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La UE contraataca con las primeras represalias comerciales anti Trump

Europa impondrá aranceles a las Harley. los Levi's y el bourbon si Estados Unidos aprueba recargos sobre el acero y el aluminio

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker (der.), en Bruselas este miércoles. En vídeo, declaraciones de Steve Bannon, exconsejero de Trump, y Philip Lowe, gobernador del Banco de la Reserva de Australia.Vídeo: VIRGINIA MAYO
Claudi Pérez

Los años treinta están de moda. Partidos de corte populista asoman la cabeza e incluso van llegando a algunos Gobiernos en todo el Atlántico Norte. Los viejos aliados se tiran los trastos a la cabeza por el gasto militar. La socialdemocracia se hunde en varios países. Y el último signo es la amenaza de una guerra comercial: la década de los treinta fue testigo de un derrumbe masivo de la cooperación internacional en el comercio, un todos contra todos que hizo que la Gran Depresión se agravara. Estados Unidos estuvo entre los peores transgresores e impuso los aranceles más altos de su historia por aquel entonces. Donald Trump vuelve por esos fueros: el anuncio de la imposición de aranceles sobre el acero (25%) y el aluminio (10%) ha provocado hoy la resupuesta de la UE, el primer bloque comercial que contraataca ante la tormenta proteccionista que viene de Washington. Bruselas ha anunciado este miércoles que impondrá aranceles sobre algunos productos icónicos de Estados Unidos: los tejanos Levi's, el Bourbon, las motos Harley Davidson, la popular mantequilla de cacahuete o los arándanos.

Bruselas presiona para que Washington dé marcha atrás, pero la lista antiTrump podría tener un impacto de casi 3.000 millones de euros, según las fuentes consultadas, tanto en el acero y en el aluminio como en productos industriales y agrícolas, además de tabaco y bebidas alcohólicas. Pero elude hablar de "represalias" y se agarra a los eufemisos ("un reequilibrio de las posiciones comerciales") por si hay demandas judiciales de por medio.

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"En una guerra comercial nadie sale ganando", ha dicho la comisaria europea Cecilia Malmström, que ha criticado el argumentario estadounidense para justificar los aranceles sobre el acero y el aluminio: "No tiene ninguna base decir que la Unión Europea, tradicional aliada de Washington, amenaza la seguridad nacional de Estados Unido". Malmström ha explicado que la estrategia de la UE es triple: litigar junto con otros bloques comerciales ante la Organización Mundial del Comercio (OMC); imponer medidas para proteger la industria europea del aluminio y el acero, y aprobar medidas de salvaguardia "para equilibrar la situación", con una lista provisional de productos sobre los que se impondrán aranceles. Los riesgos de escalada están ahí: "Las UE no ha tratado bien a Estados Unidos", ha dicho Trump, que amenaza con imponer aranceles sobre las importaciones de coches europeos para desespero de los productores alemanes y franceses.

La respuesta europea dispara directamente contra símbolos comerciales de Estados Unidos, pero también contra productos producidos en algunos de los feudos del Partido Republicano de Trump, como mecanismo indirecto de presión. El bourbon se fabrica en Kentucky, cuna del líder republicano del Senado, Mitch McConnell; las Harley se producen en el Wisconsin del líder republicano en el Congreso, Paul Ryan, que ya ha declarado su rechazo a la guerra comercial. Gary Cohn, el principal asesor económico de Trump, ha anunciado su dimisión por los primeros latigazos de la guerra comercial. Pero las probabilidades de una escalada no dejan de aumentar: la dimisión de Cohn es la prueba del nueve de que Trump no va a echarse atrás, y la respuesta europea con aranceles sobre los vaqueros, el bourbon o las motos hacen más probables las medidas contra las importaciones de vehículos europeos. BMW vende 350.000 coches al año en EE UU. Uno de cada seis coches que exporta Europa van a Estados Unidos; pero uno de cada cinco coches que exporta Estados Unidos van hacia Europa, por lo que si la guerra se adentra en ese sector puede hacer mucho daño.

Los acuerdos comerciales son "muy estúpidos", según el siempre agudo y profundo Donald Trump. Pero las guerras comerciales son aún más estúpidas: "El impacto macroeconómico sería grave no solo si Estados Unidos toma medidas, sino específicamente si otros países toman represalias; los más afectados son Canadá y dentro de Europa Alemania", apunta la directora gerente del FMI, Christine Lagarde. El Nobel Paul Krugman estima que los efectos de una guerra arancelaria serían muy negativos para Estados Unidos, cuyas importaciones suman el 20% del PIB norteamericano: encarecer esos productos reduciría la demanda doméstica y un aumento de la inflación que pondría más presión para subir los tipos de interés: claras probabilidades de recesión a la vista. Los efectos sobre Europa podrían ser aún mayores: la eurozona registra un superávit comercial del entorno del 2% del PIB del euro desde hace cinco años; si el comercio internacional se reduce, ese superávit (que roza el 10% del PIB en países como Alemania y Holanda) desaparecerá de un plumazo.

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Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

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