Los dos años en que Ossorio fue jefe de Ayuso
El vicepresidente madrileño mandó sobre la presidenta entre 2015 y 2017, una etapa en la que su empatía fue cuestionada, como ocurre ahora
El vicepresidente madrileño, Enrique Ossorio (Badajoz, 63 años), es hoy un férreo escudero de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, y en esa tarea se está jugando su reputación con declaraciones ofensivas, entre otros a los pobres de Madrid y a las familias de los fallecidos en la crisis de las residencias. Pero hace siete años, Ossorio era el jefe de Ayuso y, según lo describen seis fuentes con conocimiento directo, iba por pasillos y despachos cuestionando la valía de la joven diputada. “Es flojita. Le falta mucho”, son las palabras que recuerda haber oído un diputado del PSOE durante una conversación con él y otros en la cafetería de la Asamblea. Cinco fuentes más confirman haber sido testigos de esas pullas ―dos exdiputados del Partido Popular, otros dos de Ciudadanos y una fuente del Gobierno de la popular Cristina Cifuentes―. “Es una perfecta inútil”, llegó a decir en una ocasión sobre la hoy presidenta.
Esto sucedió entre julio de 2015 y septiembre de 2017, cuando gobernaba Cifuentes. Al principio de esa etapa, la líder conservadora nombró a Ossorio como portavoz del PP en la Asamblea, un cargo con un enorme poder sobre la bancada, con la capacidad de repartir intervenciones y por tanto hacer que unos diputados se luzcan y otros se apaguen. Cifuentes reclutó a Ossorio a pesar de que procedía de un entorno bajo sospecha. Venía de ser consejero de Hacienda y Economía en el anterior Gobierno de Ignacio González, donde tres consejeros y el propio presidente, hoy en prisión, tenían ya encima la lupa de investigadores de la corrupción. Pero a favor de Ossorio jugaba su imagen de trabajador infatigable con mucho conocimiento de la Administración. Tenía 19 años de experiencia en Gobiernos populares como alto cargo en materia de Hacienda entre las administraciones estatal y autonómica. Según se publicó, Cifuentes lo eligió porque el PP, en minoría, iba a necesitar llegar a acuerdos con los otros tres partidos y Ossorio era “un moderado”, “un pacificador”.
La presidenta le colocó a dos portavoces adjuntas: una acabó ese período muy bien. La otra terminó verdaderamente mal.
La que prosperó, a pesar del ninguneo a sus espaldas, fue Ayuso. En 2015, llevaba solo cuatro años en la Asamblea como diputada rasa y venía de haber dirigido las redes sociales de Esperanza Aguirre, incluido su perro Pecas, en una campaña fallida por la alcaldía de la capital. En una de las primeras intervenciones de Ayuso en la legislatura anterior, se cruzó con Ossorio. “Me ha parecido muy bueno tu discurso”, le dijo él con tono amable. Ella no le creyó, según reveló este año en la toma de posesión de Ossorio como vicepresidente. En la segunda legislatura de Ayuso, los dos tuvieron a la vista de todos una relación muy estrecha, como si fueran “uña y carne”. Ayuso parecía “la favorita”.
“Siempre hablaba con mucho cariño de él”, recuerda un exdiputado de Cs. “Decía que era buena gente y un referente político”.
La otra portavoz bajo los mandos de Ossorio era una diputada muy cercana a Cifuentes, Elena González Moñux. En octubre de 2016, tras un año de “humillaciones” en su trabajo, Moñux denunció a Ossorio por acoso laboral, según reveló entonces EL PAÍS. Obtuvo una baja médica por “depresión mayor”, debido a las “elevadas agresiones verbales” que soportaba. Según su versión, Ossorio la excluía de los trabajos parlamentarios, la insultaba y la menospreciaba delante de otros compañeros.
“¡Es que no te sabes la ley, eres tonta, tonta!”, le dijo una vez sentado junto a ella en el pleno, según contó Moñux. En aquella ocasión, según su relato, le prohibió ir a comer sin estudiarse una norma sobre bienestar animal que ella estaba encabezando. Otro día la echó de malos modos de su despacho: “No quiero verte. Como no haces tu trabajo, ya lo haré yo por ti”. Ossorio negó el testimonio de Moñux y la acusó de mentir. Ella presentó en noviembre una querella ante el Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que dos meses después la archivó por “la total inexistencia de indicios de infracción penal”.
Moñux, que ha declinado hablar para esta información, no ha contado nunca cómo reaccionó su compañera Ayuso a este supuesto acoso. Lo que sí dijo es que nadie en su grupo la respaldó y, según cuentan hoy diputados de otros partidos, Moñux fue condenada al ostracismo. “Se notaba que la miraban con desprecio”, dice un exdiputado de la oposición. Aquella crisis inusitada en la política española era muy delicada para Cifuentes porque el PP dependía del voto de Moñux para deshacer el empate parlamentario. En febrero de 2017, la mano derecha de la presidenta, el consejero de Presidencia Ángel Garrido, anunció que Moñux y Ossorio firmaban la paz y desistían de una batalla judicial. Más importante, consiguieron que Moñux, a pesar de estar de baja médica, se presentase en abril para votar los presupuestos. Aquel día, tras la aprobación, toda la bancada popular estalló en una ovación en pie, salvo ella que quedó encorvada en su escaño con el rostro desencajado. Luego, entregó su acta y se marchó a dirigir la Fundación de la Energía, perteneciente a la Comunidad, hasta 2019, cuando se retiró de la política.
