La sombra de la privatización
Aumenta el peso del IVA en los Presupuestos del Estado para 1990
Aislados 100 soldados de Colmenar tras morir un compañero por meningitis
El Gregorio Marañón reconoce que enfermos graves permanecen en urgencias varias horas sin asistencia
El II Congreso de Gentes del Derecho polemiza sobre su distancia del poder
¿Quien como él?
Los sindicatos piden al Gobierno canario un salario social de 30.000 pesetas
Avistado desde Chile un cometa más brillante que el Halley
Pesimismo generalizado
Juan Guerra: "Me siento instrumento de una operación política"
Desprecio hacia las mujeres
El ex secretario técnico del Barcelona descalificó a Cruyff
Cuatro kilos de amonal hacen explosión en un bar del casco viejo de San Sebastián
Abatidos piratas aéreos.
La ordenación Galicia es un reto pendiente, según Victorino Núñez
El mosaico de la locura
La transformación de la atención psiquiátrica camina con paso desigual y una queja común: la falta de recursos alternativosEl maníaco de Barbastro y los niños cosidos a tiros en Badajoz recientemente por un joven perturbado que obedecía a unas voces alucinadas han actualizado el debate sobre la reforma psiquiátrica española, pese a que se conviene en que los locos son menos agresivos que el resto de la población. Urdida allá por 1985 e iniciada antes en algunos lugares, el redefinimiento de la atención psiquiátrica camina con paso desigual en el país. Casi un lustro después hay menos manicomios, más atención en hospitales generales y en centros de salud. Todo con un reparto desigual, según la diligencia de cada comunidad autónoma para organizarse. Hay una queja común: faltan recursos sociales, como pisos protegidos, pequeñas residencias y comunidades terapéuticas, alternativas a la inútil marginación manicomial.