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“Hay que preguntarse, ‘¿no estaré comprando demasiado?”

La geobióloga estadounidense Hope Jahren, una de las 100 personas más influyentes del mundo según la revista ‘Time’, enfatiza que el calentamiento global es la suma de nuestras acciones individuales

Entrevista a Hope Jahren en el Paseo de la Ópera de Oslo el pasado 9 de septiembre.
Entrevista a Hope Jahren en el Paseo de la Ópera de Oslo el pasado 9 de septiembre.©MARIANO GARCÍA

Que el cambio climático está ocurriendo y agudizándose debido a nuestro modo de vida desde hace más de 50 años es una evidencia. Lo que quizás lo es menos es la voluntad de los ciudadanos y de las industrias en contener el deterioro del planeta antes de que sea demasiado tarde. Muchos no saben ni siquiera por dónde empezar y otros creen que su propia acción no servirá de nada, ya que siempre habrá gente que seguirá viviendo igual. Pues bien, la científica Hope Jahren (Minnesota, 51 años), una de las 100 personas más influyentes del mundo según la revista Time y ganadora de tres premios de geobiología Fulbright, piensa lo contrario. La experta hace honor a su nombre y se muestra esperanzada en su nueva obra, El afán sin límite (Paidós, 2020), en la cual explica cómo hemos llegado hasta aquí y cómo salir de esta. Para ella, a pesar de la impotencia que siente la humanidad frente al exceso que sufre el mundo, todavía hay tiempo para actuar con iniciativas no más ambiciosas que ducharse con agua fría. La clave es compartir y consumir menos para alcanzar un equilibro. “Puede que todo lo que te acabo de contar te parezca una tarea imposible, pero [...] la historia nos enseña que todos esos retos quedaron más que conquistados, [...] a pesar de que al principio se los considerara tan ridículos como imposibles”, escribe Jahren poco antes de poner su punto final. Ahora, nos toca empezar.

Pregunta. Pero, ¿por dónde?

Respuesta. Primero, por entender bien lo que es el cambio climático. No es algo que ya haya sucedido y punto. No es algo que hayan hecho las industrias o los gobiernos. Es algo que hemos creado nosotros. Es la suma de todas nuestras vidas en una misma ecuación. Por eso creo que es importante empezar por ellas, por mirar en nuestra casa lo que ha cambiado y si de verdad nos gusta la manera en la que estamos viviendo. ¿De verdad necesito todo esto? ¿No estaré comprando demasiado? Sería un buen comienzo. Hemos visto claramente que los grandes acuerdos [Kioto o París, por ejemplo] no funcionan, por eso hay que partir de nosotros mismos.

“El calentamiento global no es algo creado por industrias o gobiernos, lo hemos creado nosotros mismos”
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P. Pero no todo el mundo tiene la voluntad de actuar o la oportunidad de informarse. ¿Cómo hacer que esta gente sepa y actúe?

R. He escrito un libro sobre ello, por lo que creo que los libros pueden ayudar mucho. Pero también pienso que la gente puede elegir lo que le importa y hacerse las preguntas adecuadas. Por ejemplo, para la gente es fácil comparar su vida de ahora con su infancia [cómo hace ella en su obra]. Ver si en el supermercado de la esquina los alimentos están al mismo precio que hace 30 años, si hay tantos como antes o más, o si ya no hay hielo en ese lugar donde antes solía haberlo.

P. ¿Añadir el cambio climático en las clases de historia para los niños lo ve usted cómo una solución, dado que son ellos los que se enfrentarán a esto?

R. Por supuesto. Creo que es crucial enseñarles lo que es el cambio climático, pero hay que tener mucho cuidado. No hay que transmitirles ansiedad, porque hemos visto en la historia que las personas no actúan bien cuando tienen miedo. Tenemos que decirles que es su desafío, el desafío de su generación al igual que las anteriores tuvieron otros combates. Hay que demostrarles que confiamos en ellos y que les damos las herramientas para superarlo. Es esencial darles una visión positiva y esperanzadora, insistir en que no están solos y que, sobre todo, es posible cambiar las cosas.

P. Y para cambiar las cosas, ¿de verdad piensa que nuestras pequeñas acciones pueden influir en las industrias o autoridades que toman las grandes decisiones?

