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Jorge Portela: óptico de Pedro Sánchez y experto en monturas europeas descatalogadas

El óptico que vendió al presidente las gafas que se volvieron virales, lleva 15 años rastreando diseños ‘vintage’ desde su pequeña tienda en el centro de Madrid

Pedro Sánchez tiene, como más de la mitad de los españoles, una leve imperfección en la visión. La primera vez que entró a Gafa Vintage fue un sábado por la mañana con su esposa, sin guardias de seguridad ni estilistas. Jorge Portela (Vigo, 49 años) cree recordar que fue en 2015, tres años antes de ser presidente del Gobierno. “Creo que aquel día vino en chándal”, cuenta el dueño de esta tienda, oculista de profesión y scouter de monturas de diseño que ya no se producen. Portela es el vendedor de gafas oficial del presidente.

El modelo Dior Monsieur que Sánchez lució en el Senado el pasado 30 de octubre y se ha vuelto viral no es, ni mucho menos, el primero que ha comprado en esta tienda del barrio de Palacio en Madrid. El vendedor explica cuál es la dinámica con el presidente y con todos los clientes: “Decidimos según lo que le gusta y lo que le recomiendo yo”. Años atrás ha adquirido unas Zeiss West Germany, de la época del telón de acero, a 180 euros. “Las monturas de Zeiss se hicieron famosas porque no se rompían. Por eso mismo dejaron de fabricarlas, no les rentaba. Le expliqué la historia a Pedro, y le cautivó”.

Desde la aparición pública del presidente con las Dior, los seguidores de Instagram de Gafa Vintage han subido rápidamente y Portela ha leído entre 30 y 40 mensajes pidiendo el mismo modelo que ha comprado Pedro Sánchez. “Pero también he recibido mucho hate”, añade.

En su pequeño local exprime cada rincón con cajoneras repletas de lentes (1.000 listos para vender y 10.000 aún para revisar), artículos antiguos de óptica, optotipos, discos y afiches de películas de culto como Desayuno con diamantes y Terminator. Exhibe monturas de Dolce & Gabbana, Kenzo, Gianni Versace, Giorgio Armani, Vogue, Guess, Selecta, Hoya, Alain Mikli y, claro, Dior.

Jorge Portela abrió Gafa Vintage en 2009, junto con su pareja de entonces, Sandy Moragón, de quien luego se separó y se desasoció. Comenzó con una tienda online, dos años más tarde la transformó en física (el local se encuentra en el 9 de la calle Santiago) y hoy está relanzando la web. Cuando abre el negocio cada mañana, enciende varias velas y busca algo de música, que puede ser Kate Bush, John Coltrane, Gang Starr o Michael Jackson.

Los pares, fabricados en su mayoría entre la década de los sesenta y los noventa, provienen de ópticas alemanas, italianas e inglesas y de hijos de ópticos que desean liquidar una herencia familiar. El diferencial de Gafa Vintage está en que sus productos son deadstock, modelos descatalogados sin estrenar. “En España no se entiende el producto porque no hay un término para decir antiguo pero nuevo”, explica.

Para este especialista, el secreto de la buena conservación de las gafas está en la oscuridad y en el control de la humedad del ambiente. Cada mes compra nuevas piezas, que pueden venderse en el día o 15 años más tarde. El par cuesta, sin cristales, entre 180 y 230 euros. Apenas más caro costaba el Dior Monsieur de Pedro Sánchez, cree recordar: alrededor de 250 euros. Sobre su orientación política, aclara: “Aquí dentro yo soy apolítico, a todos los trato igual. De hecho, el otro día me escribió un cliente del Partido Popular y me dijo: ‘Enhorabuena, Jorge, por las gafas de Pedro, pero yo soy mejor cliente”.

Portela menciona diseñadores, cuenta anécdotas, habla de cómo algunos actores elegían sus modelos solos, sin responsables de vestuario. Además de especialista y usuario de gafas toda su vida, su máximo orgullo es que sus ítems se utilicen para filmaciones. Han aparecido en muchas producciones, entre ellas Modelo 77 (2022) y El hombre de las mil caras (2016), y pronto se verán en Aquel, una serie de Netflix sobre Raphael. Su mejor cliente, dice, es el cantante Dellafuente, pero también han utilizado Gafa Vintage Rosalía, C. Tangana, Sofía Reyes o Nathy Peluso. Uno de los encargos más extraños que recuerda es el del artista conceptual Eugenio Merino, para una escultura hiperrealista de Andy Warhol.

Su mayor tesoro es un muestrario que trae del depósito con unas seis monturas muy frágiles, que compró al nieto de un viajero de óptica de los años veinte. El óptico y asesor de lentes del presidente del Gobierno tiene todas las características de un coleccionista: la pasión, la obsesión y la persistencia.

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