Otro día histórico resumido en unas gafas
Una amiga me había advertido por WhatsApp: “¡La presbicia!”, y como son muchos años de amistad deduje que Sánchez estrenaba montura


Sonó el despertador y mi cerebro se desdobló en dos. Una parte pidió café y la otra atender la comparecencia de Pedro Sánchez en el Senado. Ganó la cafeína pero luego, sentada en el Ave que me devolvió desde Sevilla a Madrid, encendí el ordenador y saqué el cuaderno y el boli. Previamente una amiga me había advertido por WhatsApp: “¡La presbicia!”, y como son muchos años de amistad deduje que Sánchez estrenaba montura. Pregunté a otra amiga y me mandó un sticker con el nuevo meme presidencial en gafas y mientras pasaba el control de seguridad comprobé, solo de escucharlo, que Sánchez, más allá de la vista cansada, se había levantado condescendiente y señorón.
Pasan cosas curiosas con este oficio del periodismo. Una se sienta en el asiento 1B del vagón 7 y piensa que el resto de vecinos hará lo mismo, que estaremos todos pendientes de otro día más de catastróficos interrogatorios.
Mi vecina de asiento, mientras se zampaba una mandarina y un plátano, miraba con asombro la pantalla de mi ordenador. Aún no sé si porque es una persona que detesta la política y a sus personajes o porque creyó que necesito ayuda profesional con semejantes hobbies audiovisuales. Se puso de lado, encendió su teléfono y buscó en Groupon la mejor oferta para darse un masaje.
Los vecinos de enfrente leían libros en catalán y se daban besos mientras comían pan de pipas de la máquina de vending. Al lado, un señor intentaba dormir y otro hablaba por teléfono, con más decibelios de los que necesitábamos, sobre cosas de trabajo que me daban más pereza que las 17 veces que Sánchez respondió “no me consta” a las preguntas de sus señorías, haciendo un homenaje involuntario a Anabel Pantoja, porque una entiende que presidir es incompatible con este tipo de detalles.
A la altura de Puertollano, el olor de la mandarina permanecía y mi vecina se puso a contestar un test sobre genómica. Mi móvil había recibido ya otro sticker con la transformación de Pedro Sánchez en Superman y me había quedado claro que el compareciente a veces habla de sí en tercera persona, le gusta Lanzarote, reírse a boca llena y que hubiera preferido una inspección fiscal antes que pasar la mañana en la Plaza de la Marina Española. Al llegar, mientras el taxista metía mi equipaje en el maletero, la pregunta: “¿Vienes de ver a Lady Gaga?”. Otro día histórico resumido en una montura de gafas.
Pedro Sánchez con gafas es Clark Kent. pic.twitter.com/1X8vLgkXiF
— Alan Bradley Grid (@alanbradleygrid) October 30, 2025
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