R. Claro. Funciona así. Si empezamos a consumir carne una vez por semana en nuestras casas y en nuestros colegios, los gobiernos locales empezarán a hacerse preguntas. Los comercios reaccionan ante la demanda y no son ellos los que te van a decir “no consumas más”, “no cojas este vuelo” o cualquier otra cosa parecida, porque así no ganarían dinero. Por eso tenemos que empezar nosotros, desde nuestras pequeñas vidas, y cambiar nuestros hábitos y nuestro estilo de vida para que ellos respondan y se adapten. En el otro sentido, ya vemos que no funciona.

“Si empezamos a consumir carne una vez por semana, los gobiernos empezarán a hacerse preguntas”

P. ¿Cuál es el mayor obstáculo que nos impide tomar decisiones y cambiar nuestros estilos de vida?

R. El mayor problema es que queremos hacer todos lo mismo, seguir modas, y los mensajes como “el poder del veganismo”, por ejemplo, van en ese sentido. Sin embargo, yo creo que hay muchas otras posibilidades entre dos extremos y cada uno puede elegir su convicción y desde dónde quiere actuar. Para alguien que vive en una ciudad, como Madrid, será más fácil dejar de usar el coche, mientras que para otra persona, quizás será más fácil dejar de comer carne. Todo depende de tus necesidades y de lo que te importa.

P. Pero es complicado para el ciudadano aspirado por un mundo en constante progreso que no deja de proponerle mayor confort y cosas nuevas. ¿Qué es lo más fácil que le podemos pedir?

R. Que hable del tema con sus amigos y su familia para que tome conciencia del problema. Con mi libro no pretendo decirle a la gente lo que debe hacer, pero me gustaría que cada cual mirase lo que tiene, su actividad diaria, la energía que consume, cómo vive y que se diera cuenta de cómo ha cambiado la vida en los últimos años. Que pregunten a sus abuelos cómo era entonces, cómo fue cuando apareció el primer teléfono, por ejemplo. Y poco a poco, con el diálogo, verán lo que es importante y que todos esos datos globales que doy en el libro son, en realidad, los números de sus vidas, de su día a día.

“Hay que compartir, sí, pero es mucho más importante cambiar el modo en que gastamos y tiramos la comida”

P. Habla mucho en su libro de la importancia de compartir para equilibrar el planeta, ¿cree que es realmente posible en un mundo regido por un afán sin límite?

R. Es cierto que hablo de compartir, pero creo que es mucho más importante cambiar el modo en que gastamos y tiramos la comida. Consumimos siempre más y más; tanto que, ahora, lo que producimos y compramos, es para malgastarlo. Insisto mucho en que la pobreza del mundo no existe porque somos demasiados o porque la Tierra tiene límites, sino porque no compartimos. Si todo lo que tirásemos lo guardásemos, podríamos dar de comer a todas las personas que habitan hoy el planeta. Y eso también hay que transmitírselo a la nueva generación, decirle que es una ecuación, como el dos más dos son cuatro, y por eso podemos triunfar ante el cambio.

P. ¿A quién admira usted, o a quien considera un referente para esta transición?

R. No sonará muy atractivo, pero son todos esos trabajadores del campo, esos agricultores que permiten que tengamos los datos, que toman la temperatura, que cuentan cuántos pollos hay y cuántos salen, quién los compra y cómo se envían, cuántas mazorcas de maíz se han recogido este año en comparación con el anterior, etcétera. Para mí son ellos los héroes del cambio climático, porque sin ellos no podríamos entender lo que está ocurriendo.

“La covid nos ha demostrado que podemos cambiar de modo de vida. El ser humano actúa cuando no tiene alternativa”

P. ¿Y cree que la crisis por el nuevo coronavirus nos puede aportar algo para afrontarla?

R. Pues contestaré con una anécdota que creo ilustra mi respuesta. Me llamaron en enero para que fuese a una conferencia y como no me gusta volar les pedí que lo hiciésemos por videollamada y fue bien. Pero ellos me preguntaron si de verdad pensaba que este método digital iba a sustituir lo presencial y si la gente iba a parar de coger aviones para asistir a las reuniones. Con esto quiero decir que la covid nos ha demostrado que podemos cambiar muy rápidamente de modo de vida y que nos podemos adaptar a las situaciones. El ser humano actúa cuando no tiene alternativa.

P. ¿Cómo se imagina el mundo dentro 50 años?

R. No será el mundo perfecto, pero sí creo que habremos mejorado. Creo que la globalización ayudará a que todos y cada uno actúen en función de los intereses de su país, pero con una visión colectiva.

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