Teresa Ribera: “España está en la gama alta de éxito, otros han recomendado beber lejía”
La vicepresidenta para la Transición Ecológica lamenta que esté costando comprender “que es importante responder unidos al virus”
La vicepresidenta Teresa Ribera (madrileña de 50 años) ha sido la encargada de coordinar todos los trabajos que han concluido en el plan de desescalada del Gobierno, elaborado con un gran secretismo y que ha provocado fuertes críticas de la oposición, los empresarios y varias comunidades autónomas. Ribera defiende que el plan es flexible y que además incorpora el 90% de las propuestas de las autonomías, por lo que dice no entender la polémica.
Pregunta. ¿Se esperaban esta respuesta tan dura al plan de desescalada?
Respuesta. Es sorprendente. Es un plan cuya principal diferencia con otros países es el modo en que integramos a los Gobiernos autonómicos, frente a otros que han dejado más clara la imposición del Estado. La relación es más fluida de lo que aparenta.
P. Ellos dicen que se enteraron del plan por televisión.
R. Tenían información sobre cómo estábamos haciendo las cosas aunque no tenían el texto. Es un documento orientador, no prescriptivo, no tiene fuerza normativa. Dependerá de cada una de las órdenes.
P. ¿Pero por qué parece que no ha gustado a nadie?
R. Un país en el que hay partidos a los que les parece razonable organizar caceroladas para acallar aplausos a los sanitarios explica bastante el tipo de ruido y de dificultad de gestión en momentos muy difíciles. Este virus está en todos los países pero aquí está costando mucho hacer ver que es importante responder unidos, que no es una batalla de unos frente a otros.
P. Pero las críticas no vienen solo de Vox, hay reproches de comunidades socialistas.
R. Hay debate sobre algunas cuestiones. Pero la relación con los consejeros es fluida. Hay que ser pacientes. Pero los indicadores se han pactado, y el esquema general se corresponde en un 90% con las propuestas autonómicas. Hay más ruido que nueces.
P. ¿Ha faltado trabajo político en el plan, les falta hablar más antes de presentar las cosas?
R. Siempre todo es mejorable, pero ha habido siete reuniones del presidente con los presidentes autonómicos, dos o tres citas semanales del ministro con los consejeros, llamadas a diestro y siniestro, mucho trabajo técnico. Se ha trabajado con todos los sectores, con el Ibex, con los sindicatos... Es complicado, ha sido más fácil tomar la decisión de confinar en sus casas a 47 millones de personas que organizar la salida y la recuperación económica. Lo más difícil ha quedado atrás, no deberíamos echar por tierra el esfuerzo.
P. Otros países como Francia e Italia han puesto fechas más claras que España. ¿Por qué?
R. En algunos países se ha optado por dar certidumbres y nosotros hemos optado por explicar que queremos ir sobre seguro para no tener que retroceder. Los países asiáticos, que están más cerca de completar el ciclo, se han encontrado con rebrotes. Además, nosotros somos un país muy descentralizado, eso nos obliga a ir con cuidado.
P. Los golpes que reciben cada semana son muy duros. ¿Cuánto tiempo puede aguantar un Gobierno este bombardeo?
R. Esa pregunta a lo mejor se puede hacer a la inversa. ¿Cuáles son los mecanismos que la oposición considera más responsables para gestionar esta crisis? Más que una capacidad propositiva, lo que vemos es un rechazo a todo lo que ocurra. Si se confina porque se confina, si se aprueba un permiso retribuido por 15 días es porque es de 15 días, si se acaba el permiso retribuido porque se acaba, y si se tiene un plan, porque se tiene un plan…
P. ¿Y sus aliados? PNV o ERC son grupos que les han dado la investidura y están siendo muy duros.
R. Nosotros intentaremos trabajar para que nuestros aliados sigan sintiéndose cómodos en lo que hacemos. Sabemos que no es una situación fácil para muchos de ellos, en ocasiones porque hay elecciones en un periodo relativamente próximo, en ocasiones porque hay un sentimiento más arraigado de pertenencia en territorios autonómicos diferentes y la presencia del Estado en esa gestión de competencias en las que ya no son los únicos protagonistas no es fácil.
