La Iglesia no quiere más caballos en la peregrinación gaucha más famosa de Argentina
El arzobispo de Luján pide a los fieles que “traten de venir con otros medios para no perjudicar a los animales”. Algunos mueren por agotamiento
Los caballos y sus jinetes son los protagonistas de la peregrinación gaucha que cada fin de septiembre se celebra en Luján desde 1945. Una multitud aclama a los orgullosos gauchos y sus monturas cuando desfilan frente a la basílica de esta ciudad argentina. Pero otros los reciben con carteles contra la explotación animal. Hay caballos que llegan hasta allí después de haber tirado de carros con familias enteras durante cientos de kilómetros. La mayoría están exhaustos, unos pocos no soportan el esfuerzo y se quedan en el camino. A falta de un mes para la próxima peregrinación, la Iglesia ha decidido plantar cara al maltrato animal. Por primera vez, ha pedido a los fieles que eviten viajar a caballo.
"Deseo convocar a todos para que no dejen de visitar a la Virgen Gaucha y es bueno que lo hagamos juntos con tantos hermanos del campo que veneran a nuestra patrona. Pero les pido que traten de venir con otros medios para no perjudicar a los animales", escribió el arzobispo de Luján, Agustín Radrizzani, en un comunicado publicado en su página web.
La peregrinación gaucha se remonta a 1945, cuando cuatro amigos decidieron recorrer a caballo y de noche los 30 kilómetros que separan Moreno de Luján para participar en los festejos de mayo a la virgen de esta ciudad, una de las más veneradas de Argentina. El entonces arzobispo de la localidad, Anunciado Serafini, los vio entre la multitud y les propuso convertir ese viaje a caballo en una tradición anual, que se repite cada último domingo de septiembre.
"Gracias a Dios, con los años, esta hermosa tradición se fue propagando a zonas más lejanas. Lamentablemente, la realidad es que al venir cabalgando o en distintos medios con tracción a sangre y de mayores distancias, esto fue en perjuicio para los animales", señaló Radrizzani en su escrito. El arzobispo puso como ejemplo el cuidado de San Francisco de Asís a "todo lo que existe" y advirtió que "la indiferencia o la crueldad ante las demás criaturas de este mundo siempre terminan trasladándose de algún modo el trato que damos a otros seres humanos".
Más controles
Hoy en día la fiesta congrega a unos 7.000 fieles. Hay gauchos que concurren desde municipios muy alejados de la provincia de Buenos Aires -que tiene más de 600 kilómetros de extensión de norte a sur- e incluso de las vecinas Santa Fe, La Pampa y Córdoba.
A lo largo del camino se montan puestos de control atendidos por voluntarios para examinar a los animales, comprobar que están en buen estado y que no sufren deshidratación. Con la vigilancia, han disminuido las muertes. En 2014 fallecieron 18 caballos, seis en 2015 y tres el año pasado. Pero las imágenes de caballos heridos, enfermos y muertos a la vera de la ruta se viralizan cada año y crece el rechazo a la celebración, encabezado por las organizaciones protectoras de animales.
"¿Por qué no hacen una peregrinación caminando los gauchos?, ¿por qué esforzar a los animales?, ¿Por qué exponerlos a esta tortura?, ¿por qué infringir la ley por tradiciones, cuando la cultura y la sociedad han evolucionado?", cuestiona la petición pública impulsada por los animalistas para terminar con la peregrinación gaucha.
Desde los círculos criollos defienden el cuidado que dan a los animales y se oponen con firmeza a interrumpir la tradición. "A no dejarse vencer y a luchar por su pasión. Las proteccionistas difaman, mostrando una realidad que no es verdad", expresa en las redes sociales una de las fieles habituales en la peregrinación. "Lo del arzobispo fue solo una sugerencia, no más y frente a los reclamos de las protectoras, tenemos que ir todos sin faltar ninguno", agrega otro. El 24 de septiembre se verá cuántos se plegaron al designio de la Iglesia.
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