Cáritas eleva la exclusión social en Madrid a niveles de 2008
El portavoz de la Comunidad de Madrid se mofa del informe y dice que él no ve pobres en la calle: “¿Por dónde estarán?”
Dos años después de que se decretara en España el primer estado de alarma, la covid ha dejado profundas heridas: un millón y medio de personas se encuentra en situación de exclusión social en la Comunidad de Madrid, un 24% más que antes de la pandemia. Un dato que no se había situado en estos niveles desde la crisis de 2008, niveles que no se habían alcanzado desde la crisis de 2008. “La cohesión social en nuestra comunidad ha sufrido un impacto sin precedentes a causa de la irrupción de la covid”, explica Raúl Flores, coordinador del informe sobre Exclusión Social y Pobreza, que la Fundación Foessa (Fomento de Estudios Sociales y de Sociología Aplicada), vinculada a Cáritas Española, ha presentado este miércoles.
El informe, realizado tras una encuesta a 1.600 personas y 600 hogares en Madrid, analiza la exclusión social desde diferentes ángulos, que van desde la vivienda hasta el empleo o el conflicto social. Si ninguno de estos factores se ve afectado, se está en “integración plena”. Si al menos cinco lo están, la exclusión social es severa, como pasa con el 53% del millón y medio de madrileños en situación de exclusión social. Para estas personas los problemas diarios hacen que sea imposible un proyecto vital estructurado, según este trabajo.
En los tres años que han pasado desde la publicación del último informe (2019), la crisis del coronavirus ha agravado una situación que ya era crítica. Los grandes damnificados de la covid han sido los más frágiles, y la desigualdad entre los más y menos pudientes se ha disparado. Mientras los más pobres han visto reducidas sus rentas un 22%, las de los más ricos se han incrementado en un 18%. “Si dividimos nuestra sociedad en un edificio de cinco plantas, donde los más pobres ocupan la primera y los más ricos la última, la diferencia de renta entre una planta y la otra sería del 33%”, precisa Flores.
Los datos de este informe llegaron a oídos del consejero de Educación y portavoz del Gobierno de la Comunidad, Enrique Ossorio, quien cuestionó sus conclusiones con cierta sorna, lo que causó polémica en las redes por lo que se entendió como una falta de sensibilidad. “Tienen que ser más objetivos”, dijo en rueda de prensa. “Si la población sale a la calle, y ve que la región de Madrid es rica, y que dicen que hay tres millones de pobres... ¿Por dónde estarán?”. A preguntas de este periódico, Cáritas omitió hacer comentarios sobre las palabras de Ossorio.
Brecha de género
Por lo común, las familias en exclusión social son de nacionalidad española y viven dentro del área urbana. Sin embargo, ser mujer o inmigrante incrementa la probabilidad de encontrarse en dificultad. El estudio evidencia cómo en los hogares sustentados por mujeres la incidencia es del 23%, frente al 21% en el caso de los hombres —un porcentaje que sube hasta el 33% en los hogares monoparentales, sobre todo allí dónde las mujeres tienen menos de 45 años—. En los hogares donde el familiar que aporta más ingresos es de nacionalidad extranjera, la prevalencia de la exclusión social triplica la de los hogares encabezados por personas de nacionalidad española.
Isamar Naranjo (31 años) es madre soltera de dos niños de 5 y 6 años. En Madrid esto significa tener dos veces mayor posibilidad de sufrir la exclusión social. Antes de la pandemia tenía un trabajo estable en un bar como camarera, con un sueldo y un horario que le permitía cuidar de sus hijos. Con el confinamiento llegó el ERTE, y Naranjo se quedó sin recursos. “Mi familia tampoco me podía ayudar, todo el mundo estaba en la misma situación”, recuerda. En estos meses pudo seguir adelante solamente gracias a la Cáritas de Getafe, que le proporcionó comida y la ayudó a obtener ayudas sociales una vez que perdió el trabajo.
Según el informe Foessa, en Madrid el impacto que ha tenido la pandemia sobre el mercado laboral ha sido menor que el registrado en toda España. Generalmente en los últimos meses el empleo ha regresado a las cifras precovid y la recuperación parece encarrilada. Sigue preocupando, sin embargo, la inestabilidad laboral grave, que afecta a 169.000 familias madrileñas (el doble que antes de la pandemia). Salir y entrar constantemente del mercado laboral, cambiar de empleo cada pocos meses y no trabajar más de tres o cuatro horas al día, no permite a muchos madrileños obtener un salario suficiente. Una vez más, son sobre todo los jóvenes y los inmigrantes los colectivos más afectados por la precariedad.
Sin un empleo estable, es imposible para las personas que se encuentran en riesgo de exclusión acceder a una vivienda digna. Uno de cada cuatro madrileños ha tenido algún tipo de problemas en este ámbito, cómplice también el incremento en el precio de la vivienda en Madrid, muy por encima de la media nacional. Esto, sumado al aumento sin precedentes de las facturas de luz y gas, hace que el 16% de los hogares en la región queden por debajo del umbral de la pobreza severa tras pagar los gastos de la vivienda.
“Sobrevivo gracias a las ayudas. Es una pesadilla, porque nunca tienes la certeza de cuánto va a durar”, comenta Naranjo desconsolada. A día de hoy, vive con menos de siete euros al día. Sin embargo, no pierde la sonrisa, ni la esperanza de conseguir un día una vida mejor. “En mi futuro me veo viviendo en una casa digna. Con un trabajo estable y sin la necesidad de depender de nadie. Un poco a poco estoy segura de que este momento va a llegar”.
Deterioro de las relaciones sociales
El aumento de la desigualdad no ha afectado solo a los ingresos económicos. Al periodo de recesión hay que añadir las secuelas emotivas de la pandemia, que han influido sobre todo en la calidad de las relaciones familiares y vecinales. Los problemas vinculados con el eje social son los que más han crecido en términos relativos, en parte a causa de las situaciones de aislamiento debidas al confinamiento. Si en 2018 afectaban al 5% de la población, ahora afectan al 14%.
También han aumentado en un 300% las situaciones de conflicto social relacionadas con malos tratos, malas relaciones dentro del hogar y embarazos adolescentes. Un crecimiento que es aún más pronunciado entres las personas en exclusión social.
El virus, además, ha puesto en evidencia la importancia de la digitalización. En el contexto de confinamientos y ausencia de viajes y visitas, no tener acceso a internet ha supuesto un factor más de exclusión. Esta carencia afecta a 240.000 familias madrileñas, por no disponer de aparatos necesarios o de conexión, aunque son sobre todo los hogares conformados únicamente por personas mayores de 65 años o por falta de estudios donde la brecha es mayor. “En una sociedad como la actual, la brecha digital puede llegar a ser un motor de exclusión que puede limitar de forma importante las oportunidades laborales y formativas”, explica Flores. De hecho, para el 34,16% de esta familias, esto supone estar en situación de exclusión social.
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