P. ¿El Gobierno tiene fuerza política para superar esta crisis y aguantar los cuatro años que en teoría le quedan?
R. Creo que este es un Gobierno con una firme voluntad de cambiar muchas cosas y modernizar este país. Es un Gobierno sumamente comprometido con la salida de una crisis pensando en las personas y que está concentrado en eso. Creo que es un Gobierno fuerte, cohesionado. La coalición de Gobierno es sólida y el respaldo social está ahí. Yo no tengo la sensación de que haya desfallecimiento ni discrepancias dentro del Gobierno. Necesitamos soluciones, no ruido y críticas. Creo que a pesar del desgarro emocional, de la ansiedad y sensación de desmoralización que supone ver un escenario político tan convulso, la sociedad está ofreciendo un apoyo importante. Confinar a 47 millones de personas en sus casas, algunas viviendo en focos de contagio importante, pero otras no, exige convicción y confianza en lo que está proponiendo el Gobierno.
P. En este ambiente político, ¿ve factible que se pueda buscar algún tipo de consenso para esa reedición de los Pactos de la Moncloa que plantean?
R. Mi impresión es que en el diagnóstico general hay de nuevo más coincidencia que en los mensajes que oímos. La mayor parte de los grupos políticos que cuentan con representación también en Bruselas están respaldando las líneas maestras del debate europeo sobre la reconstrucción: el énfasis en una economía más verde, una economía más eficiente y sostenible desde el punto de vista ambiental que incluye una modernización industrial. Una economía también en la que se puedan aprovechar mejor las ventajas de la digitalización y una economía de resiliencia y en la que se cuente con una actividad industrial que había ido deslocalizándose y que tiene un valor. En esta crisis también hemos descubierto la solvencia y el compromiso de nuestros profesionales sanitarios pero con las limitaciones de un sistema que venía sufriendo los recortes de muchos años. Creo que hay una serie de elementos que están respaldados por una inmensa mayoría de la sociedad española.
P. ¿Al Gobierno le ha faltado autocrítica en su gestión?
R. El Gobierno ha estado dedicando las 24 horas del día a intentar afrontar esto de la manera más congruente posible y más compacta y solidaria posible. Sí, es posible que haya habido cosas que hubiéramos podido hacer de otro modo mejor. Siempre es mucho más fácil saberlo después. Estadísticamente seguro que ha sido así. Lo que sí es cierto es que las grandes cosas de las que se acusa al Gobierno, que si fue tarde la reacción... Creo que hemos estado en el mismo tipo de errores y de margen que el resto de los países del mundo. Incluso en algunos países del mundo han tenido a sus líderes recomendando beber lejía. Creo que hemos estado en la gama alta de éxito y en la gama baja de errores, que seguro que ha habido.
P. Si España reaccionó antes, como dice el presidente, ¿por qué tenemos más muertos por habitantes que nadie?
R. Ahora, con el tiempo, estamos viendo que el virus estaba probablemente antes de lo que se detectó. Se está calculando que el virus estaba en Madrid y en otras zonas en febrero.
P. ¿Qué dicen los informes con los que ustedes trabajan sobre lo que ocurrirá en otoño?
R. Esa es una de las grandes incertidumbres. No sabemos si el virus desaparece con las altas temperaturas, si tiene el potencial de convertirse en un virus estacional que vuelva a resurgir. Lo que sí sabemos es que el único escenario seguro es que exista tratamiento, o que desaparezca. Y eso por ahora no está en el mapa. Debemos aprender a mantenerlo a raya, pero sabiendo que va a convivir con nosotros mucho tiempo. Creo que por lo menos hasta principios de octubre tenemos que tener mucho cuidado. Lo ideal es haber recuperado la máxima normalidad mucho antes, por eso nuestro horizonte optimista es podernos encontrar a principios de julio viviendo en la calle, pero con la incorporación de las pautas sanitarias y de prudencia.
P. La crisis de 2008 se llevó por delante a la mayoría de los Gobiernos, salvo a la incombustible Merkel. ¿Les pasará a ustedes también con esta?
R. El Gobierno está trabajando por responder a la crisis y hacerlo lo mejor posible y que sea una respuesta que los ciudadanos encuentren adecuada y acertada. A partir de ahí son otros los que tienen que juzgar. Estamos trabajando con mucha seriedad, con convencimiento y esfuerzo.
P. ¿Lo están explicando bien? ¿Por qué rectifican tanto?
R. Bueno, rectificamos mucho menos de lo que parece, pero hay gente que se entretiene en sacar de contexto algunas frases... pero en realidad no es verdad. A ver a quién no le han engañado o no le han fallado o no se le ha retrasado algún transporte. ¿Eso es rectificar? No, es lo que te has encontrado. ¿Eso es un error? Pues nos hubiera gustado encontrar un mercado normal.
