de julio (22 o 29) y no el día 8 como exigen Liga y M5S en un gesto de grosería institucional hacia el presidente de la República. En cualquier caso, la fecha pactada entre Di Maio y Salvini condenaría la votación a un insólito periodo estival que dañaría enormemente la participación. En el Quirinal lo consideran una situación dramática, una auténtica provocación.
Los puentes están rotos en todos los sentidos y la hecatombe del partido socialdemócrata ha tenido una enorme influencia en el caos. Como le sucedió al PSOE en España o al SPD en Alemania, el fatal dilema del PD consistió en las últimas semanas en apoyar un Gobierno de M5S y perder toda su credibilidad, o volver a someterse a elecciones y arriesgarse a entrar en una fase de irrelevancia total, en un momento en el que ni siquiera tiene un secretario general.
El impasse entre elecciones, en cambio, ha propulsado a los partidos emergentes como Liga y M5S, cuya estimación de voto ha crecido sustancialmente en estos dos meses y han convertido la negociación en una suerte de precampaña. Di Maio señalaba el lunes que unas elecciones les darán la mayoría. “Hemos obtenido el 33% en las últimas pese a que los sondeos nos daban solo el 29%. Podemos llegar al 40% y gobernar solos, porque otra opción ya no la veo. Desde hoy estamos en campaña”.
La realidad es que Italia, a la cola en crecimiento de la zona euro, necesita un Gobierno urgentemente. Tiene que lograr que no suba automáticamente el IVA, le convendría reformar la norma electoral y aprobar una nueva ley de presupuestos. El espectáculo de los últimos dos meses empieza ya a inquietar a Bruselas, que el jueves advirtió sobre el riesgo de prolongar la incertidumbre política. Música para los oídos del antieuropeísmo que ha propulsado el meteórico ascenso de Movimiento 5 Estrellas y Liga en los últimos tiempos.
El malestar de Mattarella
Es difícil encontrar en el rostro de Sergio Mattarella, presidente de la República de Italia y político curtido en mil batallas —también personales, como el asesinato de su hermano Piersanti a manos de la Cosa Nostra—, ningún rastro de sus inclinaciones interiores. Forma parte de su manera de ser pero, sobre todo, del papel institucional que ejerce. Sin embargo, el lunes su cara y su tono permitían descifrar cierta amargura y frustración por unas negociaciones estériles y demasiado enfangadas para su habitual elegancia. Mattarella sabía ya cuando salió a hablar que Movimiento 5 Estrellas y la Liga, con mayoría en el Parlamento, no aprobarían su propuesta. Pero quiso lanzarla y que ambas formaciones se retratasen públicamente en la votación.
En el Quirinal no daban crédito al tono utilizado en el entorno de la Liga, a la poca credibilidad de las propuestas realizadas y al hecho de que se llegase a la tercera ronda de consultas con una fecha de elecciones cocinada entre Luigi Di Maio y Matteo Salvini. Algo que, tan solo por respeto institucional, debería corresponder al presidente de la República. Pero el clima de descomposición que empaña la política italiana en los últimos meses ha terminado filtrándose en la institución más protegida de los vaivenes de un país que ha tenido 64 gobiernos en 72 años.
El lunes, de entre los grandes bloques políticos, solo el PD apoyó la iniciativa de Sergio Mattarella, abandonado por el centroderecha y el Movimiento 5 Estrellas, que no han hecho más que evidenciar el fracaso de su trabajo estos dos meses. Falta por ver qué hará Silvio Berlusconi, que ya ha dejado caer que preferiría una repetición electoral después del verano. Casualmente es cuando la inhabilitación política del Cavaliere por fraude fiscal empezará a llegar a su fin.
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