Javier Cercas: “Triplicaría el sueldo de los maestros de escuela. De forma irreversible”
El escritor hace gala del título de su último libro, ‘No callar’, y desvela aquí hasta a quién piensa votar
Como escritor, Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 61 años) ha sido magistral a la hora de aplicar, digamos, la transparencia literaria. Y como ciudadano, también. Se bate y combate en terreno propio a quienes lo echarían de su tierra. Acaba de ganar en el Reino Unido el Premio Dagger a la mejor ficción traducida por Terra Alta. Su dimensión como autor internacional es tal que Macron quiso que lo entrevistara para EL PAÍS. No sabemos a quién votaría en Francia, pero en España, para estas elecciones, aquí lo dice…
Pregunta. En la escritura hay dos preguntas fundamentales a responder: qué elijo contar y cómo desarrollarlo. Si usted fuera presidente, eso, ¿qué y cómo?
Respuesta. Por fortuna para este país, nunca seré ni siquiera bedel de un ministerio. Pero, si me dejaran ser presidente durante un minuto, triplicaría como mínimo el sueldo de los maestros de escuela. De forma irreversible.
P. Titula un ensayo suyo El punto ciego, metáfora de lo inexplicable, ¿Dónde anda en estas elecciones?
R. El resultado. A lo mejor nos llevamos una sorpresa.
P. Reivindicó en Anatomía de un instante la figura del héroe de la traición, ¿en qué medida lo son Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo?
R. En la medida en que se traicionen a sí mismos para ser leales a todos. Y en la medida en que sepan decir no cuando todos a su alrededor dicen sí.
P. Lo he escuchado decir que lo que más le repugna hoy de cierta izquierda es su puritanismo. ¿Qué hemos hecho para que nos castiguen volviendo en el siglo XXI a la dogmatitis aguda?
R. Hombre, tanto como repugnar… Pero es verdad que, como votante de izquierdas, me fastidia mucho que la izquierda copie los peores defectos de la derecha.
P. ¿Cuándo cree que Pablo Iglesias se metamorfoseó de idealista en nihilista?
R. No creo que él se haya metamorfoseado; creo que los que nos hemos metamorfoseado somos nosotros, o muchos de nosotros, que ahora lo conocemos mejor.
P. ¿Ha muerto el independentismo o está crionizado hasta que la derecha lo devuelva a la vida?
R. El secesionismo está anestesiado, y no veo que nadie esté haciendo nada en serio para cuando vuelva a despertar. Ni la derecha, que al parecer solo sabe combatir el nacionalismo con otro nacionalismo, ni la izquierda, una parte de la cual padece una tremenda empanada mental con este asunto. Hay otra izquierda que, en teoría, tiene un buen plan, el único posible: se llama federalismo, pero, hasta donde yo sé, no se está ejecutando. Por lo demás, sin un pacto a largo plazo entre los grandes partidos, Cataluña no tiene solución. Y, tenerla, la tiene, creo. La famosa conllevancia orteguiana es un cuento chino.
P. ¿Cuántas veces al día se está pensando a quién votar?
R. Ninguna: mi voto está decidido.
P. Cuando ETA dejó las armas, es decir, desapareció, escribió un artículo que se titulaba Adiós, muchachos. ¿Se lo reenviamos a Génova?
R. Como quiera. Pero es una calamidad que, en este país, la derecha solo parezca preocuparse de las víctimas de ETA, y la izquierda, sobre todo, cierta izquierda, solo parezca preocuparse de las víctimas de Franco. Las víctimas son víctimas, sean o no las nuestras. Todo lo demás es indecencia.
P. ¿Por qué Pedro Sánchez no engancha?
R. ¿Seguro? Yo no soy ni sanchófobo ni sanchólatra, pero le voy a dar una noticia: pienso votarlo.
P. ¿Por qué Feijóo es tan líquido?
R. Lo saludé una vez y me cayó bien. Me parece mejor candidato que Casado. Eso sí, alguien que no habla inglés debería quedar inhabilitado como presidente del Gobierno.
P. ¿Voxiferaremos todos?
R. A Vox hay que combatirlo con argumentos, no con aspavientos. Y veo demasiados aspavientos y pocos argumentos. Por sí mismo, tampoco sirve de nada aislarlos; al contrario, puede ser contraproducente: en Francia llevan décadas aislando a Le Pen y está más fuerte que nunca.
P. ¿Le dará tiempo a Yolanda Díaz a cuajar hasta finales de julio?
R. Ni idea. Pero me parece que le estamos metiendo demasiada presión. Es natural que, comparada con Pablo Iglesias, a algunos les parezca casi una mezcla de Pericles y la madre Teresa de Calcuta; pero tampoco hay que exagerar. Además, sobre algunos asuntos, como el secesionismo catalán, debería aclararse: ¿cuándo demonios va a entender que es un movimiento esencialmente reaccionario, profundamente insolidario y, al menos en 2017, inequívocamente antidemocrático? Y, si ya lo ha entendido, ¿cuándo lo va a decir? A ver si [su portavoz de campaña, Ernest] Urtasun la ayuda.
P. Si usted fuera presidente, ¿qué personaje se inventaría para su relato?
R. Mi respuesta es la misma que dio François Mauriac cuando le preguntaron quién hubiera querido ser: “Moi-même, mais reussi”. Yo mismo, pero logrado.
P. Cuando escucha el término guerra cultural, ¿baja a los santos del cielo?
R. No me gusta nada esa expresión, porque tiene mucho más de guerra que de cultural. Y a mí las guerras me encantan, pero solo en los libros y las películas.
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