Ossorio ha rechazado a través de un portavoz conceder una entrevista para este reportaje, hecho tras consultar a una quincena de fuentes que han tratado con él en la Asamblea, el Gobierno y la comunidad educativa (Ossorio es hoy también consejero de Educación). Su retrato como un personaje despótico sorprende porque muchos describen un trato afable y gustos refinados como la música clásica. “Jamás le he visto levantar la voz en mi vida”, afirma Jaime de los Santos, consejero de Cultura en esta época en la que también coincidieron como patronos del Teatro Real. “Enrique Ossorio ha trabajado para muchos gobiernos diferentes de gente muy dispar en el PP que lo han elegido por algo y eso es una garantía”.
La suerte de Ayuso fue opuesta a la de Moñux. Fue ganando visibilidad en la Asamblea con intervenciones que anticipaban sus temas preferidos como la batalla cultural contra la izquierda, por ejemplo en un discurso en junio de 2017 contra una iniciativa de Podemos para lanzar una campaña en el Metro contra el manspreading (despatarre de los hombres). Para ridiculizar la propuesta, Ayuso mostró una cartulina donde se veía al líder de Podemos, Pablo Iglesias, en una posición semejante: “Tenemos al macho alfa principal en una postura de apertura de piernas de 45 grados con remango, y pudiera parecer la postura de El pensador de Rodin en una frase profunda estilo bolivariano siglo XXI”.
En septiembre de ese año, Cifuentes la promocionó al cargo de viceconsejera de Justicia, lo que motivó que abandonara la Asamblea.
Ossorio, por su parte, siguió como portavoz del grupo. Sorprendió a quienes pensaron que era un tecnócrata aburrido. Fue cada vez más político y dio muestras de un estilo agresivo, a veces hiriente. “Ciudadanos sólo tiene una neurona, y se dedican a esparcir la corrupción”, dijo sobre el grupo que sostenía a Cifuentes. Y en otra intervención para defenderse de acusaciones de corrupción soltó: “A partir de ahora, cuando alguien de Podemos me diga que robo yo le voy a decir que es un acosador de menores, un pedófilo”.
En abril de 2018, se abrió para él la oportunidad de ser presidente cuando Cifuentes dimitió por el caso Máster y el vídeo robando cremas. Tras dos semanas de dudas en las que su nombre apareció en las quinielas, la dirección nacional del PP de Mariano Rajoy nombró a Garrido como sustituto hasta las elecciones autonómicas del año siguiente. La sombra de la corrupción en la etapa de González limitaba las opciones de Ossorio. En particular se había cuestionado durante esa legislatura si conoció las operaciones con sobreprecios del Canal de Isabel II que motivaron el caso Lezo, así como el posible rol en la trama Púnica -de financiación irregular del PP- de un ente que Ossorio presidió entre 2007 y 2011, la Fundación Dos de Mayo, Nación y Libertad, creado por Aguirre para “reforzar el sentimiento de que España es una gran nación”. En ningún caso fue imputado.
Intercambio de papeles
En contraste con Ossorio, los astros se alinearon para Ayuso. Tras la moción de censura a Rajoy, el nuevo líder nacional del PP, Pablo Casado, eligió a su amiga como aspirante en las autonómicas de mayo de 2019. Al formar su equipo, ella se iba a acordar de su antiguo jefe en la Asamblea. Como candidata, le encargó el diseño de su programa electoral y, una vez presidenta, le hizo consejero de Educación.
En ese cargo, Ossorio ha sido ampliamente visto como aliado del sector privado, que se ha expandido con la llegada de fondos de inversión internacionales y la luz verde a dos nuevas universidades privadas. Ossorio ha indignado a buena parte de la comunidad educativa, incluidas las escuelas concertadas, por sus ayudas económicas a los alumnos de centros 100% privados. Además, el diálogo con varios representantes del sector se ha empobrecido. “Solo en 2022 le hemos pedido en siete ocasiones una reunión, pero nunca responde”, dice Mari Carmen Morillas, la presidenta de la mayor entidad de padres en Madrid, la FAPA Giner de los Ríos. Es un claro contraste con la comunicación fluida que tuvieron con su antecesor, Rafael Van Grieken. “Teníamos su teléfono y le podíamos guasapear sobre asuntos de trabajo”, añade Morillas.
A Ossorio sí que lo ven mucho en la tele, pero no hablando de educación, sino defendiendo a Ayuso como portavoz, un cargo que asumió en marzo de 2021. También lo ven sentado a la derecha de Ayuso en el pleno desde junio de este año, cuando le hizo vicepresidente.
El desplazado ha sido otro hombre de su guardia pretoriana, Enrique López, que aparentemente cayó en desgracia tras un episodio clave el viernes 18 de febrero. Esa mañana, cuando Casado acusó a Ayuso de corrupción en la Cope, tres consejeros fueron citados en la Real Casa de Correos, en la Puerta del Sol, para que dieran la cara por la presidenta en una rueda de prensa convocada de inmediato: Javier Fernández-Lasquetty (Hacienda), Enrique Escudero (Sanidad) y Enrique López (Presidencia). Este último, con un puesto en Génova, se ausentó. Según una fuente del PP cercana a Ayuso ese día quedó claro quién estaba dispuesto a darlo todo por la presidenta y quién no. Ossorio, que había dado sobradas pruebas de fidelidad, salió reforzado: “El vicepresidente es hoy Enrique Ossorio en lugar de Enrique López porque este no fue leal”.
Ossorio tocó su techo el 20 de junio, en la ceremonia de toma de posesión de ese nuevo galón. En una breve intervención en la Casa de Correos, Ayuso tuvo las mejores palabras. Además de describirle como “culto” y “familiar”, dijo que es “un hombre bueno”. Es una descripción que choca a las muchas personas que se han sentido heridas por él.
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