El festival más caótico del mundo vuelve a la carga: así pretende ser Fyre Festival 2024
Los dueños de la marca, cuya debacle en 2017 dio pie a uno de los documentales más virales de la historia de Netflix, quieren volver este año con una nueva edición respaldada por la fama del festival
Algunos se remontan a la Ilíada, de Homero, para buscar el origen del famoso: “Si me engañas una vez, culpa tuya; si me engañas dos, culpa mía”. Su procedencia no está ni mucho menos clara, pero lo que sí podríamos decir es que parece concebida para el Fyre Festival, evento musical en una isla privada de Bahamas que en 2017 se convirtió en un fiasco sin precedentes.
Billy McFarland, el cerebro detrás de esta epopeya, prometió el cielo y la tierra: villas de lujo, comida gourmet y entretenimiento VIP. Sin embargo, lo que los asistentes encontraron fue semejante a una participación involuntaria en un reality pesadillesco. Las tiendas de campaña eran tan básicas que hacían que acampar en un secarral en julio pareciera un paraíso. La comida gourmet se transformó en tristes sándwiches en cajas de cartón. Y la música en vivo…, bueno, digamos que no hubo música alguna.
El resultado: una tormenta perfecta de memes en las redes sociales, demandas legales y el glorioso colapso de McFarland. Fue un espectáculo digno de Hollywood, por ello goza de dos documentales —FYRE: La fiesta más exclusiva que nunca sucedió en Netflix y Fyre Fraud en Hulu— que retratan el mayor fiasco en la historia de los festivales.
Con estos antecedentes, no precisamente positivos, McFarland ha anunciado que este año el festival vuelve a las andadas. Aunque aún no hay fecha ni localización concreta, en agosto de 2023 el organizador dejó caer que será a finales de diciembre de 2024 en el Caribe.
“En mi opinión, el éxito del documental sobre el desastre en la organización de este festival le da en realidad un increíble valor de marca, porque tiene reconocimiento global. Así que puedo ver por qué alguien querría sacar otra edición del Fyre Festival: volverá a tener bullicio mediático, será reconocido, quizá los artistas quieren la publicidad. La clave con esto es si realmente habrá un Fyre Festival II y cuál será la ejecución de este”, cuenta Paul Stokes, periodista británico experto en música y cultura, que colabora con medios como The Guardian.
Sin embargo, a otros les resulta difícil pensar que los artistas y grupos vayan a pasar por alto el fiasco previo y unirse a esta “nueva aventura”. “Cuesta imaginar a gente seria y profesional invirtiendo tiempo en negociar su participación en esto”, explica Ricard Robles, cofundador del festival Sónar. Y no le falta razón: una nueva edición de este festival supone un tremendo salto de confianza, además de un montón de contratos blindados que protejan los intereses de dichos artistas, aunque, tal y como añade Robles, “siempre hay gente dispuesta a hacer el tonto o con aspiraciones que nada tienen que ver con sostener una reputación artística”.
Las expectativas de la primera edición estaban por las nubes, debido a la ambición de la propuesta y su objetiva dificultad a la hora de llevarse a cabo. Sin embargo, debido a su fama, uno se pregunta si apostar por el mismo concepto es un acierto o la promesa de un nuevo cataclismo. “Creo que la versión del Fyre Festival que podría funcionar sería tomándoselo un poco en broma”, apuesta Stokes. “Convertirlo en una especie de experiencia inmersiva; un toque tonto y chiflado que replicaría la actitud del documental. Creo que, si quieres hacer Fyre Festival II como un festival en serio, el supuesto evento de lujo que era el primero, la gente tendrá mucho más recelo sobre la propuesta y estarán mucho más inseguros si es algo con lo que se quieren comprometer”.
Si se logra volver a hacerse como se concibió y fracasa, los únicos quienes podremos culpar será a quienes hayan vuelto a invertir en este proyecto.
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