España propone financiar la defensa de los países de la UE con fondos europeos
La aportación española al Libro Blanco que ultima la Comisión advierte de que Europa se juega su existencia en Ucrania


España considera que la seguridad es un “Bien Público Europeo”. Es decir, que ninguno de los Estados miembros de la UE puede garantizar su seguridad por sí solo y, en consecuencia, es necesario trabajar de manera concertada en el marco comunitario, pero también en el de la OTAN y en alianzas con los países afines, para asegurarla. Esa es la base de la visión española sobre el futuro de la defensa de Europa, que el Gobierno español ha remitido este lunes a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. La aportación de España, junto a las de los demás socios de la UE, debe servir para la elaboración del Libro Blanco que Von der Leyen se ha comprometió a presentar el próximo 19 de marzo y que tendrá que ser aprobado por los jefes de Estado y de Gobierno de la UE en la cumbre de junio.
La consecuencia lógica de considerar la seguridad como un “Bien Público Europeo” es la de comunitarizar su financiación. El Gobierno español, según su non paper (como se denominan diplomáticamente este tipo de documentos), considera que “la prioridad debe ser que el próximo Marco Financiero Plurianual [de la UE] cuente con fondos suficientes para financiar la seguridad y otras prioridades dentro del futuro Fondo de Competitividad que planea la Comisión”.
El grueso del esfuerzo económico para elevar el gasto europeo en Defensa se sufragaría así con cargo al nuevo Marco Financiero Plurianual, que entrará en vigor en 2028, cuando concluya el vigente, que cubre el periodo 2021-2027. Se trata del instrumento presupuestario de la UE, que se sufraga con las aportaciones de los países y la emisión de deuda común. Frente a las resistencias de otros socios a comunitarizar el gasto en defensa, el Gobierno español apuesta por esta fórmula, aunque lo hace “sin descartar otras opciones a corto plazo”, apunta el documento.
El nuevo Libro Blanco de la Defensa europea viene marcado por la guerra de Ucrania y por el giro de la posición de Estados Unidos tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. El presidente del Consejo Europeo, António Costa, ha convocado una cumbre extraordinaria de los Veintisiete para el próximo jueves en Bruselas con el objetivo de “tomar las primeras decisiones a corto plazo” ante la situación que se ha creado en Europa. Aunque la convocatoria se hizo antes de la monumental bronca que Trump y su vicepresidente, J. D. Vance, echaron al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, vendrá marcada por este choque sin precedentes.
En su aportación al debate, España subraya que “la agresión de Rusia contra Ucrania es una amenaza existencial y está íntimamente ligada a la seguridad europea”; de modo que el apoyo a Kiev no es para la UE una cuestión de solidaridad sino de supervivencia.
El Gobierno español parte del análisis del conjunto de amenazas incluido en la Brújula Estratégica, que se elaboró bajo la dirección del anterior Alto Representante para la Política Exterior, el español Josep Borrell, y apuesta por “una visión completa de la seguridad” con “una aproximación 360º”. Frente a quienes se centran exclusivamente en la amenaza del Este, que supone el neoimperialismo ruso, Madrid reclama un enfoque geográfico que también “integre el vecindario sur” de Europa; y temático, que tenga en cuenta no solo los factores militares, sino otros aspectos de la seguridad como “la resiliencia, la respuesta a crisis climáticas o el refuerzo crítico de las infraestructuras de transporte y también energéticas”.
Finalmente, la propuesta española aboga por “reforzar la base industrial de defensa europea”, lo que pasa por terminar con la fragmentación del sector y apostar por economías de escala. Eso sí, la creación de una industria europea de defensa debe realizarse, advierte el documento, “preservado que sea en beneficio de todos los Estados miembros de la UE” y buscando un “equilibrio regional”, de modo que no se produzca una concentración de la industria militar en los países con empresas más potentes en detrimento de los otros. Para reforzar “la competitividad y autonomía estratégica de Europa”, el Gobierno español propone finalmente la “creación de plataformas conjuntas y fomento de la innovación en las que se inserten también las pymes”; lo que se adecúa más al modelo predominante en la industria militar española.
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