El bar de un pueblo gallego que se salvó gracias al último Premio Pritzker
El arquitecto David Chipperfield devolvió la vida al Bar do Porto en Corrubedo, donde sirven una cocina sencilla que mira a la ría. Pronto abrirá una cantina en Santiago de Compostela en colaboración con Iago Pazos
Salvar el bar de un pueblo es un acto de fe en la comunidad, es preservar el lugar donde comer y beber mientras se despiertan pasiones, se crean estrategias, se celebran victorias y se amortiguan derrotas. Bajo el abrigo de un bar se encuentran vecinos alrededor del vino de la casa, la tapa que lo acompaña, el café y las noticias del día. El bar del pueblo ejerce de epicentro de la sociedad y así lo sintió el último premio Pritzker de Arquitectura, el británico David Chipperfield, cuando decidió reabrir el que llevaba cerrado durante más de 30 años en su pueblo gallego de adopción, Corrubedo, en A Coruña.
“Lo cogimos por la preocupación de que muchos bares del pueblo habían cerrado y porque se estaba perdiendo la calidad de los bares tradicionales por enfocarse al turismo”, afirma el arquitecto. Desde que se hizo la casa en este pueblo de 700 habitantes hace un par de décadas, ha regresado cada verano junto a su familia y amigos. “Siempre hemos tenido muchas visitas y disfrutar de cocinar la comida local ha sido una fuente de inspiración”, admite. Pero no cogió en 2020 el local abandonado solo para tener un lugar donde seguir disfrutando, que también. “Un bar local confirma la importancia de la infraestructura social como espacio de encuentro y la relevancia de la comida del lugar, que por supuesto es parte de una historia más amplia sobre el entorno natural, la producción de alimentos y la calidad gallega”, cuenta Chipperfield.
Su hija, Celeste, se encarga del día a día junto a la cocinera Alicia Ríos Millares. “Mi padre hizo la reforma del local junto a la arquitecta Sofía Blanco sin saber muy bien cómo lo gestionaríamos, pero cuando llegó el Covid, pasamos mucho tiempo teletrabajando aquí y empezamos abriéndolo entre mi padre, mi madre y yo sin gran experiencia. Cuando tuvimos un buen equipo, logramos lo que más ilusión nos hacía: abrir todo el año para los vecinos, que nos han acabado honrando con su amistad y acogiéndonos en su ruta diaria”.
La fachada permanece intacta y en el interior han hecho un lavado de cara. “El suelo de piedra es el que nos encontramos por sorpresa cuando comenzamos la reforma. Pertenece a la época en la que era un local de salazones”, afirma Celeste. Además, han añadido detalles de diseño como la vajilla de Chipperfield para Alessi o la fotografía de su amigo Hiroshi Sugimoto que cuelga en el reservado, regalo del artista japonés después de visitarles en Corrubedo.
No es extraño encontrarse al arquitecto en el bar. Este verano se entretuvo colgando algunas fotografías antiguas del local que un vecino le había regalado. “Vilariño, que es un vecino mayor erigido como historiador del pueblo, recopiló fotografías de diferentes familias de aquí a lo largo de los años, registró todos los nombres y nos las trajo para que las colgáramos. Es precioso ver cómo la gente disfruta encontrando a sus abuelos y bisabuelos en las fotos”, cuenta orgulloso. “Galicia, como muchos lugares, ha sufrido enormes cambios físicos y el pueblo de Corrubedo es un buen ejemplo donde ver transformaciones físicas mal pensadas. Curiosamente, creo que la memoria continúa a través de los recuerdos de la gente, no del lugar. Por eso colgué las fotos”, explica.
Pulpo, empanada y pescado del día
La carta del Bar do Porto es sencilla, como los mejores placeres. Triunfa el pulpo gallego a la plancha (19 euros), las navajas (17 euros), las rabas (12 euros), la ensaladilla (9 euros), las albóndigas con pisto (14 euros) o la empanada casera, que suelen poner a modo de tapa en verano y caldo y callos cuando llega el frío. Aquí prima el producto del día y de cercanía. “Intentamos que sea todo de la ría, pero a veces algún producto como el calamar es complicado tenerlo y entonces avisamos al comensal”, cuenta la cocinera Alicia Ríos Millares. “David se empeñó en tener pescado y marisco a un precio que se lo pudiera permitir todo el mundo, como los berberechos o las navajas, y que todas las recetas fueran tradicionales. Si servimos rabas es porque el Bar do Porto era el local donde los marineros venían a comer y entonces muchos eran vascos”, explica la cocinera. Hay que destacar el pescado del día como las deliciosas xoubas fritas (sardinillas a 14 euros la ración). “Los llamamos chinchos y casi nadie los tiene ya”, asegura Ríos. “También nos hace ilusión cuando vienen las vecinas a tomar sardinas en vez de hacerlas en sus casas porque dicen que las preparamos como se ha hecho toda la vida”. La carta finaliza con postres que agitan la nostalgia: ofrecen elaboraciones tradicionales como la bica blanca (3 euros) o las natillas con merengue (5 euros).
El producto local también se encuentra en las tablas de queso, donde conviven curados y crudos gallegos como el de Arzúa o San Simón, y en las botellas. Los vinos de la casa, a 2,60 euros la copa y 16 euros la botella, son de Dominio do Bibei, una bodega que embotella un tinto de variedad Mencía y un blanco de Godello, para ellos con una etiqueta diseñada por Chipperfield. “Los dueños se acercaron a mi padre en una tienda en Londres para felicitarle por su trabajo en la Fundación RIA (Rede de Innovación Arousa) y desde entonces nos hemos hecho muy amigos”, afirma Celeste. Pero que nadie pida una copa para degustarlos. “Hay quien viene con expectativas específicas por ser el local de David Chipperfield y alucina cuando le decimos que solo tenemos vasos de chiquito. Somos los únicos en Corrubedo que servimos así el vino, pero es que nos sentimos orgullosos de no ser más que un bar de pueblo y ya han aprendido a querernos como somos”, dice Celeste.
Lo próximo de Chipperfield en Santiago también se come
El arquitecto creó hace siete años la Fundación RIA para contribuir al desarrollo sostenible de Galicia, y ahora ha dado un paso más. “Vamos a inaugurar en Santiago de Compostela un edificio que albergará la oficina de la Fundación, el nuevo estudio de David Chipperfield Architects, una parte pública dedicada a exposiciones y conferencias, alojamiento para grupos de investigadores, y una cantina en la que estamos colaborando con Iago Pazos, precursor de la cocina de mercado (producto de proximidad y temporada) desde sus restaurantes Abastos 2.0 en Santiago y Loxe Mareiro en Carril. Muchos temas en los que se concentra la Fundación RIA se refieren al paisaje productivo y la alimentación como vínculo perenne. En Casa RIA continuaremos desarrollándolo con Iago”, explica. Esperan abrir en marzo del 2024 y así seguir aportando conocimiento a Galicia, el lugar que ha conquistado el corazón del arquitecto inglés más importante del momento.
Bar do Porto
- Dirección: Rúa Torreiro, 4, 15969 Corrubedo, A Coruña.
- Teléfono: 981 86 53 70
- Horario: abre de martes a domingo desde las 9:00 horas hasta la medianoche. Cierra los lunes.
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