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Marco Tamponi, el diseñador que resucitó el mocasín: de fetiche de pijos a objeto de deseo de modernos

El creador italiano siempre sintió fascinación por la costa este de Estados Unidos. Ahora está reinterpretando y expandiendo uno de los grandes iconos de Norteamérica: la marca de calzado Sebago

Marco Tamponi
Martín Bianchi

Hay más de 6.000 kilómetros de distancia entre el lago Sebago, en la costa este de Estados Unidos, y la ciudad de Turín, en el norte de Italia. Pero Marco Tamponi (Massa y Carrara, la Toscana, 43 años) se pasa el día pensando en Sebago, uno de los parajes más bonitos de Nueva Inglaterra. Su oficina, ubicada en un edificio de los años cincuenta del siglo pasado en el pintoresco distrito turinés de Aurora, está llena de souvenirs de esa zona. Hay maquetas de veleros clásicos, fotografías del faro de Marshall Point, banderas estadounidenses y banderines de las universidades de la Ivy League, anuncios antiguos y pares de mocasines y náuticos.

Las montañas de zapatos que hay por todos lados son diseños del propio Tamponi, director creativo de Sebago, la marca de calzado fundada por ­Daniel J. Wellehan en la ciudad de Westbrook, en Maine, en 1946. “Me enamoré de Estados Unidos cuando era muy joven. Tendría 25 o 26 años”, recuerda el diseñador. “Yo trabajaba como vendedor para marcas de moda masculina italianas como Brunello Cucinelli, Santoni y Baracuta, pero me pasaba todo mi tiempo libre viajando por la costa este de Estados Unidos. Iba a comprar ropa vintage y volvía a casa con cajas llenas de prendas militares, de caza y de la Ivy League”.

Tamponi va vestido de pies a cabeza con un aire preppy, la estética pija americana con un toque universitario que surgió en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial y que floreció en los años 50 y 60. “El hábito sí hace al monje. Desde que la humanidad empezó a vestirse, la ropa nos define y construye nuestra identidad”, dice. “Las religiones y las comunidades comunican a través de la ropa. Es la primera forma de comunicación no verbal. Para mí la moda representa algo muy profundo”.

El diseñador estudió Literatura y Antropología en la universidad y encaró su pasatiempo por el coleccionismo de moda americana de mediados del siglo pasado casi como una investigación cultural y sociológica del fenómeno preppy. En esos viajes a la costa este estadounidense siempre se topaba con la huella de Sebago. Fue una de las firmas favoritas de John Fitzgerald Kennedy y de los estudiantes de Yale, Harvard, Princeton y Brown en la década de 1960, pero casi cae en el olvido a comienzos de los noventa con el surgimiento del grunge.

Inconscientemente, Tamponi se estaba preparando para reflotar ese emblema de Estados Unidos. “En 2017 me llamaron de Sebago para que la reconstruyera. El gran dilema era cómo relanzar una marca americana desde Italia”, recuerda. Lo primero que hizo fue recuperar el archivo de la firma, comprando piezas antiguas en subastas y mercadillos: los penny loafers originales, los náuticos clásicos, el modelo Docksides que se ponía el magnate Ted Turner, fundador de CNN. Ahora, una de las joyas del archivo son unos mocasines negros de Sebago que pertenecieron a Michael Jackson. El rey del pop los llevaba siempre con calcetines blancos.

“La marca pasó por muchas manos desde los años ochenta [ahora es propiedad del grupo textil italiano BasicNet]. Quería empezar por las raíces, por el origen, y avanzar desde ahí. Volvimos atrás 30 o 40 años para comenzar donde todo había terminado”, explica el creador. “Para nosotros hay una gran diferencia entre vintage y clásico. Lo vintage es algo viejo en el mal sentido, algo que no se corresponde con el tiempo actual. Lo clásico, en cambio, es algo perfecto en cualquier momento: en 1980 y en 2025. Queremos hacer zapatos clásicos, que no pierdan vigencia”.

