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‘Alitas’ de coliflor

Sí, sabemos que las coliflores no tienen alitas, pero nos referimos a esta receta así porque le vamos a dar el mismo tratamiento que a unas de pollo. Y lo mejor: el adobo admite mil variantes igual de deliciosas.

Crujientes y sabrosas
Crujientes y sabrosasMÒNICA ESCUDERO

Vamos a empezar aclarando una obviedad: las coliflores no tienen alas. Los perritos calientes tampoco tienen perro entre sus ingredientes, los palitos de cangrejo no llevan absolutamente nada de este animal y lo más cerca que han estado las patatas al jamón de este es compartiendo el techo del supermercado. Igual que en todos los casos anteriores, nos referimos a esta receta como “alitas” básicamente porque les vamos a dar el mismo tratamiento que se da a unas alitas de pollo (solo que en este caso seguramente la licencia molesta a mucha más gente, porque por alguna extraña razón cuando se trata de versiones sin carne siempre funciona así). Y ahora, vamos a cocinar.

En realidad no hay una sola receta para preparar este aperitivo; se trata más bien de aplicar el mismo sistema que uses para aliñar unas alitas, cambiando un alimento por otro. En este caso añadiremos un poco de aceite para que haga de aglutinante de los sólidos -especias o hierbas- y ayude a la verdura a dorarse cuando la asamos en el horno, pero hasta aquí las diferencias. Puedes usar desde curry hasta adobo para pinchos morunos, pasando por una marinada con base de sriracha, chimichurri o la clásica salsa Buffalo americana, que se puede preparar en casa mezclando cualquier salsa picante con base de vinagre con un poco de mantequilla fundida -o aceite-, salsa Perrins, sal de apio, pimienta, cayena, ajo en polvo y azúcar moreno.

En esta ocasión, usé una cucharada generosa de la deliciosa mezcla de especias Sticky Fingers de Espicy, que se podría sustituir por una cucharadita de pimentón ahumado picante, otra de cebolla deshidratada en polvo, otra de ajo en polvo, media de pimienta, media de azúcar y sal al gusto -aunque su receta lleva más cosas-, tres de aceite y dos de vinagre. También la he preparado con pimentón picante, aceite, vinagre y sal, o con sriracha, miel, aceite, lima y salsa de soja o miso diluido. Y con harissa, limón, sal, azúcar y tahini: en definitiva, funciona cualquier combinación donde participen algo picante y/o sabroso, algo ácido, un punto de sal, si se quiere, otro dulce y algo graso (los dos últimos, además, nos ayudarán a que se peguen los aderezos finales).

Dejar que se marine por lo menos un par de horas -mejor un poco más- ayudará a que el sabor penetre en la verdura y se vuelva más intenso. La cocción de la coliflor también va a gusto de quien se la vaya a comer: hay quien la prepara frita o rebozada -con huevo y pan rallado o con una masa de harina mezclada con agua con o sin gas, cerveza, leche o huevo, que puedes freír o también hornear- y los que preferimos hacerla al horno sin añadirle ninguna masa (la brasa también es una buenísima opción, si la tienes a mano). Si quieres que queden más contundentes, puedes rebozarlas y después untarlas con la salsa estilo Buffalo: si escoges esta opción, sírvelas rápidamente para que no queden blandas. Además de comerlas tal cual, puedes usarlas en tacos o burritos, además de como guarnición o en un plato combinado.

Si cambiar las alitas por coliflor te parece demasiado radical, tal vez te animes a probar una combinación de ambas: te aseguro que el sabor y la textura de ambas combinan a la perfección; para sorpresa de nadie, ¿a quién puede molestarle algo fresco y crujiente para equilibrar la sensación grasa de las alitas? Para rematar, justo antes de servir recomiendo añadir algún aderezo crujiente y algo fresco; uno de esos detalles que marcan la diferencia.

Dificultad: La de encontrarle las alas a la coliflor.

Ingredientes

Para 4 personas

Como aperitivo o acompañamiento

  • 1 coliflor de unos 800 g
  • 150 ml de adobo al gusto (combinando especias, grasa, sal, acidez y, si se quiere, un punto dulce)
  • Semillas de sésamo o amapola, sal en escamas, cebolla seca (o mezcla)
  • Perejil, cilantro, cebollino, cebolla de verdeo o su versión gratuita: el tallo de la cebolleta

Instrucciones

1.
Cortar la coliflor en floretes y el tallo en trozos de unos dos centímetros. Untarlos con la mitad del aliño, con las manos o un pincel de cocina. Dejar reposar en la nevera por lo menos un par de horas (pueden ser más).
2.
Calentar el horno a 200°C y repartir la coliflor en una bandeja. A los 10 minutos, sacar del horno, remover y pintar con el resto del aliño.
3.
A los 20 minutos, o cuando estén doradas por fuera pero todavía crujientes en el interior, sacarlas a un plato, rematar con aderezos crujientes y frescos al gusto y servir.

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