P. ¿Por qué Portugal, un país perfectamente equiparable al nuestro, tiene unos datos tan buenos?
R. Portugal paró antes. Venía del este y ellos están un poco más al oeste y entonces pudieron parar un poco antes. Allí ha habido un comportamiento por parte del conjunto de la sociedad y por parte de las fuerzas políticas mucho más compacto, de ayudarse.
P. Portugal decretó el Estado de alarma el día antes que nosotros, con cero muertos. ¿El gran error en España fue no decretar el estado de alarma una semana antes?
R. Todo es mucho más fácil a posteriori. A posteriori todos nos preguntamos por qué el 31 de diciembre, cuando se oían determinadas cosas de China, nosotros nos creímos tan por encima del bien y del mal para pensar que esto no iba a llegar aquí.
P. Pero aquí ya teníamos el ejemplo italiano.
R. Pero hay que acordarse de que aquí salta con dos o tres turistas en Mallorca y en Canarias. Se reacciona rápido y se reacciona bien. Se reacciona tan bien que estamos en carnavales y se funciona bien. La noche del 8 al 9 de marzo es cuando se empiezan a notificar un número importante de casos rápidamente y pasan dos cosas: se adopta un primer paquete de medidas de limitación de movilidad y el cierre de fronteras con Italia.
P. Eso fue el domingo 8 de marzo y la medida se aprobó el sábado siguiente, se tardó una semana.
R. Pero si hacemos un repaso sobre qué alertas había y quién entendía aquellas alertas en realidad era muy limitado. La impresión a posteriori es que en Asia tenían una cultura del riesgo asociada a este tipo de virus que en Europa no teníamos y no se acertó a entender la magnitud de lo que podíamos estar enfrentando hasta el momento en que ya lo teníamos dentro de casa.
P. ¿Hubo debate en el seno del Gobierno sobre si se debía suspender la manifestación del 8 de marzo?
R. No. Yo no estaba, no pude ir. Pero, si no, hubiera ido. Hubo una manifestación, el metro atiborrado, un mitin en Vistalegre, partidos de fútbol… Creo que la derecha ha hecho un intento burdo de intentar mostrar como el gran foco de difusión del virus la manifestación de las mujeres feministas. Por favor, teníamos el metro a reventar, los campos de fútbol a reventar. Lo que se está diciendo es indecente.
P. Pero, al margen de la manifestación, ¿el Gobierno se tortura mucho con que no se viera el problema hasta que fue demasiado grande?
R. No nos ha dado tiempo. Pero de lo que estoy convencida es de que no hay ningún Gobierno al que le guste estar en esta posición. Nadie tiene ganas de enfrentar una crisis así, es muy doloroso. Y puedes llegar a pensar: “¿qué hubiera pasado si hubieras hecho...?” Tiene poco sentido concentrarse en eso, mejor concentrarse en la respuesta.
P. Una parte importante del sector industrial español ha formado una alianza y reclama, por ejemplo, que el Gobierno frene los nuevos tributos, algunos de ellos verdes. ¿Paralizará el Gobierno esas nuevas figuras?
R. Mantenemos el programa. Lo que es verdad es que estas semanas han cambiado radicalmente el suelo que pisamos. Quizás hay que introducir algún calendario modulado. Por ejemplo, ustedes llevan guantes. No creo que sea el momento de que el Gobierno diga que hay que recortar drásticamente el empleo de plásticos de un solo uso”.
P. En Europa algunas ciudades optan por la peatonalización masiva para facilitar la distancia social. ¿Pasará en España?
R. Va a haber una reordenación de las ciudades. Se está asociando mayor incidencia del contagio con peor calidad del aire. Y si necesitamos distancia social necesitamos más espacios al aire libre, habrá que ampliar las terrazas pero no a costa de las aceras sino de los coches.
P. ¿Qué escenario tiene el turismo? ¿Cuándo se abrirán las fronteras?
R. Tiene un panorama complicado. Es muy difícil que con las incógnitas que existen se pueda plantear una fecha de apertura de fronteras totalmente cierta. Nadie quiere tener esos casos importados que ocurren en China.
P. ¿Veremos la nacionalización de empresas?
R. Lo que estamos viendo en otros países europeos es interesante. Se está excluyendo de las ayudas a empresas que tengan sus sedes en paraísos fiscales y se pone un condicionamiento a la asunción de compromisos sociales y ambientales. Estas son pistas interesantes, pero todavía es temprano.
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