Su plan parece estar surtiendo efecto. Sebago está a punto de cumplir 80 años y está en plena expansión mundial. En los últimos cuatro años han abierto 20 tiendas en Europa, 8 de ellas en Italia, y están en marcha nuevas aperturas en el Reino Unido y en Estados Unidos. Las ventas y facturación de la marca crecen a un ritmo de doble dígito. Italia es el primer mercado, seguido por Francia y España. Norteamérica vuelve a ser importante. “Ahora esta es una marca más americana que cuando era americana”, señala Tamponi.

Cuando llegó a la casa, hace menos de una década, solo había dos modelos en el catálogo de Sebago. Ahora hay un centenar y una amplia colección de ropa y accesorios: sudaderas, jerséis, chaquetas, pantalones y bermudas, gorros, mochilas, y hasta mantas y colchas. “Sebago ya no tiene que ver solo con zapatos, sino con un estilo de vida”, apunta el diseñador.

Para celebrar este momento, Tamponi organizó en septiembre una regata en el río Po, en Turín. Participaron las mejores universidades de Italia y los equipos de Cambridge y Oxford. Para el diseñador, el evento es un paso más en su intento por conectar la marca con sus orígenes. “El deporte de Sebago siempre fue la navegación. Lo ha sido durante los últimos 80 años”, dice. “Soy consciente de que no es el deporte más democrático del mundo. Por eso pensé que ahora sería un buen momento para apoyar el remo, más urbano y cercano. Es un deporte muy noble porque no está profesionalizado: nadie vive o gana dinero remando. Lo haces porque lo amas, porque forma parte de una tradición. Y eso tiene mucho que ver con Sebago. Hay un momento en la vida de un chico, con 15 o 16 años, en el que su padre lo acompaña a comprar sus primeros Sebago. Con el remo pasa algo parecido: pasa de generación en generación”.

Muchos jóvenes turineses se acercaron a la orilla del Po para ver las regatas. Parte del nuevo bum de la firma se debe a que el estilo preppy americano ha ganado popularidad y prestigio entre los veinteañeros. “Hay un cambio de paradigma. Llevamos 20 años con el auge del athleisure, de la ropa deportiva. Ahora estamos volviendo a la ropa casual clásica”, explica. “La moda ha ido demasiado lejos en los últimos 15 o 20 años. Ahora necesitamos una zona de confort y la encontramos en cosas auténticas, simples, buenas y bien hechas”.

Este verano, Miu Miu lanzó unos mocasines que costaban casi cuatro veces más que los Sebago originales. Se hicieron virales en las redes sociales. Para Tamponi, ese tipo de copias —él prefiere llamarlas “inspiraciones”— ayudan a su negocio. “Cada vez menos gente puede permitirse comprar un zapato de lujo y eso nos favorece a nosotros. Los más jóvenes no quieren gastarse 3.000 euros en una chaqueta, prefieren una de 300 euros. Lo mismo ocurre con los zapatos: ¿para qué van a gastar 1.000 euros en unos mocasines cuando pueden tener los originales por menos de 200?”.

El mocasín se ha convertido en una pieza intergeneracional. Ídolos de la generación Z como Harry Styles, Jacob Elordi, Paul Mescal o Josh O’Connor los llevan todo el año, con shorts o con pantalones largos. “Ahora tenemos clientes de 75 años que compran Sebago y chicos de 20 años que se los ponen para ir a un festival. Esa transversalidad es lo que nos convierte en una verdadera marca de moda casual”.

Los jóvenes de los años sesenta inventaron el estilo preppy cogiendo ropa de sus padres y haciéndola suya. Ahora, la generación Z vuelve a apropiarse de lo pijo y lo mezcla a su manera. Tamponi está encantado con el fenómeno, en el que él tiene algo que ver. “Yo estoy feliz porque llevo náuticos y mocasines desde que tengo 20 años. Siempre se me consideró un perdedor, un fracasado, porque cuando era joven vestir clásico no era cool. Recuerdo un artículo en una revista que se titulaba Cinco zapatos que no deberías llevar en una primera cita. Ahí estaban los mocasines. Ahora, si llevas mocasines, empiezas con buen pie”.

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Sobre la firma

Martín Bianchi
Martín Bianchi Tasso es coordinador de Estilo de Vida en El País Semanal y además colabora con la sección de Gente de EL PAÍS. Fue redactor jefe de la revista ¡Hola!, jefe de Sociedad en Vanity Fair y jefe de Gente y Estilo en Abc.
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