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El Gobierno portugués impone una bajada de sueldo a todos los ciudadanos

Passos Coelho aumenta del 11% al 18% la contribución de los trabajadores a la Seguridad Social La crisis se agudizó en el segundo trimestre con una caída anual del PIB del 3,3 %

Antonio Jiménez Barca
El primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, durante su discurso para anunciar nuevas medidas de austeridad.
El primer ministro portugués, Pedro Passos Coelho, durante su discurso para anunciar nuevas medidas de austeridad.PATRICIA DE MELO MOREIRA (AFP)

El primer ministro portugués, el conservador Pedro Passos Coelho, aseguró hace unos días que él se iba a encargar siempre de dar las malas noticias a los portugueses. Así ha sido. La noche del viernes, en horario de máxima audiencia, un cuarto de hora antes de que comenzara un partido televisado de la selección de Portugal contra Luxemburgo, el dirigente luso anunció en un discurso solemne a sus compatriotas, asfixiados desde hace más de un año de austeridad financiera ininterrumpida, nuevos recortes. Esta vez en el sueldo.

Passos Coelho informó de que a partir de enero los trabajadores portugueses van a ver incrementadas sus cotizaciones a la Seguridad Social del 11% al 18%. En la práctica, esto significa que a partir de 2013 van a cobrar un 7% menos, lo que agravará el ya decreciente nivel de vida de los portugueses. Sin una fecha clara de retorno. La medida, aunque encaminada a levantar los menguantes ingresos del Estado y equilibrar el déficit, que derrapa desde hace tiempo, tiene un origen judicial: en junio, el Tribunal Constitucional declaró ilegal, por discriminatoria, la retirada, a partir de 2012, de las pagas extras de verano y Navidad a los funcionarios y pensionistas que cobraran más de 1.000 euros. Ahora, según Passos Coelho, esta retirada de salario se hace de forma más equitativa. Esto no quiere decir que a los funcionarios portugueses (y a las pensionistas) les vaya a ir mejor ya que, con algún cambio operativo, van a cobrar al año lo mismo que cobran ahora.

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Passos Coelho, paladín de la austeridad financiera, sigue convencido de que esta receta es la que se debe seguir hasta el final. Admitió, con todo, que “no hay curas rápidas” y que aún existen “riesgos” de que todo descarrile. “La emergencia financiera nacional aún no ha terminado”, prosiguió.

Carlos Zorinho, portavoz parlamentario del Partido Socialista portugués (PS), calificó la medida de error muy grave. Y avisó: “Basta de austeridad”. Jerónimo de Sousa, secretario general del Partido Comunista Portugués (PCP) y diputado, fue más lejos y consideró esta bajada de salario, simplemente, “un robo”. “Y sólo hay una respueta: la lucha”, añadió.

Portugal, de la mano del primer ministro portugués, ha jugado siempre el papel de alumno ejemplar de cara a la troika y a los otros países europeos (en especial Alemania), admitiendo sin casi rechistar recortes en los sueldos, suidas de impuestos y tajos en sus servicios públicos. A juicio de Passos Coelho, esto ha dado algún fruto: “Portugal ahora es visto desde el exterior incomparalemente mejor de lo que nos veían cuando pedimos el rescate”.

Portugal hincó la rodilla en mayo de 2011 y ahogada por el peso de su deuda, pidió a la troika (UE FMI y BCE) 78.000 millones de euros para evitar la bancarrota. Desde entonces, los portugueses han visto cómo cada día viven peor y son más pobres, cómo el Estado se adelgaza y cómo los servicios públicos cada vez son más caros y peores. Los funcionarios y pensionistas que ganaban más de 1.000 euros vieron esfumarse sus pagas extras; la población asistió a la subida del IVA hasta el 23% en muchos productos, algunos tan habituales como los yogures o los pañales; ir al médico de cabecera pasó a costar 5 euros y acudir a urgencias 20. Los transportes públicos se encarecieron y se volvieron más escasos e impuntuales. El Gobierno se deshizo de sus acciones en la empresa eléctrica EDP, privatizará antes de que termine el año uno de los dos canales (aún no se sae cúal) de la cadena pública RTP y tiene dispuesto vender también la compañía aérea TAP.

Un año después, toda esta batería de medidas de ajuste no ha servido para conseguir el principal objetivo del Gobierno (y de la troika): alcanzar en 2012 el 4,5% del déficit y en 2013 el 3%. Todos los estudios, todos los cálculos y las insinuaciones del Gobierno coinciden en que el déficit portugués alcanzará el 5,5%. Esto es consecuencia de la reducción de los ingresos del Estado, según ha confesado el ministro de Finanzas, Vitor Gaspar, consecuencia de la anémica marcha de la economía portuguesa. El consumo se ha desplomado. El PIB reculó en este último trimestre un 3,3%, un punto más que en 2,3%. Y el paro escala hasta el 15,6%, una cifra récord en Portugal. El mismo Gaspar vaticinó, hace un año, que 2012 significaría el principio del fin de la agonía, pero no ha sido así.

Un país en ajuste

EL PAÍS
  • Portugal vive bajo un severo ajuste desde que en mayo de 2011 negoció un plan de rescate por 78.000 millones de euros con el BCE, la UE y el FMI para evitar la bancarrota.
  • Abril 2011. El Gobierno del socialista José Sócrates suspende las jubilaciones anticipadas (antes de 65 años) hasta 2014.
  • Junio 2011. El conservador Pedro Passos Coelho gana las elecciones anticipadas.
  • Septiembre 2011. Entran en vigor dos nuevos impuestos del 3% y del 2,5% a las empresas con beneficios anuales superiores a 1,5 millones de euros y a los particulares con salarios más altos, respectivamente.
  • Noviembre 2011. El nuevo presupuesto suprime las pagas extra a funcionarios y pensionistas que ganen más de 1.100 euros al mes y establece fuertes recortes en la Administración, la subida del IVA hasta el 23% y el copago sanitario.
  • Enero 2012. Gobierno, patronal y el sindicato socialista pactan la reforma laboral, que abarata el despido, suprime festivos y recorta el subsidio de paro de tres a dos años.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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