Una salsa para vaciar el cajón de la verdura
Además de las socorridas cremas, las salsas o sofritos también son una buenísima manera de dar salida a los restos de hortalizas, crucíferas y demás que amenazan con quedarse a vivir en la nevera
El día antes de ir a hacer la compra, en el cajón de la verdura nos suelen quedar los restos que han ido sobreviviendo a las recetas de la semana. Un trozo de calabaza, tres cuartos de calabacín, un puerro, dos chirivías que compramos para ese proyecto de caldo que al final no llegó a ser, medio brócoli, una bandeja de champiñones a punto de no estar en su mejor momento y cuatro zanahorias nos miran, preguntando qué va a ser de ellas y pidiendo por favor no terminar en la basura compostable.
La primera solución que nos viene a la cabeza para darles salida es la siempre socorrida crema de verduras, que con un dorado previo y un poco de caldo, algún lácteo, bebida vegetal o fruto seco para aportar textura nos dará un primer plato apañado (que podemos convertir en una cena completa añadiendo huevos, picatostes, queso o alguno de los otros ingredientes que os contamos en este artículo). Pero si además de esas verduras tienes una lata de tomate y un par de cebollas, también puedes convertir esos restos en un rico sofrito, que en este caso hemos usado para un plato de pasta pero también es perfecto para estofados, guisos de legumbres, arroces o para rellenar unos canelones o lasaña.
El único truco para que esta base quede sabrosa es que todas las verduras se caramelicen un poco ―reacción de Maillard mediante―- y se acaben de guisar junto con el tomate. Si no tenemos mucho tiempo para ir dorando los diferentes ingredientes y que la salsa tenga el sabor profundo que buscamos, podemos jugar con los tamaños: cuanto más pequeña sea, más rápido se dorará.
Dificultad: Hay que cortar verduras
Ingredientes
Para lo que de el contenido de tu nevera
- 1 lata grande (800 g) de tomate troceado o triturado
- Cebolla, puerro, calabaza, berenjenas, hinojo, champiñones, calabacín, brócoli, espinacas, chirivía…
- 3 dientes de ajo
- Sal
- Aceite de oliva
- Pimienta
- Hierbas frescas o secas al gusto
Además (para 4 personas)
- 360 g de pasta seca
- Queso al gusto para gratinar
Instrucciones
Pelar y picar el ajo y la cebolla. Dorar el ajo en una cazuela con un fondo de aceite a fuego suave.
Añadir la cebolla y subir un poco el fuego a medio. Mientras la cebolla se dora, cortar el resto de verduras ―pelar solamente las que lo necesiten, como la calabaza o las chirivías si son un poco añejas― e irlas incorporando en orden.
Cuando la cebolla tenga color dorado, añadir berenjenas, calabaza, hinojo, zanahoria, chirivía y las verduras más duras.
Cuando estas empiecen a coger color, podemos añadir las setas, el calabacín, y las crucíferas como brócoli o coliflor. Las verduras de hoja pequeña como las espinacas, que no tienen que dorarse sino solo perder fuerza, agua y volumen, pueden añadirse al final, cuando la salsa ya esté hecha.
Añadir el tomate, pimienta y, si se usan, las hierbas aromáticas secas; si son frescas, añadirlas más tarde, cuando queden unos cinco minutos para que la salsa esté lista. Dejar cocinar a fuego medio unos 15 minutos o hasta que el tomate se haya reducido e integrado con las verduras.
Si se quiere, triturar una parte de la salsa (también se puede triturar toda, pero se perderán los trocitos).
Hervir la pasta un minuto menos de lo que indique el fabricante, escurrir y mezclar con una generosa cantidad de salsa. Cubrir con queso y gratinar en el horno a 200 grados unos tres minutos con calor arriba, o hasta que tenga una costra dorada y crujiente.
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