La lucha de Naomi Watts contra los tabús de la menopausia

El pasado 20 de agosto, Naomi Watts daba la noticia al mundo —a través de su cuenta de Instagram— de que había escrito un libro, Dare I Say It: Everything I Wish I’d Known about Menopause (me atrevo a decirlo: todo lo que desearía haber sabido sobre la menopausia). Con salida en enero de 2025, pero sin fecha de publicación en España todavía, el libro de la actriz es distinto. Su enfoque es fresco a la par que importante. Afectada por una perimenopausia temprana —los síntomas empezaron a los 36 años, momento en el que la actriz pretendía formar una familia—, lleva años de lucha en pos de romper tabúes y poner sobre la mesa, y sobre sus pantallas, los problemas de las mujeres.

Todo comienza cuando, a los 36 años, Watts tiene dificultades para quedarse embarazada. El médico le dice que está cerca de la menopausia. La protagonista de Mulholland Drive nos recuerda por correo electrónico cómo se sintió en aquel momento. “Me quedé impactada, no sabía que era posible entrar en la perimenopausia a una edad tan temprana. Sentí mucha vergüenza y miedo. Me sorprendió la poca información que me habían dado sobre lo que me estaba pasando, y me sentí muy sola. Me preocupaba que mi cuerpo me impidiera cumplir mi sueño de convertirme en madre. Afortunadamente, pude tener dos hijos preciosos con el apoyo de mis médicos, pero mis síntomas —sofocos, piel seca y con picazón, cambios de humor— continuaron durante muchos años después de que mis hijos nacieran”.

La posición de la actriz en Hollywood, que penaliza sobremanera los signos del paso del tiempo, se hizo especialmente delicada. “Desde el día que entré en este negocio, me dijeron que, como mujer, jamás llamara la atención sobre mi edad. Admitir que era menopáusica me convertiría en indeseable y me imposibilitaría conseguir proyectos. Objetivamente sabía que eso era una tontería, pero no voy a mentir: tenía miedo de lo que podría significar para mi carrera cuando comencé a compartir mi historia”, nos cuenta Watts, a quien no solo le interesa visibilizar su caso, sino aportar soluciones. Y justo eso es lo que busca su marca, Stripes Beauty.

La firma fabrica y vende productos de belleza femenina enfocados en tratar los cambios hormonales sobrevenidos con la edad. Desde geles vaginales hasta suplementos vitamínicos. “No podía dejar de pensar que las mujeres de mi edad merecían sentirse vistas y quería tener una marca que pudiera cortar la confusión y proporcionar apoyo para todos los síntomas, de la cabeza a los pies, con los que lidiamos. Era hora de dejar de comprar en un millón de tiendas diferentes y consultar 30 sitios web distintos en busca de respuestas. Mi socia y yo preparamos una propuesta para una nueva empresa dedicada a reunir educación, comunidad y soluciones para todo lo relacionado con la menopausia. La presentamos a un ejecutivo de una empresa biotecnológica, y así comenzó Stripes Beauty”, recuerda Watts.

La empresa se define a sí misma como pro-aging (proenvejecimiento). Toda una declaración de intenciones. “Que alguien me pare por la calle no me sorprende, es parte de mi trabajo como actriz. Pero ahora, cuando alguien se me acerca, casi siempre es una mujer que me cuenta lo mucho que Stripes significa para ella: lo sola que se sentía en esto y cuánto importa que haya gente hablando de la menopausia. Eso significa el mundo para mí”, explica Watts. “Espero que podamos seguir sirviendo a nuestra comunidad: ayudar a las mujeres a sentirse vistas y escuchadas; proporcionarles soluciones que las apoyen de la cabeza a la vagina y aportar la educación necesaria para hacer frente a esta etapa de sus vidas; reunir a la gente con el fin de crear una comunidad de apoyo; y que podamos traer un poco de diversión y humor a nuestra vida”. Este verano, el fondo de inversión L Catterton, asociado al grupo LVMH, adquirió Stripes Beauty